Llegar a la noche
El drama de Dilma es el baj¨ªsimo consenso social m¨¢s la p¨¦rdida de control parlamentario
Al llegar a Nueva York, donde asiste a la Asamblea General de las Naciones Unidas, Dilma Rousseff debe de haber quedado hipnotizada por una novedad: el republicano John Boehner, presidente de la C¨¢mara de Representantes, se encargar¨¢ de impedir que los talibanes de su partido rechacen el presupuesto de Barack Obama para, despu¨¦s, abandonar el cargo. Es el espejo invertido de su propio drama. En un largo aviso publicitario, su principal aliado, el Partido del Movimiento Democr¨¢tico Brasile?o (PMDB), anunci¨® que se mudaba a la oposici¨®n. Y el m¨¢ximo l¨ªder de la agrupaci¨®n, Michel Temer, vicepresidente de la Rep¨²blica, asegur¨® estar en condiciones de sacar al pa¨ªs de la tormenta. Una forma elegante de pedir la renuncia de Rousseff.
La decisi¨®n del PMDB desbarata la ¨²ltima jugada que imagin¨® Dilma para sostenerse en la ca¨ªda: entregar a ese partido m¨¢s ministerios, a cambio de apoyo parlamentario para alejar el impeachment. El viernes pasado, el expresidente Fernando Henrique Cardoso, del Partido de la Social Democracia Brasile?a (PSDB), calific¨® esa transacci¨®n como un pacto con el diablo. Los hechos le dieron la raz¨®n. Aunque puedan aparecer tres o cuatro oportunistas decididos a llevarse una cartera ¡ªes decir, tres o cuatro carteristas¡ª, la estrategia de Rousseff qued¨® anulada.
La ideolog¨ªa del PMDB es el poderismo. Sus l¨ªderes ocupan gobernaciones, alcald¨ªas, ministerios y controlan la mayor fuerza parlamentaria del pa¨ªs. Seg¨²n aconseje la inclinaci¨®n electoral de cada distrito, pueden estar con el oficialismo o con la oposici¨®n. Un funcionario brasile?o los retrata de este modo: ¡°Son como los peronistas argentinos, s¨®lo que se resignaron a no disputar la presidencia¡±.
El PMDB demor¨® su posici¨®n frente a Rousseff debido a su propia dispersi¨®n. Eduardo Cunha, presidente de la C¨¢mara de Diputados, se enfrenta al Gobierno. En cambio, el titular del Senado, Ren¨¢n Calheiros, le prest¨® su apoyo. Temer se mantuvo en un segundo plano, aunque emprendi¨® discretas giras al exterior para hacerse conocer por Gobiernos e inversores. El spot difundido el ¨²ltimo jueves indica que consiguieron una s¨ªntesis. Los leones del PMDB envolvieron su ultim¨¢tum con un idealismo que no se les conoc¨ªa: ¡°Es hora de reunificar los sue?os¡±. Su mensaje principal es que ¡°los Gobiernos pasan pero Brasil queda¡±. Por no decir, ¡°quedamos nosotros¡±. Lo formula Calheiros, que en las ¨²ltimas d¨¦cadas particip¨® de casi todas las administraciones. Entre los que esgrimen esa tesis corrosiva hay cuatro ministros de Rousseff. El Gabinete est¨¢ quebrado.
El drama de la presidenta es que est¨¢n por converger dos variables que suelen determinar la ca¨ªda de los Gobiernos: un baj¨ªsimo consenso social, que no supera el 8%, y la p¨¦rdida del control parlamentario. Dilma cuenta con los legisladores necesarios para evitar que el Congreso le remueva. Pero no con los suficientes para aprobar las iniciativas que demanda la crisis econ¨®mica. Este a?o el PBI caer¨¢ entre 2,5 y 3% y el d¨¦ficit fiscal ser¨¢ del 9%. El d¨®lar, que costaba a fin de julio 3,39 reales, cotiza ahora a m¨¢s de 4. Una paridad de desgobierno. La contradicci¨®n es m¨¢s aguda: los sectores que todav¨ªa apoyan a la presidenta, sindicatos y movimientos sociales, son los que menos toleran el ajuste. El ministro Joaquim Levy est¨¢ siendo sometido a fuego amigo.
La ¨²nica dimensi¨®n de la vida p¨²blica que parece sustraerse a la turbulencia es la pol¨ªtica exterior. Como si el Itamaraty de Mauro Vieira fuera un misterioso mundo aparte, Rousseff podr¨ªa encaminar al Mercosur, en noviembre, hacia un acuerdo con la Uni¨®n Europea, para el que fue necesario doblegar resistencias de Argentina y Paraguay.
Pero noviembre es una abstracci¨®n para un poder que est¨¢ pulverizado. Cardoso propuso que Rousseff constituya un Gobierno de unidad nacional con la promesa de renunciar dentro de un a?o. Se parece al gobierno que quiere formar Temer. Nada indica que esta opci¨®n ser¨¢ m¨¢s consistente. Porque los factores que nublan el horizonte brasile?o son impredecibles. Uno es la din¨¢mica econ¨®mica; el otro es el esc¨¢ndalo de Petrobras, que garantiza nuevas sorpresas judiciales. Nadie descarta que Lula y la propia Dilma queden involucrados en el expediente. Cunha y Calheiros, del PMDB, ya fueron salpicados.
Rousseff debe estar fascinada con las discusiones de la ONU: cambio clim¨¢tico, igualdad de g¨¦nero, remodelaci¨®n del Consejo de Seguridad. All¨ª reina el largo plazo. Cuando regrese a Brasil tendr¨¢ un solo objetivo: llegar a la noche.
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