La mejor ¡®vista¡¯ de Roma
En la peque?a tienda de Alessandro Spiezia, el ¨®ptico de los papas, ¡°ha entrado el mundo¡±, como ¨¦l mismo dice con una sonrisa
El cineasta italiano Federico Fellini tard¨® varios a?os en encontrar unas gafas que se mantuviesen bien colocadas. Fue Alessandro Spiezia, un ¨®ptico romano al que acudi¨® convencido por su asistenta, quien entendi¨® por qu¨¦. Le midi¨® la cara y se percat¨® de que entre el moflete y la oreja del director hab¨ªa 15 cent¨ªmetros, uno m¨¢s de la media. Dise?¨® as¨ª una montura a medida que le entreg¨® justo a tiempo para que Fellini las pudiese llevar consigo en su inminente viaje. Iba a Los ?ngeles para recibir el Oscar a su carrera, era 1993. Han transcurrido m¨¢s de 20 a?os entre la visita de Fellini y la del papa Francisco, quien el mes pasado se desplaz¨® hasta la misma ¨®ptica para encargar sus nuevos anteojos. A lo largo de los casi 50 a?os que lleva en actividad, en la tienda de Spiezia, ocho metros cuadrados a pocos pasos de la c¨¦ntrica plaza del Popolo, ¡°ha entrado el mundo¡±, como ¨¦l mismo dice con una sonrisa, gafas de pasta amarillas y cigarrillo entre los dedos.
Las im¨¢genes que le retratan mientras prueba unas gafas al Pont¨ªfice han dado la vuelta al planeta, pero inmortalizan solo la ¨²ltima etapa de una historia que empez¨® en los a?os sesenta. ¡°La tienda abri¨® en 1921, aunque yo la regento desde el 10 de marzo de 1967. En su d¨ªa la sede de la RAI [la radio p¨²blica italiana] estaba justo enfrente. Muchos periodistas llegaron a ser mis clientes. Y el nombre de la ¨®ptica poco a poco se difundi¨®¡±.
Fellini, que viv¨ªa a pocos metros de ah¨ª, debi¨® de quedarse muy contento con sus gafas, ya que los miembros de la ¨¦lite del cine italiano del siglo pasado se convirtieron en clientes de Spiezia. A la actriz Giulietta Masina, pareja del director, se sum¨® Marcello Mastroianni, que protagoniz¨® muchas de sus pel¨ªculas. Luego fue el turno de Pietro Germi, Mario Monicelli y Luigi Magni, entre los mejores cineastas de siempre. Tampoco Francis Ford Coppola y Cameron Diaz se eximieron de una visita a la tienda durante sus estancias romanas.
Pero Spiezia lleg¨® m¨¢s all¨¢ del cine. La amistad personal con monse?or Guillermo Karcher, el maestro de ceremonias pontificio, le convirti¨® en el ¨®ptico de los papas: ¡°Arregl¨¦ las gafas de Juan Pablo II y de Benedicto XVI¡±. Y por fin lleg¨® Francisco: ¡°Le regal¨¦ unas gafas cuando empez¨® su pontificado. Seis meses despu¨¦s se las vi puestas durante el Angelus, cuando le ve todo el mundo¡±, remarca con orgullo.
La tienda mide cuatro metros por dos. Para hacer la revisi¨®n de la vista a la distancia adecuada ¡ªtres metros¡ª ha instalado un espejo que dobla con una ilusi¨®n ¨®ptica el metro y medio de longitud de un diminuto almac¨¦n, y aleja as¨ª al paciente de la tabla con las letras que deber¨¢ leer, colgada en realidad encima de su cabeza. El tama?o del local es m¨ªnimo, pero la fama del arquitecto que lo dise?¨® es enorme: ¡°Antes de ser una ¨®ptica formaba parte de la iglesia de los artistas [una de las dos que dominan la c¨¦ntrica plaza del Popolo, pegada al establecimiento], lo cual quiere decir que es obra de Gian Lorenzo Bernini. No todo el mundo tiene la suerte de trabajar en un sitio cuyo arquitecto es el mismo de la plaza de San Pedro¡±, exclama Spiezia.
Los estantes que exponen las gafas ocupan en el establecimiento todo el espacio f¨ªsicamente utilizable. Al lado de las monturas ¡ªmuchas, como la que lleva, las dise?a directamente Spiezia¡ª hay instant¨¢neas que le retratan durante las audiencias con los ¨²ltimos tres pont¨ªfices. En una cuarta imagen aparece junto al expresidente de EE UU Bill Clinton. ¡°Se alojaba aqu¨ª cerca y acudi¨® a la tienda para arreglar unas gafas. Le quise regalar unas de sol. Se fue y a los 20 minutos una secretaria me trajo unos gemelos con el escudo de Estados Unidos y un mensaje del expresidente¡±.
Spiezia insiste en que la fama de la que goza es solo el resultado de mucho trabajo... y de algo de suerte. ¡°Desde hace ocho a?os mi hijo Luca trabaja conmigo. Espero que tambi¨¦n mis nietos sigan nuestros pasos¡±. Si lo hacen, quiz¨¢s un d¨ªa arreglen las gafas de otro papa.
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