Argentina: supermercados p¨²blicos para luchar contra la inflaci¨®n
El Gobierno intenta sin ¨¦xito frenar la locura de los precios -suben a un ritmo del 25% anual- creando centros comerciales controlados por el Estado. A¨²n son muy pocos.
Ra¨²l Navesi es el m¨¢s claro ejemplo de que los precios de la comida en Argentina, uno de los asuntos que m¨¢s preocupan a los ciudadanos, podr¨ªan ser mucho m¨¢s bajos. Navesi tiene una panader¨ªa en la estaci¨®n de autobuses de Mendoza, llena de viajeros que van a la cercana Chile y a otros puntos del pa¨ªs o los alrededores. Vende el pan a 20 pesos (2,10 d¨®lares) en su tienda de la planta baja. Pero arriba, en el supermercado p¨²blico que acaba de inaugurar el Gobierno como experiencia piloto, lo vende a 12 (1,25 d¨®lares). El mismo pan. Y gana dinero. ¡°Ahora vendo el triple que antes y no me cuesta nada traerlo, lo hago abajo¡±, explica Navesi. Abajo lo compran los viajeros que van con prisa, que pasan por all¨ª, y arriba, en el supermercado p¨²blico, m¨¢s escondido, los que van buscando precios baratos y entran con calma a hacer la compra de toda la semana, asegura.
Los argentinos que viajan al extranjero y entran en un supermercado no pueden creer los precios que ven. Todo les parece barato. De hecho la gente en Mendoza viaja a Chile ¨Cseis horas hasta Santiago- para comprar ropa y tecnolog¨ªa, por ejemplo. En su pa¨ªs, la cesta de la compra se ha convertido en un problema grave. La inflaci¨®n desbocada argentina, la segunda de los grandes pa¨ªses del mundo despu¨¦s de Venezuela, es uno de los temas importantes de la campa?a electoral. Todos los candidatos prometen bajarla, aunque nadie explica bien c¨®mo.
El Gobierno, con su pol¨ªtica econ¨®mica heterodoxa dirigida por Axel Kicillof, ha probado varias f¨®rmulas, hasta ahora sin ¨¦xito. Una de ellas fue no reconocerla, cambiando el m¨¦todo de c¨¢lculo. Pero despu¨¦s, cuando el Ejecutivo autoriza subidas salariales del 27,5%, se admite indirectamente. Adem¨¢s las provincias la calculan y est¨¢ asumido que se sit¨²a por encima del 25%.
Otra t¨¦cnica que ha intentado Kicillof es la pol¨ªtica de ¡°precios cuidados¡±, que cumple ahora dos a?os. En medio de productos car¨ªsimos, los supermercados est¨¢n obligados a poner algunos m¨¢s baratos cuyo precio est¨¢ pactado con el Gobierno, que controla que no haya abuso. Funciona a medias, porque son pocos productos y se agotan r¨¢pido, pero funciona. Ya son 512 los que se han sumado, y van desde lo m¨¢s b¨¢sico hasta el repelente para mosquitos y protector solar en el verano, uno de los ¨²ltimos en incorporarse. Cuando uno recorre cualquier supermercado el simbolito de ¡°precios cuidados¡± le indica que ah¨ª est¨¢ la mano del Gobierno.
El sue?o del ministerio de Econom¨ªa pasa por lograr que el Estado compita con las grandes superficies, la mayor¨ªa en manos de multinacionales o grandes fortunas locales, para forzarles a bajar el precio. De momento ha hecho un intento modesto con supermercados p¨²blicos como este de Mendoza en el que Navesi vende su pan a 12 pesos. Hay otro en San Luis y uno m¨¢s en Resistencia (El Chaco). Kicillof y su mano derecha y l¨ªder del proyecto, el secretario de comercio Augusto Costa, intentan abrir uno en el centro de Buenos Aires pero el alcalde, Mauricio Macri, principal candidato de la oposici¨®n, no les da las autorizaciones. Detr¨¢s est¨¢ una formidable batalla pol¨ªtica y la lucha entre dos modelos econ¨®micos, liberal e intervencionista.
De momento los supermercados grandes ganan abrumadoramente la batalla. Y centros como el de Mendoza son una gota. Es peque?o, entran 2.500 personas por d¨ªa y factura 3,5 millones de pesos mensuales (368.000 d¨®lares). ¡°Este es un modelo para todo el pa¨ªs. Deber¨ªa haber cientos como este, pero al menos hemos conseguido que en esta zona los otros tengan que bajar los precios, eso lo hemos visto desde el primer d¨ªa, con el pan fue inmediato¡±, cuenta Daniel Corral, director del supermercado. Pablo Deacon, responsable de la red comprar en la zona, tambi¨¦n dice que ¡°esto est¨¢ empezando y la idea es multiplicarlo por todo el pa¨ªs¡±. El problema es que este es un proyecto de Kicillof, y todo parece indicar que no seguir¨¢ como ministro con Daniel Scioli, el favorito para ganar las elecciones del domingo. Los analistas creen que Scioli, de forma suave y paulatina, har¨¢ un giro hacia pol¨ªticas m¨¢s ortodoxas, y puede que este tipo de experimentos no contin¨²en ni crezcan.
El sistema es sencillo. Un supermercado normal en Argentina sube el precio al que le compra al productor un 60%, 70%, incluso 100%. Es su ganancia. Este centro p¨²blico lo tiene fijado en un 15%, lo m¨ªnimo para financiar sus gastos. Por eso los precios aqu¨ª son hasta un 40% m¨¢s bajos, aunque no est¨¢n las grandes marcas sino productos de cooperativas de la zona. Se revisan los precios cada tres meses y se sube si el productor demuestra al Gobierno c¨®mo est¨¢n aumentando sus costes. El Estado ¨Cla mitad el Gobierno y la mitad la provincia- ha invertido en este centro de Mendoza 8,5 millones de pesos (894.000 d¨®lares). Ya tienen 870 productos en su mayor¨ªa de cooperativas, el 80% mendocinas, que acuden all¨ª. Varias de ellas est¨¢n en el supermercado el d¨ªa de la visita.
Algunos de sus miembros pertenecen a antiguas empresas que quebraron y tomaron los trabajadores. Como Juan Carlos Illanes, que vende 6.000 kilos de carne al mes en este supermercado con otros 30 cooperativistas, y antes trabajaba en una gran empresa. Tambi¨¦n Mar¨ªa lidera una cooperativa de 112 familias que venden hortalizas. O V¨ªctor, que pertenece a otra especializada en fruta. ¡°La comercializaci¨®n siempre es el punto flaco de las cooperativas. Los grandes supermercados te machacan, no te dejan entrar, te piden imposibles¡±, se?ala V¨ªctor.
Mientras a su alrededor los clientes, en su mayor¨ªa gente de pocos recursos, compran en el supermercado, todos admiten que esto es muy peque?o. Una gota en un mar en el que la inflaci¨®n sigue desbocada entre otras cosas por la propia pol¨ªtica del Gobierno de emitir moneda sin freno. Con esa decisi¨®n ha logrado mantener la econom¨ªa ¡°anestesiada¡± seg¨²n la oposici¨®n, pero los precios suben sin parar. Como casi todo en Argentina, tambi¨¦n esto est¨¢ pendiente de las elecciones.
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