De sapos y demonios
Ingenuos, cre¨ªamos que nuestro h¨¢bitat de riqueza estaba blindado por fronteras exteriores. La guerra de Siria, y la afluencia de refugiados, superan nuestra capacidad de entendimiento
La atroz guerra de Siria a varias bandas: civil, religiosa, regional, incluso con su potencialidad mundial con la intervenci¨®n de EE UU y Rusia, cat¨¢strofe humanitaria que expulsa a cientos de miles de refugiados hacia una Europa estupefacta, supera ya nuestra capacidad de entendimiento. Hace unas semanas, el cad¨¢ver de un ni?o sirio boca abajo en la orilla de una playa turca conmocion¨® a la opini¨®n p¨²blica. Esta avalancha de los otros nos incomoda cuando, ingenuamente, cre¨ªamos que nuestro parque tem¨¢tico de riqueza y confort estaba blindado por nuestras fronteras exteriores.
Craso error, esta cat¨¢strofe humanitaria, el mayo ¨¦xodo en nuestro continente desde la II Guerra Mundial, es nuestro problema. Aunque es previsible que pronto lleguemos a la fatiga de compasi¨®n ante tanta destrucci¨®n y, a sabiendas de que es una crisis extremadamente compleja con multitud de actores, es urgente detener esta carnicer¨ªa aunque para ello debamos tragar algunos sapos y, previsiblemente, negociar con el mismo diablo. Venimos de una serie larga de guerras perdidas: Irak, Afganist¨¢n, Yemen, Siria, Libia, que no han tra¨ªdo la paz ni la democracia al caldero medio oriental.
Rebatiendo aquello de que las ¨²nicas guerras que se pierden son las que no se dan. Obama ha iniciado un repliegue del mundo; por falta de paciencia estrat¨¦gica, por fatiga econ¨®mica. Y ahora EE UU, por primera vez desde los setenta, cede a Rusia la iniciativa en Oriente Pr¨®ximo. Para los cr¨ªticos, Obama paga el precio de una pol¨ªtica exterior libre de riesgos.
Putin se ha saltado el derecho internacional en Crimea porque puede. Tambi¨¦n regresa a Oriente Medio, e incluso se atreve a pisar Irak
Podr¨ªamos pensar que la afirmaci¨®n extendida, Obama vacila y Putin se atreve, resume bien el nuevo juego internacional. Demasiado simple: una intervenci¨®n terrestre de EE UU no hubiera acabado con la guerra de Siria ni con el Estado Isl¨¢mico, y sus negativas consecuencias durar¨ªan d¨¦cadas. La exitosa negociaci¨®n nuclear con Ir¨¢n ha sido, de momento, un gran triunfo de Obama y de la misma surgen nuevos contornos en la regi¨®n que propician cambios hasta ahora impensables.
Rusia ser¨¢ una autocracia personal y Putin un l¨ªder sin principios, pero no es solo una gasolinera disfrazada de pa¨ªs, como la define el senador McCain. Se ha saltado el derecho internacional en Crimea porque puede. Rusia regresa a Oriente Medio, se atreve incluso a poner el pie en Irak, e interroga la capacidad de EE UU como la ¨²nica superpotencia capaz a¨²n de proyectar poder globalmente. La duda sobre el abandono estadounidense de Oriente Medio ya est¨¢ planteada.
Como ha mostrado Obama con la teocracia iran¨ª, se negocia sobre todo con los enemigos. Solo la pol¨ªtica contraterrorista que practica Washington, heredera del 11-S, no basta. Ser¨¢ necesario sumar el peso de EE UU y Rusia para lograr la paz en Siria. Combinaci¨®n de sapos y demonios que habr¨¢ que tragar. Para conseguir, como mal menor, un acuerdo federal de coexistencia entre alau¨ªes (chi¨ªes, de Assad), sun¨ªes no salafistas y los kurdos. Con la inc¨®gnita no despejada de saber si el Estado Isl¨¢mico ser¨¢ parte de una Siria segregada al modo L¨ªbano.
fgbasterra@gmail.com
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