Merkel bajo presi¨®n
M¨¢s l¨ªder que nunca en Europa y m¨¢s contestada que nunca en casa, la canciller intuye que la crisis de refugiados marcar¨¢ su lugar en los libros de historia
Para saber qui¨¦n manda en Europa basta con acercarse a un milagroso superviviente de la II Guerra Mundial: la sede de la Luftwafe, construida por el mariscal G?ring y donde ahora, paradojas de la historia, reside el m¨¢s poderoso ministerio de Hacienda de Europa. O con acudir a la sede encastillada del Bundesbank, el banco central alem¨¢n, a las afueras de Fr¨¢ncfort. Pero lo mejor, sin duda, es entrar en la canciller¨ªa, conocida por los berlineses como la lavadora por la esfera acristalada que remata el cubo de la fachada. El ministro de Finanzas, Wolfgang Sch?uble; el gobernador Jens Weidmann y sobre todo la canciller Angela Merkel llevan cinco a?os cincelando la discutida gesti¨®n de la crisis del euro, que se ha saldado con la eurozona milagrosamente intacta (por ahora). Es curioso: ese asunto parece ya casi agua pasada en esos despachos, a los que ha tenido acceso EL PA?S en una visita reciente organizada por Berl¨ªn. El centro neur¨¢lgico del poder en Alemania ya solo tiene ojos y o¨ªdos para la crisis de refugiados: Merkel, m¨¢s l¨ªder que nunca en el continente y m¨¢s contestada que nunca en su propia casa, intuye que su lugar en los libros de historia depende de c¨®mo se resuelva ese asunto.
La canciller ha manejado de forma bien distinta el problema de los refugiados respecto de la crisis del euro. Donde antes ped¨ªa rigor, ahora habla de flexibilidad. Frente a aqu¨¦l ¡°?Eurobonos? Por encima de mi cad¨¢ver¡±, ahora exige a los socios europeos que mutualicen los costes. Si en el pasado se la acusaba de ir ¡°paso a paso¡±, compartimentando los problemas sin visi¨®n de conjunto, ahora se muestra como la l¨ªder europea con m¨¢s altura de miras. Sabe que la crisis de refugiados est¨¢ aqu¨ª para quedarse: Europa perder¨¢ decenas de millones de habitantes hasta 2050, seg¨²n la ONU, mientras ?frica duplicar¨¢ su poblaci¨®n en ese plazo. Todo eso est¨¢ en el radar de Merkel, que maneja una novedosa combinaci¨®n de visi¨®n geopol¨ªtica y realpolitik.
Las entra?as del poder de la Europa merkeliana se basaban en el arte de titubear como estrategia; en la primac¨ªa de la carrera pol¨ªtica de la canciller, que escrutaba las encuestas antes de dar el m¨ªnimo paso, y, ante la duda, en poner la cultura alemana de la estabilidad por encima de todo. Esta crisis modifica esa receta. Los estragos de la cura de austeridad en Grecia se ve¨ªan por televisi¨®n, pero los efectos de la llegada de refugiados se reflejan a diario en las calles alemanas: ese detalle explica parte del cambio que se observa en la canciller.
Merkel no tolera que el Este mire hacia otro lado mientras reclama ayuda para contener a Rusia. Ni que el Sur se muestre timorato cuando Berl¨ªn considera que ha roto un tab¨² tras otro para salvar a varios pa¨ªses perif¨¦ricos. Es capaz de dejar de lado en su discurso el tradicional empacho de valores y el poder blando y asegurar que Europa tambi¨¦n sabe moverse en funci¨®n de sus m¨¢s puros intereses, por ejemplo en Turqu¨ªa. Y se enfrenta con las cr¨ªticas en casa con la misma severidad que aplicaba a Grecia: ¡°Si hay que disculparse por mostrar una cara amable, este no es mi pa¨ªs¡±.
¡°Alemania est¨¢ decepcionada con Europa¡±
Berl¨ªn muestra cierta dureza ante la negativa del Este y la reticencia del Sur por mutualizar el coste de la llegada de refugiados. En privado, el malestar del Gobierno es evidente. Lo explican a este diario dos de los economistas de cabecera del pa¨ªs: el influyente Hans-Werner Sinn (Instituto IFO) apunta que Berl¨ªn "se ve obligada a resolver en solitario" esa crisis. "Esa soledad es decepcionante: los alemanes pagaron buena parte de la factura de los rescates y la impl¨ªcita mutualizaci¨®n de deuda por parte del BCE".
Marcel Fratzscher, del DIW, dice que el modelo econ¨®mico alem¨¢n "es ahora menos exitoso de lo que su fama indica"; "Alemania est¨¢ entrando en una fase de debilidad", a?ade Sinn. "La idea de repartir cargas con los refugiados es similar a la de compartir responsabilidades que sirvi¨® para atajar otros desaf¨ªos conjuntos", seg¨²n Fratzscher.
La presi¨®n es m¨¢xima. No es solo que la oleada de refugiados vaya a cambiar profundamente Alemania durante d¨¦cadas: es que algunos mantras ya han saltado por los aires. Entre ellos, el del equilibrio presupuestario. Wolfgang Sch?uble insin¨²a que ni siquiera eso est¨¢ garantizado. Los refugiados son ahora ¡°la prioridad absoluta¡±, y Hacienda sugiere que est¨¢ en el aire la promesa de no subir impuestos. ¡°Las cuentas son claras: si no hay nuevos impuestos, o se renuncia al d¨¦ficit cero o se recortan otros gastos, aunque eso no sea muy popular¡±, sostiene una relevante figura de las finanzas alemanas.
El malestar va en aumento. Las 800.000 entradas que se estimaban hace poco se han quedado obsoletas y alg¨²n informe anticipa 1,5 millones de refugiados este a?o. La inquietud de los democristianos va en aumento, en medio de la cu?a que forman los xen¨®fobos y los que acuden a las estaciones para recibir con flores a los reci¨¦n llegados.
Las reformas que impuls¨® Gerhard Schr?der le costaron el poder por atacar el generoso Estado de bienestar que defend¨ªan sus votantes socialdem¨®cratas; ahora Merkel se enfrenta a una cuesti¨®n muy susceptible entre sus propias bases. ?Es posible que termine como Schr?der? ¡°Es la primera vez que la canciller se anticipa a la opini¨®n p¨²blica y va por delante de los acontecimientos, aunque a¨²n estemos muy lejos de nuestros l¨ªmites. Y, parad¨®jicamente, es la primera vez que la gente amenaza con darle la espalda¡±, sentencia la analista Ulrike Gu¨¦rot.
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