Los juegos del hambre de Daniel Ortega
En Nicaragua, el r¨¦gimen pretende eliminar la solidaridad por la fuerza y el hambre por decreto
La premisa de la trilog¨ªa de ficci¨®n de Suzanne Collins, que tanto ¨¦xito ha cosechado en su versi¨®n hollywoodense con Jennifer Lawrence como protagonista, es una aut¨¦ntica f¨¢bula sobre la rebeli¨®n contra los opresores. En una sociedad post apocal¨ªptica, una c¨²pula apodada El Capitolio vive atrincherada en una burbuja de poder y mantiene sojuzgada en una situaci¨®n de hambre extrema a la gran mayor¨ªa empobrecida. Cada a?o, la tiran¨ªa organiza una especie de circo romano en el que doce j¨®venes tienen que matarse entre ellos hasta que solo uno sobreviva en una grotesca competencia televisada, al mejor estilo de los reality shows de Donald Trump. Todo esto empieza a cambiar cuando la joven heroina desaf¨ªa al poder exhibiendo no solo una destreza y valent¨ªa sin l¨ªmites, sino adem¨¢s el arma secreta de la solidaridad; en vez de eliminar a sus compa?eros, les propone cooperar y actuar juntos, encendiendo as¨ª la chispa de la revoluci¨®n.
Como en estas tierras tropicales la realidad siempre doblega a la ficci¨®n, Los Juegos del Hambre del comandante Ortega y la Primera Dama superan con creces el grado de perversidad que pueda concebir la imaginaci¨®n m¨¢s desbordante de una trama novelesca. En Nicaragua, la sequ¨ªa ha provocado hambre en el corredor seco del pa¨ªs en el que habitan centenares de miles de personas en m¨¢s de 60 municipios. A pesar de la insistencia de organizaciones como C¨¢ritas, el brazo social de la iglesia cat¨®lica, el gobierno se resiste a declarar un estado de emergencia en la zona. Su alegato es que no es necesario porque ya existe un programa de ayuda oficial para paliar el hambre, sin embargo, en las comunidades la gente se queja porque la ayuda no es suficiente para todos y la poca que llega se distribuye privilegiando a los partidarios del r¨¦gimen.
Ante ese drama humanitario, naci¨® la iniciativa de los productores de Nueva Guinea y R¨ªo San Juan, campesinos de tierra adentro que desde hace m¨¢s de dos a?os se oponen a la concesi¨®n del canal interoce¨¢nico que amenaza con expropiar sus tierras y provocar da?os ireversibles en el medio ambiente del lago Cocicolba. Liderados por Francisca Chica Ram¨ªrez de la comarca La Fonseca, estos productores desafiaron al Capitolio local implantado en la Secretar¨ªa del FSLN y reunieron 800 quintales de alimentos para donarlos a mil familias de la zona seca de Nueva Segovia, ubicada a m¨¢s de 400 kil¨®metros de distancia. Su delito, aparentemente, fue apelar a la solidaridad sin solicitar un permiso oficial y promover un encuentro con las v¨ªctimas del hambre sin ninguna clase de intermediarios. La respuesta inmediata fue un operativo policial decomisando los cuatro camiones en que eran transportados los alimentos, para impedir que fueran distribuidos a las familias que padecen hambre.
Cinco horas despu¨¦s, la primera dama Rosario Murillo hizo circulara una lista selectiva de destinatarios un comunicado atribuido al Sistema Nacional de Atenci¨®n, Prevenci¨®n y Mitigaci¨®n de Desastres (Sinapred), en el que, sin mencionarlo, justifica el acto de vandalismo policial. El mensaje dirigido exclusivamente a instancias oficiales?¨Cmedios sandinistas, diputados oficialistas, polic¨ªa, gabinete, secretarios pol¨ªticos, los operadores pol¨ªticos Fidel Moreno y Gustavo Porras, el servicio exterior, as¨ª como al embajador de Venezuela y funcionarios de la FAO en Nicaragua¨C nos da la buena nueva de un acto de benevolencia presidencial para proteger a la poblaci¨®n de consumir alimentos en mal estado. Sin demostrar el sustento legal de la nueva atribuci¨®n de Sinapred y sin que el pa¨ªs est¨¦ oficialmente en emergencia, el gobierno ha decretado que: ¡§toda ayuda que se quiera hacer llegar a las personas y familias afectadas por alguna situaci¨®n debe ser canalizada a trav¨¦s de Sinapred, en especial cuando se trata de alimentos lo que permitir¨¢ reducir los riegos de cualquier afectaci¨®n secundaria al consumo de los mismos¡§.
Ir¨®nicamente, el autollamado r¨¦gimen ¡§Cristiano, Socialista, y Solidario¡§, ahora pretende eliminar el hambre por decreto y aplastar la solidaridad por la fuerza. En los Juegos del Hambre de Ortega y Murillo, el hambre simplemente no existe fuera de los programas oficiales destinados a mitigarla a cambio de lealtades pol¨ªticas, y por lo tanto, la solidaridad con los que padecen hambre, al margen del gobierno, tampoco resulta tolerable. Pero en el af¨¢n por imponer una nueva represalia contra los campesinos que se oponen a la concesi¨®n canalera, el r¨¦gimen est¨¢ reconociendo la doble falacia de su estrategia pol¨ªtica disfrazada de seguridad alimentaria. Primero, ha dictado una norma que resulta pr¨¢cticamente inaplicable pues no tiene capacidad para controlar la acci¨®n espont¨¢nea que desde hace a?os desarrollan decenas de organizaciones como C¨¢ritas de la iglesia cat¨®lica, Soynica, Acci¨®n contra el Hambre, las iglesias evang¨¦licas, as¨ª como empresas privadas y asociaciones que diariamente apoyan con alimentosa comedores populares en barrios y escuelas. Y segundo, el r¨¦gimen ha puesto en evidencia que su verdadero inter¨¦s no son las pol¨ªticas alimentarias ni el bienestar de la poblaci¨®n, sino mantener a toda costa el monopolio de la intermediaci¨®n pol¨ªtica, econ¨®mica y social con los pobres, un mecanismo de control que est¨¢ siendo amenazado por el surgimiento de redes solidaridad, como el propio movimiento anticanal, y las protestas contra la miner¨ªa en Rancho Grande y Mina El Lim¨®n.
Para un r¨¦gimen autoritario, no existe nada mas subversivo que la fuerza de la solidaridad, cuando los ciudadanos se deciden a luchar y arriesgarse por una causa justa, y Ortega sabe muy bien que esta no es otra pel¨ªcula de Hollywood.
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