China y Taiw¨¢n, una dif¨ªcil relaci¨®n de vecindad durante 65 a?os
La enemistad que sigui¨® a la victoria de los comunistas de Mao sobre los nacionalistas de Chiang Kai-shek en 1949, ha definido la pol¨ªtica bilateral de ambos pa¨ªses
Un joven soldado taiwan¨¦s, con un paquete de documentos confidenciales bien a cubierto, se lanz¨® al mar el 22 de mayo de 1979. Contra todo pron¨®stico, Lin Zhengyi consigui¨® cruzar a nado un vigilad¨ªsimo estrecho de Taiw¨¢n y completar su deserci¨®n a la China continental. Cinco meses antes, el Gobierno de la isla hab¨ªa sufrido el mayor rev¨¦s diplom¨¢tico de su historia: su gran aliado, EE UU, establec¨ªa relaciones plenas con Pek¨ªn y dejaba de reconocer al taiwan¨¦s como el Gobierno leg¨ªtimo de China. Lin, que cambi¨® su nombre a Lin Yifu, lleg¨® a ser economista jefe y vicepresidente del Banco Mundial. En una carta a su familia, aseguraba que ¡°creo que volver a la patria es una inevitabilidad hist¨®rica. Tambi¨¦n es la opci¨®n ideal¡±. El precio, dejar atr¨¢s a una esposa embarazada y dos hijos a los que no volver¨ªa a ver hasta a?os despu¨¦s.
Lin, que hoy es profesor de la Universidad de Pek¨ªn y asesor del Ejecutivo chino, es uno del pu?ado de desertores que pas¨® al otro bando en la ¨¦poca de mayor rivalidad entre China y Taiw¨¢n, cuando las relaciones entre ambos lados del estrecho se limitaban al lanzamiento ocasional de rondas de artiller¨ªa contra algunas de sus islas. Era una situaci¨®n que comenz¨® en 1949, cuando los comunistas de Mao Zedong derrotaron a los nacionalistas en la guerra civil china y los leales a Chiang Kai-shek se refugiaron en Taiw¨¢n, que hac¨ªa solo cuatro a?os hab¨ªa quedado bajo soberan¨ªa china tras la derrota japonesa en la Segunda Guerra Mundial. Familias enteras quedaron separadas, y tardar¨ªan d¨¦cadas en poderse volver a ver.
Sin una declaraci¨®n formal de fin de la guerra, ambas partes continuaron clamando que representaban el Gobierno leg¨ªtimo de toda China. De ambos lados se tramaban operaciones contra lo que a¨²n consideraban el enemigo. En los a?os cincuenta, ambos estuvieron en varias ocasiones al borde de la guerra. Estados Unidos desplegaba a su S¨¦ptima Flota en el estrecho para proteger a su aliado.
Las tornas empezaron a cambiar en 1971, cuando Pek¨ªn pas¨® a ocupar el asiento correspondiente a China en Naciones Unidas que hasta entonces ocupaba Taipei. Y se alteraron definitivamente en 1979, tras la aproximaci¨®n entre Washington y Pek¨ªn auspiciada por la Administraci¨®n Nixon en EE UU y un Gobierno chino enfrentado irremisiblemente con Mosc¨². Aunque manten¨ªa su compromiso de defensa de la isla, Washington hab¨ªa decidido apostar por una China posmao¨ªsta que, liderada por Deng Xiaoping, sopesaba sus primeros pasos en un largo proceso de reforma y apertura que la convertir¨ªa, 30 a?os despu¨¦s, en la segunda potencia del mundo.
En 1987, Taiw¨¢n autoriz¨® por primera vez la visita de sus ciudadanos a la China continental. Antiguos soldados del Ej¨¦rcito nacionalista pudieron, por primera vez en d¨¦cadas, reunirse con los familiares que hab¨ªan dejado atr¨¢s. En 1991, Taipei levantaba el estado de emergencia en el que hab¨ªa vivido desde el fin de la guerra. Por primera vez, ambos Gobiernos establec¨ªan organismos encargados de hablar con la otra parte.
Esa aproximaci¨®n amenaz¨® con irse al traste en los ¨²ltimos a?os del mandato de Lee Teng-hui. Tras a?os de una pol¨ªtica oficial taiwanesa que insist¨ªa en la reunificaci¨®n, Lee empez¨® a coquetear con la corriente independentista. En China, el presidente Jiang Zemin orden¨® en 1996 una prueba de misiles que deb¨ªa servir como advertencia en las elecciones taiwanesas. El experimento de Pek¨ªn fracas¨® estrepitosamente. En 2000, el Partido Dem¨®crata Progresista (PDP) derrotaba por primera vez en la posguerra al Kuomintang. El proindependentista Chen Sui Bian resultaba elegido presidente taiwan¨¦s, y reelegido en 2004.
Al tiempo que las relaciones comerciales continuaban en aumento exponencial, mientras China se convert¨ªa en la ¡°f¨¢brica del mundo¡±, en 2005 Pek¨ªn aprobaba una ley que hac¨ªa ilegal una declaraci¨®n de independencia taiwanesa, y autorizaba a emplear las armas para neutralizarla.
La vuelta al poder del Kuomintang en 2008, de la mano del prochino Ma Ying-jeou, abri¨® una etapa dorada en las relaciones bilaterales, que nunca han sido tan estrechas. Ambos Gobiernos firmaron en 2010 un amplio acuerdo de cooperaci¨®n econ¨®mica.
Pero pese a la sinton¨ªa entre ambos Ejecutivos, en Taiw¨¢n el sentimiento de identidad propia no ha dejado de aumentar en estos a?os. Una encuesta el pasado febrero del centro de estudios Taiwan Braintrust indica que un 90% de los habitantes de la isla se declaran taiwaneses antes que chinos si tienen que elegir entre los dos. El cada vez mayor peso chino en la econom¨ªa de la isla, sumado a lo que se percibe como intransigencia de Pek¨ªn en casos como las demandas de mayor democracia en Hong Kong, han aumentado la suspicacia hacia la China continental en amplios sectores de la poblaci¨®n.
?Las encuestas apuntan a una rotunda victoria del PDP y su candidata Tsai Ing-wen, considerada pr¨®xima a las posiciones independentistas, en las pr¨®ximas elecciones del 16 de enero. Es una perspectiva que horroriza a Pek¨ªn. Hasta tal punto que ha decidido usar un cartucho al que se ha resistido todos estos a?os para no dar legitimidad al Ejecutivo en Taipei. El s¨¢bado en Singapur, por primera vez en la historia, un presidente chino, Xi Jinping, se reunir¨¢ con uno taiwan¨¦s, Ma Ying-jeou. Aunque no como l¨ªderes de un pa¨ªs, sino de partidos.
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