¡°Su deseo era alcanzar el martirio¡±
La viuda de uno de los militares iran¨ªes muertos en Siria refleja el respaldo de la poblaci¨®n a la implicaci¨®n de Teher¨¢n en el conflicto
¡°Desde que le conoc¨ª sab¨ªa que su deseo era alcanzar el martirio y al final pudo cumplirlo¡±, conf¨ªa Fatemeh, la viuda de un militar iran¨ª muerto en Siria. Al menos 136 iran¨ªes han perdido la vida en ese pa¨ªs, seg¨²n un recuento de las v¨ªctimas que publican los medios locales, una veintena de ellos s¨®lo en octubre. A pesar de esos datos, Ir¨¢n insiste en que no tiene ¡°presencia militar¡± en Siria y que su misi¨®n all¨ª se limita a asesorar. De momento no se ha abierto un debate en la sociedad iran¨ª, donde la mayor¨ªa ni siquiera cuestiona por qu¨¦ hay tantas v¨ªctimas si no participan directamente en la guerra.
No hay l¨¢grimas en los ojos de Fatemeh. Tampoco en los del resto de quienes rodean la tumba de Abdollah Bagheri, en el cementerio de Behesht-e Zahra (el Para¨ªso de Zahara), al sur de Teher¨¢n. Bagheri, de 34 a?os, muri¨® el pasado 22 de octubre ¡°defendiendo un santuario en las cercan¨ªas de Aleppo¡±, seg¨²n inform¨® la agencia iran¨ª Fars. Desde entonces, familiares y amigos se han asegurado que no falten p¨¦talos frescos sobre su l¨¢pida. Con enorme entereza, ofrecen dulces a quienes la visitan. La fe es un poderoso consuelo para estos fervorosos creyentes.
¡°S¨ª, sab¨ªa que estaba en Siria; llevaba all¨ª 20 d¨ªas. Me esperaba su muerte porque era consciente de que se iba a una guerra y que pondr¨ªa en peligro su vida. No s¨¦ lo que hac¨ªa all¨ª, pero ¨¦l era francotirador¡±, relata con voz queda la viuda.
Bagheri, como la mayor¨ªa de los ca¨ªdos en Siria, era miembro del Cuerpo de Guardianes de la Revoluci¨®n, tambi¨¦n conocidos como Pasdar¨¢n, el ej¨¦rcito ideol¨®gico fundado por el ayatol¨¢ Jomeini. Pertenec¨ªa a una unidad de ¨¦lite llamada Jaish Ansar (Ej¨¦rcito de los Partidarios), encargada de la seguridad de los altos funcionarios, y como tal fue guardaespaldas del expresidente Mahmud Ahmadineyad, a quien pudo verse en su funeral.
El rinc¨®n de los 'm¨¢rtires' afganos
"Hay una veintena de m¨¢rtires afganos enterrados aqu¨ª. El primero, Davud Sharifi, lleg¨® hace un a?o y medio", cuenta Mohsen, un iran¨ª de 20 a?os que aspira entrar en la unidad de comandos de los Pasdar¨¢n y los fines de semana trabaja como voluntario en el camposanto. "La Fundaci¨®n de los M¨¢rtires se encarga de dar un estipendio mensual a sus viudas o a sus padres, pero no es muy alto", a?ade.
Mohsen se declara horrorizado por la brutalidad del Estado Isl¨¢mico (ISIS, en sus siglas inglesas). "He estado presente en el enterramiento de muchos m¨¢rtires. A menudo han sido decapitados despu¨¦s de su muerte. Algunos llegan sin cabeza porque los del Daesh las arrojan lejos de los cuerpos", revela usando el acr¨®nimo ¨¢rabe para el grupo. Ese disgusto hacia los yihadistas sun¨ªes es compartido incluso entre los sectores menos religiosos.
¡°Siempre me dije que si no le permit¨ªa que fuera a Siria, no podr¨ªa enfrentarme a la Santa Zeinab en el otro mundo¡±, a?ade Fatemeh cuando se le pregunta si no intent¨® disuadirle. Zeinab es la nieta de Mahoma y muy venerada por los chi¨ªes, que la creen enterrada en un santuario a las afueras de Damasco, algo que desde el inicio del conflicto sirio ha dado pie para que Ir¨¢n enviara voluntarios en su defensa.
Teher¨¢n admiti¨® haber despachado ¡°asesores militares¡± a Siria en septiembre de 2012, 15 meses despu¨¦s de que se iniciaran las protestas contra el r¨¦gimen de Bachar el Asad. ¡°Estamos proporcionando ayuda intelectual y de asesoramiento a Siria como parte de lo que el l¨ªder supremo ha llamado el Eje de la Resistencia. Ir¨¢n est¨¢ orgulloso de este apoyo¡±, anunci¨® el general Mohammad Ali Jafari, comandante jefe de los Pasdar¨¢n, en una conferencia de prensa.
Seg¨²n? EE UU, hay ¡°algo menos de 2.000 soldados iran¨ªes ayudando a El Asad¡±. El analista militar Brian M. Downing estima que la Rep¨²blica Isl¨¢mica ha enviado a Siria a ¡°unos cuatro mil combatientes chi¨ªes reclutados entre los hazara de Afganist¨¢n y la mayor¨ªa ¨¢rabe de Irak, y un peque?o contingente de sus propias tropas de tierra¡±. Una veintena de tumbas recientes en el sector afgano del cementerio de los m¨¢rtires da fe esa participaci¨®n.
¡°La mayor¨ªa de los iran¨ªes no respaldamos que nuestro Gobierno se inmiscuya en L¨ªbano y Siria, pero el Daesh [Estado Isl¨¢mico] es el mayor enemigo del mundo y cuenta con el respaldo de Arabia Saud¨ª. Si no le plantamos cara all¨ª, la guerra puede llegarnos a casa¡±, resume un hombre de negocios haci¨¦ndose eco de un sentir bastante extendido.
Otros dudan de que la amenaza sea tan grande. Aun as¨ª, entienden que hay intereses geoestrat¨¦gicos en juego y aceptan el coste humano. ¡°Quienes mueren son profesionales de los Pasdar¨¢n o voluntarios; saben d¨®nde se meten, nadie les obliga¡±, apunta un profesor. Pero tambi¨¦n hay una parte de la sociedad que ve el conflicto en t¨¦rminos sectarios. Aunque los chi¨ªes son mayor¨ªa en Ir¨¢n, son minoritarios en el islam, y muchos est¨¢n convencidos de que su existencia en la regi¨®n est¨¢ amenazada si cae El Asad.
¡°Es nuestro deber religioso¡±, responden a una tres hombres junto a la tumba de su amigo Ali Amrai, un basiy¨ª (voluntario isl¨¢mico), de 30 a?os, que muri¨® en la ciudad siria de Daraa el pasado 23 de junio. Aseguran que desean seguir sus pasos, pero que ahora las autoridades no se lo permiten. S¨®lo uno, Mohamed Reza, ha logrado colarse en una lista y espera que le llamen en las pr¨®ximas semanas. ¡°No, no me da miedo; amamos el martirio¡±, manifiesta a pesar de estar casado y tener un hijo. ¡°Este cementerio est¨¢ lleno de m¨¢rtires de la guerra de Irak; si nos diera miedo la muerte, hubi¨¦ramos perdido la guerra¡±, a?ade Hamid Reza.
El rostro blanqu¨ªsimo de Fatemeh contrasta con el negro del chador con el que se envuelve. Parece m¨¢s joven de los 31 a?os que declara. El martirio de su marido la ha dejado sola y con dos hijas, Mohadeseh, de 12 a?os, y Zeinab, de 4. Pero ni por un instante parece dudar. ¡°Econ¨®micamente no tenemos problemas porque la ley establece que yo siga recibiendo su sueldo¡±, explica. ?Y qu¨¦ les ha dicho a las ni?as? ¡°Que su padre est¨¢ en el para¨ªso, que es el mejor lugar del mundo y que alg¨²n d¨ªa nos encontraremos con ¨¦l all¨ª¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.