Creer para ver
Toda fotograf¨ªa revela m¨¢s sobre qui¨¦n se encuentra tras la c¨¢mara que todo aquello que le queda al tiro
Alguno de los entra?ables personajes con los que so?aba Eliseo Alberto en sus novelas ejemplares decide a la mitad de un p¨¢rrafo desafiar la l¨®gica de un dicho y proclama que quiere Creer para ver, pues conf¨ªa ciegamente en que s¨®lo precisa de la fe que siente por la consecuci¨®n de un beso para que ¨¦ste le llegue a los labios, porque no necesita ver el p¨¦talo morado de una buganvilia para palpar su aroma o porque incluso en la madrugada m¨¢s densa percibe la promesa del amanecer. En este mundo cada vez m¨¢s propenso a la desconfianza y la opini¨®n instant¨¢nea, con tanta reprobaci¨®n por v¨ªa de la ignorancia y tanto aplauso sin conocimiento de por medio, parece predominar un h¨¢lito de que todos debemos Ver para creer, por encima de las corazonadas humildes, la intuici¨®n que no es vaga y como si todo lo que nos rodea ¨Cpersonas, ideas, b¨¢rtulos y hasta bol¨ªgrafos¡ªexigieran ser probados de antemano, verificados por adelantado, vistos para pasar revista.
En uno de los seis experimentos que realiza la empresa fotogr¨¢fica Canon en su af¨¢n por estimular la creatividad tras el lente con un proyecto llamado The Lab. En este mundo donde todo mundo ya se cree fot¨®grafo por traerlo integrado al tel¨¦fono, decidieron reunir en un amplio escenario bien iluminado a seis fot¨®grafos al azar, con la misi¨®n de retratar cada uno de ellos a un hombre. ?Qu¨¦ tanto influye la mirada del fot¨®grafo en lo que se fija a trav¨¦s del objetivo? A Chris Meredith, Jin Lim, Lyndal Irons, Kaet Disher-Quill, Trsitan Stefan Edouard y Franky Tsang se les brind¨® absoluta libertad para el encuadre, luces, lente, perfil y sombras con los que cada uno por separado habr¨ªa de fotografiar al hombre de dos metros de robusta estatura, calvo y sonriente, quien fue presentado ante ellos como Michael con seis diferentes biograf¨ªas: a uno de los fot¨®grafos se le dijo que se trataba de un expresidiario, al otro le dijeron que era un millonario, al siguiente: que era un hombre que hab¨ªa salvado la vida de alguien y en las otras tres presentaciones escuetas lo definieron como pescador comercial due?o de su propio nav¨ªo, alcoh¨®lico con alg¨²n tiempo en sobriedad y como vidente, capaz de ver el aura de las personas o percibir mensajes del m¨¢s all¨¢.
Al t¨¦rmino de las respectivas sesiones ¨Cy una vez impresas las mejores fotograf¨ªas de cada uno de los seis fot¨®grafos¡ªse colgaron en una cuerda como prendas de un vestuario variopinto seis perspectivas absolutamente contrastantes entre ellas. El mismo hombr¨®n llamado Michael retratado de seis diferentes maneras. En los di¨¢logos al vuelo que cada uno de los fot¨®grafos sosten¨ªa con el modelo se transpiraba una suerte de predisposici¨®n en acomodarle el rostro, o sentarlo con las estiradas sobre un banco o pedirle que concentrara la mirada frunciendo el ce?o¡ quiz¨¢ por ello, las seis diferentes fotograf¨ªas retratan la cara que cada uno de los fot¨®grafos deseaba revelar sobre un mismo rostro.
Ver para creer, el experimento se localiza f¨¢cilmente el YouTube bajo el t¨ªtulo THE LAB: DECOY- A portrait session with a twist y Creer para ver, que cada quien en cada cual eval¨²e si todo lo que vemos lleva impl¨ªcito una ponderaci¨®n mayor al objeto, rostro, problema o utop¨ªa que observamos o dicho de otro modo, quedemos en que quiz¨¢ toda fotograf¨ªa revela m¨¢s sobre qui¨¦n se encuentra tras la c¨¢mara que todo aquello que le queda al tiro.
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