Ni contigo ni sin ti
China teme que el delicado equilibrio pueda romperse en las presidenciales de Taiw¨¢n
El protocolo deb¨ªa estar milim¨¦tricamente calculado. El lugar elegido era Singapur, conocida como la tercera China porque el 80% de su poblaci¨®n es han y su lengua oficial el chino-mandar¨ªn, por ello territorio neutral; el tratamiento entre los dos mandatarios ser¨ªa se?or (xiansheng), para que ninguno tuviera que reconocer en el otro su alta representaci¨®n estatal; en la reuni¨®n se llamar¨ªan l¨ªder de aquel lado o de este lado; no pod¨ªa haber banderas ni alusi¨®n alguna a los dos Estados que se disputaban un solo pa¨ªs; y la cena la pagar¨ªan a escote, para que no hubiera anfitri¨®n. Un presidente chino, Xi Jinping, y chino-taiwan¨¦s, Ma Ying-jeou, se reun¨ªan por primera vez desde la victoria de Mao en la guerra civil (1949), que hab¨ªa obligado al l¨ªder nacionalista Chiang Kai-chek a refugiarse en la isla que los portugueses bautizaron Formosa.
El estado de guerra entre los dos Estados, con enconados duelos artilleros entre el continente y las islas de Quemoy y Matsu en los cincuenta, tuvo su punto culminante con la expulsi¨®n de Taiw¨¢n de la ONU y su sustituci¨®n por China en el Consejo de Seguridad en 1971. Solo en 1992 los dos Estados llegaban a un modus vivendi de coexistencia pac¨ªfica y cooperaci¨®n econ¨®mica, de acuerdo con su com¨²n principio de que ambos son China y China no hay m¨¢s que una; pero solo el gigante continental deseaba la reunificaci¨®n inmediata, mientras que la isla recitaba el mantra de que Pek¨ªn deb¨ªa democratizarse primero, y en esa confortable salvedad viv¨ªa Taipei, sin ninguna prisa por alterar el statu quo.
China teme, sin embargo, que ese delicado equilibrio pueda romperse el 16 de enero si, como parece probable, Tsai Ing-wen, candidata del partido taiwan¨¦s (PDP) derrota en las presidenciales a su oponente nacionalista. El Partido Democr¨¢tico Progresista pretende que Taiw¨¢n sea formalmente lo que ya es, otro pa¨ªs, otro Estado, para lo que deber¨ªa mediar una declaraci¨®n de independencia. Pero Pek¨ªn ha advertido repetidamente que en ese caso usar¨ªa la fuerza, y no est¨¢ claro si EE UU defender¨ªa la isla, como hizo en los cincuenta interponiendo su flota en las 100 millas de mar que separan a Taiw¨¢n del continente.
El PDP ya gobern¨® de 2000 a 2008, bajo el presidente Chen Sui Bian que, en entrevista con el autor, dejaba bien claro que cuando dec¨ªa China se refer¨ªa a un pa¨ªs extranjero, aunque no por ello se atreviera a provocar al tigre que apenas comenzaba a desperezarse. Y China, que se fortifica en el Este asi¨¢tico construyendo islotes con pistas de aterrizaje en aguas igualmente reivindicadas por su pariente insular, trompetea que esa situaci¨®n de tablas no puede ser definitiva. La isla es quien parece haber salido mejor parada de una cumbre en la que, pese a tantas chinoiseries protocolarias, trataba al m¨¢ximo nivel con quien no la reconoce. Y si ambas capitales se encastillan, Pek¨ªn en la jaculatoria: Un pa¨ªs, dos sistemas, y Taiw¨¢n: Un pa¨ªs, dos interpretaciones diferentes, los sistemas pueden convivir, pero las interpretaciones, democracia o dictadura, son gravemente incompatibles.
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