La matanza que esquiv¨® el Estadio de Francia
Los vecinos de Saint-Denis tratan de entender por qu¨¦ no se produjo una masacre a pesar de la presencia de tres suicidas
Farid, de 30 a?os, conoce perfectamente el sonido de una bomba porque vivi¨® en Argelia hasta los 16 a?os, cuando su familia huy¨® del horror de la guerra civil para instalarse en Saint-Denis, en los alrededores de Par¨ªs. Por eso, cuando escuch¨® dos detonaciones cerca del final de la primera parte del partido Francia-Alemania celebrado el viernes por la noche en el Estadio de Francia, supo inmediatamente que no eran petardos. Pero no se le ocurri¨® que fuesen ataques suicidas porque el partido continu¨® hasta el final. S¨®lo entonces, avisado por mensajes de texto de familiares, se dio cuenta de la tragedia que hab¨ªa comenzado all¨ª: la peor ofensiva terrorista que ha padecido la capital francesa en su historia.
¡°Esto lo hemos visto muchas veces en Argelia, los suicidas, el yihadismo, el terrorismo contra civiles¡±, explica Farid, que prefiere no decir su nombre y que trabaja en la secci¨®n de contabilidad de una gran empresa. Como otros habitantes de Saint-Denis, un suburbio popular de Par¨ªs con una fuerte presencia de emigrantes de todo el mundo, se ha acercado en la ma?ana del s¨¢bado hasta el grandioso Estadio de France, construido para la Copa del Mundo de F¨²tbol de 1998. Pese al severo cord¨®n de las fuerzas de seguridad, que no dejan pasar ni siquiera a los vecinos o a la gente que trata de recuperar un veh¨ªculo, se puede observar a los miembros de la brigada cient¨ªfica recoger pacientemente evidencias.
Todo se ha quedado exactamente como estaba: los vasos de pl¨¢stico acumulados, una barra que ofrec¨ªa cerveza, los papeles que se mueven entre las hojas sin barrer¡ Todos los comercios cl¨¢sicos del mundo de la periferia francesa, una gran tienda de deportes u otra de bricolaje, que rodean el estadio permanecen cerrados a cal y canto. Muchas preguntas siguen sin respuesta para los habitantes de Saint-Denis que se acercan como si quisiesen comprobar que algo as¨ª ha podido ocurrir cerca de su casa. Entre las 21.25 y las 21.53 tres terroristas suicidas hicieron estallar sus cargas explosivas cerca de las puertas H y D y de un McDonald's un poco m¨¢s alejado del estadio. Murieron los tres terroristas y otra persona, mientras en el este de Par¨ªs se desataba el infierno. ¡°?Por qu¨¦ no entraron en el estadio? ?Por qu¨¦ no se hicieron estallar en mitad de la multitud?¡±, se preguntaba un joven, que tampoco quer¨ªa revelar su identidad.
Seg¨²n el relato de un guardia a The Wall Street Journal a uno de los suicidas se le impidi¨® la entrada al estadio, en el que se encontraban 80.000 personas entre ellas el presidente franc¨¦s, Fran?ois Hollande, y fue entonces cuando hizo estallar su carga explosiva. El partido continu¨® para evitar el p¨¢nico, seg¨²n el relato de la agencia France Presse, y s¨®lo cuando la polic¨ªa asegur¨® todas las salidas se produjo la evacuaci¨®n con la escena que ha dado la vuelta al mundo de cientos de personas cantando La Marsellesa mientras abandonan la instalaci¨®n deportiva. Farid reconoce que, aunque la evacuaci¨®n fue muy ordenada, pas¨® momentos de miedo hasta que se sinti¨® totalmente a salvo.
Una pareja formada por un brasile?o y una portuguesa, que acaban de mudarse desde Barcelona, se encuentra tambi¨¦n cerca de la barrera policial. Frederico Duarte, fot¨®grafo de 37 a?os, y Gabriela Claro, educadora de 36 a?os, resumen bastante Saint-Denis: un lugar en el que se instalan muchos emigrantes que encuentran Par¨ªs insoportablemente caro. Estaban en su casa, a unos cientos de metros, y se dieron cuenta de que algo raro pasaba cuando escucharon los helic¨®pteros y las sirenas. Fueron las llamadas desde Brasil y Espa?a las que les alertaron del horror. ¡°Hemos vivido muchos a?os en S?o Paulo, conocemos la violencia¡±, explica Duarte. ¡°Pero el terrorismo es diferente: son personas que, desde el primer momento, salen a matar¡±.
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