Enredos en la pol¨ªtica com¨²n
Urge adecuar los modos de intercambio de informaci¨®n entre los pa¨ªses de la UE
No fueron suficientes los miles de muertos en atentados perpetrados por los etnonacionalistas de ETA, los ultraizquierdistas de la Fracci¨®n del Ej¨¦rcito Rojo o los neonazis de Ordine Nero, entre muchas otras organizaciones terroristas de distinta orientaci¨®n ideol¨®gica activas en Europa Occidental durante las ¨²ltimas d¨¦cadas del pasado siglo. Casi tres mil fallecidos el 11 de septiembre de 2001, pero al otro lado del Atl¨¢ntico, en la m¨¢s emblem¨¢tica de las ciudades norteamericanas, fueron los que precipitaron un com¨²n antiterrorismo europeo. Que as¨ª fuese como se avanzaron importantes medidas judiciales y policiales conjuntas, en lugar de hacerlo antes y por una cuesti¨®n de solidaridad entre democracias liberales, ser¨¢ siempre vergonzante.
Sin embargo, hasta que se produjo la matanza terrorista del 11 de marzo de 2004 en Madrid, las ¨¦lites pol¨ªticas y los ciudadanos europeos no dejaron de percibir el terrorismo yihadista como dirigido ante todo contra Estados Unidos, la mayor potencia del mundo occidental. Incluso entonces, cuando ya era evidente que el terrorismo directa o indirectamente relacionado con Al Qaeda mataba sobre todo musulmanes, en Espa?a se plante¨® frente al mismo la idea, a ese respecto incoherente, de una alianza de civilizaciones. La invasi¨®n de Irak, con la falaz excusa de combatir el terrorismo, propici¨® que se vulgarizase una supuesta causalidad entre pol¨ªtica exterior y amenaza terrorista, al tiempo que impidi¨® un consenso antiterrorista entre los europeos.
Hubo que esperar a que tuviesen lugar los atentados del 7 de julio de 2005 en Londres para que la Uni¨®n Europea (UE) adoptase formalmente una estrategia colectiva de lucha contra el terrorismo y acordara un plan de acci¨®n para implementarla. Esa estrategia subraya, en consonancia con valores propios de las democracias liberales, la necesidad de combatir el terrorismo respetando los derechos humanos. Pero denota algunas m¨¢s que notables incoherencias. A buen seguro que estas son calculadas y obedecen a supuestos criterios de correcci¨®n pol¨ªtica, pero suscitan confusi¨®n tanto respecto a la naturaleza de la mayor amenaza terrorista que se cierne sobre las sociedades europeas desde hace dos d¨¦cadas como a los medios requeridos para contrarrestarla.
Continuamos reaccionando ante el terrorismo global ¨²nicamente a golpe
de grandes atentados
Una de esas incoherencias reside en el hecho de que la estrategia, con el pretexto de no exacerbar divisiones, elude vincular tipo alguno de terrorismo con el fundamentalismo religioso. Menos a¨²n el actual terrorismo internacional con una determinada manera de entender la fe isl¨¢mica, pese a que los responsables de matanzas como las ya aludidas del 11-M y del 7-J, o la del pasado 13 de noviembre en Par¨ªs, apelan precisamente a su adhesi¨®n a una versi¨®n del salafismo para llevarlas a cabo. Tambi¨¦n pese a que, tras atentados como esos, nuestras autoridades invariablemente hablan de impedir pr¨¦dicas extremistas en las mezquitas o se re¨²nen con l¨ªderes no radicales de las comunidades musulmanas para recabar de ellos condenas expl¨ªcitas del terrorismo.
Otra incoherencia apreciable en la estrategia de la UE contra el terrorismo tiene que ver con los medios militares. Son aludidos de manera imprecisa, dentro del apoyo operativo entre pa¨ªses si ocurre un incidente terrorista con implicaciones transfronterizas y para gesti¨®n de emergencias. Parece insuficiente en un documento que debe explicar a los ciudadanos qu¨¦ hacer ante la amenaza m¨¢s compleja y destructiva del terrorismo, inherente a organizaciones yihadistas con bases fuera de la UE. A¨²n m¨¢s cuando por medios militares se desbarat¨® en 2013 el condominio yihadista del norte de Mal¨ª que habr¨ªa supuesto un santuario para Al Qaeda pr¨®ximo al sur de Europa o cuando hay pa¨ªses de la UE implicados desde septiembre de 2014 en misiones militares contra el Estado Isl¨¢mico.
En realidad, esto ¨²ltimo es reflejo de las disparidades que, aun contando formalmente con un enfoque com¨²n, existen de unos pa¨ªses europeos a otros en la percepci¨®n de la amenaza terrorista por parte de sus ¨¦lites pol¨ªticas y de sus ciudadanos o en los factores legales e institucionales que configuran los respectivos sistemas nacionales antiterroristas. Por eso la implementaci¨®n nacional de las decisiones vinculantes que en materia de lucha contra el terrorismo se toman en el ¨¢mbito intergubernamental dentro de la Uni¨®n Europea ha adolecido y adolece de serias deficiencias que inciden negativamente sobre una efectiva cooperaci¨®n. Sin olvidar los intereses y prioridades nacionales, que en las d¨¦cadas previas al 11-S incluso la imped¨ªan.
Queda mucho por hacer antes de tomar iniciativas que supongan un menoscabo de derechos fundamentales
Los europeos contin¨²an reaccionando ante el terrorismo global a golpe de grandes atentados. Ahora es Francia, cuyas autoridades se despreocuparon durante d¨¦cadas de c¨®mo los terroristas de ETA cruzaban en uno y otro sentido la frontera con Espa?a, la que exige algo tan obvio como que sean escaneados los documentos de quienes entren en la Uni¨®n Europea y cruzar esa informaci¨®n con la base de datos de Interpol y del SIS?II. Igualmente perentorio es contar con un registro de nombres de pasajeros y almacenar los datos durante un tiempo que corresponda con el m¨ªnimo necesario para dificultar al m¨¢ximo la movilidad de los terroristas. O repensar los programas europeos de prevenci¨®n de la radicalizaci¨®n, hasta ahora un evidente fracaso.
Queda mucho por hacer antes de considerar iniciativas que verdaderamente supongan un menoscabo de derechos fundamentales y de libertades p¨²blicas. Urge adecuar de una vez por todas los mecanismos de intercambio de informaci¨®n y espionaje entre los pa¨ªses de la Uni¨®n Europea. Urge introducir f¨®rmulas que aseguren una real coordinaci¨®n entre los servicios antiterroristas dentro de cada pa¨ªs. A la hora de explicar c¨®mo fue posible que los terroristas del 11-M consiguieran sus prop¨®sitos, qu¨¦ circunstancias facilitaron la ejecuci¨®n de los atentados del 7-J en Londres o cu¨¢les han permitido al entramado terrorista coordinado por Abdelhamid Abaaoud intentar desde inicios de 2015 lo que finalmente han logrado el pasado 13-N en Par¨ªs, hay que subrayar antes que cualquier otra cosa los clamorosos fallos de espionaje.
Fernando Reinares es investigador principal de Terrorismo Internacional en el Real Instituto Elcano y catedr¨¢tico de Estudios de Seguridad en la Universidad Rey Juan Carlos. Actualmente profesor visitante en American University, Washington. Autor de?Matadlos! Qui¨¦n estuvo detr¨¢s del 11-M y por qu¨¦ se atent¨® en Espa?a (Galaxia Gutenberg, 2014).
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