La Am¨¦rica sin miedo
La primera necesidad de la regi¨®n es el equilibrio social y la segunda, acabar con la corrupci¨®n
Ahora ha sido Venezuela, hace 15 d¨ªas Argentina y hace meses Guatemala. Definitivamente, algo se est¨¢ moviendo en Am¨¦rica Latina. Igual que un fantasma recorr¨ªa Europa en la ¨¦poca de Marx, ahora el esp¨ªritu de una posible recomposici¨®n moral cruza desde Tierra del Fuego hasta los Andes. Despu¨¦s de que el presidente guatemalteco dimitiera por corrupci¨®n y de que Dilma Rousseff tenga que hacer frente a un proceso de impeachment, ahora le toca a Venezuela, donde la tragedia es superior a la comedia que encarna Nicol¨¢s Maduro, que dice que da lo mismo ganar o perder las elecciones, cuando sabe que ya las perdi¨®. Una elecci¨®n fracasa cuando uno no es capaz siquiera de imaginar que puede perder. Y a¨²n as¨ª, asegura que va a continuar, una afirmaci¨®n que tambi¨¦n es muestra de que algo puede cambiar.
Desde Montesquieu, la divisi¨®n de poderes y la articulaci¨®n de leyes para consagrar el balance en defensa de la sociedad son valores aceptados universalmente. El problema radica en que la mayor¨ªa de las leyes americanas tienen inspiraci¨®n sajona, pero cumplimiento latino. O dicho de otra manera, la ley, en una zona donde las instituciones siempre fracasan frente a la voluntad del que manda, no es una prescripci¨®n, sino una aspiraci¨®n. ?Entonces por qu¨¦ en este momento la corrupci¨®n se est¨¢ convirtiendo en el c¨®lera del continente? Porque con el empoderamiento del ciudadano, las leyes y el mundo plano de Internet ya no hay quien frene la avalancha de lo insostenible.
Naturalmente, como en todo gran reajuste habr¨¢ muchos errores, aunque espero que no sea otra oportunidad perdida para la Am¨¦rica de habla hispana. En el caso argentino, por ejemplo, es fundamental concentrarse en la lucha pol¨ªtica que se avecina, descarnada y con todas las caracter¨ªsticas de esa parte de Am¨¦rica. Mauricio Macri ser¨¢ un presidente que gobernar¨¢ entre un Senado y un Congreso hostiles y adem¨¢s se enfrentar¨¢ al llamado factor K, que consiste en dar un papel ¡ªcoincidiendo con la revoluci¨®n de medios de comunicaci¨®n¡ª a las nuevas generaciones.
La experiencia y el recuerdo m¨¢s inmediato generan que los argentinos tengan los m¨¢s negros pron¨®sticos sobre la manera en la que puede acabar Macri. Pero tambi¨¦n es verdad que, en la vida y en la pol¨ªtica, no se equivoca quien destierra la palabra imposible de su vocabulario, es decir, vivimos una revoluci¨®n tan profunda que todo es posible. En ese sentido, desconozco si el presidente electo representa la reestructuraci¨®n moral, pero s¨ª el encuentro con algo que ya es imposible ocultar: el hecho de que la democracia tiene est¨¦tica y sentido, aunque este ¨²ltimo haya ido desapareciendo en la Am¨¦rica que habla espa?ol. Y no porque la zona que habla ingl¨¦s sea m¨¢s fuerte, sino porque ah¨ª la mayor¨ªa de las instituciones a¨²n son m¨¢s importantes que la voluntad del ¨²ltimo poderoso.
Sin embargo, esta nueva lucha que se plantea ¡ªpor muchas vueltas ideol¨®gicas que se le den¡ª pone de manifiesto dos realidades. La primera es que Am¨¦rica en particular, y el planeta en general, est¨¢n en peligro por las brechas sociales pendientes. Y la segunda, es que ahora el mundo en el que vivimos es plano y no hace distingos ni matices. As¨ª que con esa reconversi¨®n que no es ideol¨®gica, creo que, independientemente de que enjuicien o no a Rousseff, de que triunfe o no Macri, y siempre y cuando no resulte muy sanguinaria la salida de los chavistas, un nuevo tiempo de esperanza se est¨¢ instalando en Latinoam¨¦rica.
Ahora, hay que ser consciente de que la primera necesidad de la regi¨®n es el equilibrio social y la segunda, acabar con la corrupci¨®n como sistema de vida. Sin embargo, Am¨¦rica Latina a¨²n posee algo que la hace distinta porque son tantas las pesadillas que ha vivido en tan poco tiempo que, a diferencia de lo que pasa en Europa o en Estados Unidos, es una regi¨®n que no tiene miedo y empieza a encontrar cierta ilusi¨®n perdida.
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