Los chinos que viven de la basura

La actividad en la aldea de Dongxiaokou, en las afueras de Pek¨ªn, es fren¨¦tica. Decenas de camiones, furgonetas, triciclos el¨¦ctricos, bicicletas e h¨ªbridos de todos ellos cargan y descargan todo lo imaginable: cart¨®n, madera, botellas de pl¨¢stico, hierro, cobre, aluminio, espumas... Gran parte de los desechos de la capital que se pueden aprovechar terminan all¨ª, donde cientos de personas procedentes de otras partes de China viven, en condiciones precarias, de lo que sus compatriotas tiran. La recogida informal de residuos, que las autoridades chinas consienten, es esencial para limpiar las grandes urbes chinas tras a?os de crecimiento y desarrollo urbano apabullantes. En paralelo, las ciudades invierten en instalaciones para almacenar y tratar los desechos, no siempre con la calidad medioambiental requerida. Precisamente ayer, cientos de manifestantes se enfrentaron a la polic¨ªa china en Wuhan, en la provincia de Hubei, por la construcci¨®n de un colector que basuras que, seg¨²n protestaban, perjudicar¨ªa a la salud.

Los Huang (padre, madre, abuela y dos hijos), procedentes de la provincia central de Henan, se embolsan una media de 5.000 yuanes mensuales (unos 700 euros) gracias a la compraventa de madera. Ofrecen cinco c¨¦ntimos de euro por kilo a los vendedores ambulantes que llegan hasta Dongxiaokou y despu¨¦s venden los desechos a f¨¢bricas situadas en la provincia de Hebei, colindante con Pek¨ªn, donde reutilizar¨¢n el material. "No es un mal trabajo. Tenemos nuestro propio negocio, nos da para vivir y ganamos m¨¢s que si mi marido fuera guardia de seguridad y yo cajera en un supermercado", asegura la matriarca.

Peor lo tienen los que rastrean la ciudad d¨ªa y noche. "Apenas gano 2.000 yuanes al mes (280 euros). Cada vez hay menos negocio y me compran por menos dinero. Lo hago porque si vuelvo a mi pueblo s¨®lo me queda la opci¨®n de trabajar en el campo y eso es a¨²n peor", explica Zhou, oriundo de Anhui. En su triciclo el¨¦ctrico trae la chatarra que recogi¨® a primera hora de la ma?ana. No tiene mucho tiempo para hablar; coge los 16,4 yuanes (2,3 euros) que le tocan por haber tra¨ªdo 10 kilos de hierro y 13 de cart¨®n y vuelve a la ciudad, a menos de dos kil¨®metros de distancia, para buscar m¨¢s.

Las autoridades chinas son conscientes de este fen¨®meno. Obviamente no presumen de ello, pero tampoco lo impiden porque Zhou, los Huang y otros miles m¨¢s son claves para que Pek¨ªn -y otras grandes ciudades del pa¨ªs- puedan gestionar su cada vez mayor cantidad de residuos. No hay cifras oficiales sobre su trabajo, pero los analistas coinciden en que pr¨¢cticamente todo lo que se logra reciclar en China es gracias a ellos. Algunas ONG locales estiman que en Pek¨ªn se encargan de hasta el 30% de los residuos s¨®lidos.

"Toda esta gente hace lo que el Gobierno no est¨¢ haciendo", asegura Song Guojun, profesor de la Facultad de Medio Ambiente y Recursos de la Universidad de Renmin. A pesar de que (con contadas excepciones) las principales ciudades del pa¨ªs no est¨¢n invadidas por la basura, Song subraya que el sistema es sumamente ineficiente. Los datos oficiales muestran que, por ejemplo, en Pek¨ªn se tratan 1,02 kilos de residuos por persona y d¨ªa (en Espa?a son 1,33) y que el coste de su eliminaci¨®n es de 152 yuanes por tonelada (unos 22 euros). El ¨²ltimo estudio de Song y otros investigadores, sin embargo, multiplica este coste hasta por diez. "Aqu¨ª no se recicla pr¨¢cticamente nada, as¨ª que los residuos o se entierran o se queman todos juntos. Para lidiar con tanta variedad de desechos y no superar los est¨¢ndares de emisiones hay que invertir en instalaciones muy caras", sostiene. Y eso a pesar de que, tanto en los c¨¢lculos oficiales como en los del investigador, ya se ha descontado el efecto de la brigada informal de recogida de basura que forman los inmigrantes.

El r¨¢pido proceso de urbanizaci¨®n y el continuo crecimiento econ¨®mico en China durante tres d¨¦cadas han ido acompa?ados de cantidades ingentes de residuos s¨®lidos que han abrumado a los gobiernos locales, responsables de su gesti¨®n. Primero se vert¨ªan en vertederos ilegales y despu¨¦s llegaron las plantas incineradoras, cuya instalaci¨®n ha provocado protestas de los ciudadanos ante el temor que afecte a la calidad del aire o del agua.

En general, las ciudades chinas han invertido de forma masiva en nuevas y modernas instalaciones de tratamiento de residuos, lo que explica que los ciudadanos no aprecien un problema evidente en este ¨¢mbito como s¨ª pasa con la calidad del aire. Pero esto no significa que su procesamiento sea el adecuado, dicen los expertos, especialmente en aquellas ciudades que cuentan con menos recursos financieros. "Hay muchos casos de plantas incineradoras que sobrepasan los est¨¢ndares de emisiones de gases y pruebas de que l¨ªquidos contaminantes se han filtrado desde los vertederos hasta las aguas subterr¨¢neas", explica Song.

En este sentido, un informe de la ONG china Friends of Nature denuncia que en 2014, de las 160 plantas incineradoras del pa¨ªs, 45 superaron los est¨¢ndares de emisiones de gases t¨®xicos que entrar¨¢n en vigor a partir de 2016. La cifra no ser¨ªa tan alarmante si no fuera porque las autoridades solamente les proporcionaron datos de 69 plantas. "La informaci¨®n, si existe, es vaga e incompleta y la actitud de la administraci¨®n es pasiva e ineficiente", dice el informe. La autoridad competente de Pek¨ªn se neg¨® a contestar las preguntas de este peri¨®dico sobre su sistema de gesti¨®n de residuos s¨®lidos.

Otro problema es que los inmigrantes se mueven por intereses econ¨®micos y no medioambientales. Ellos deciden qu¨¦ basura se recicla: coger¨¢n botellas de pl¨¢stico y envases, pero nunca envoltorios de caramelos o cualquier otro residuo que no puedan vender. Este fen¨®meno, seg¨²n el profesor de la universidad de Renmin, demuestra la ausencia de control y de liderazgo por parte del Gobierno: "Hay que regular el sector, fomentar el reciclaje desde el origen y controlar los vertederos e incineradoras. Pero la administraci¨®n est¨¢ muy reticente a los cambios hacia un sistema m¨¢s eficiente, hay grupos de inter¨¦s muy fuertes".

El reciclaje informal, adem¨¢s, pasa por un momento dif¨ªcil a medida que los centros de compraventa de desechos est¨¢n siendo reubicados cada vez m¨¢s lejos de Pek¨ªn. En Dongxiaokou, por ejemplo, son cada vez menos las familias que viven del negocio porque muy cerca ya se observan las gr¨²as que trabajan en nuevos bloques de viviendas. "Ser¨¢ dif¨ªcil encontrar un sitio nuevo. Cuanto m¨¢s lejos tengamos que ir, peor para el negocio", dicen los Huang, que se tendr¨¢n que mudar -a¨²n no saben d¨®nde- el pr¨®ximo a?o. Zhou ve pr¨¢cticamente inasumible seguir en el oficio cuando esto ocurra por el aumento de tiempo y costes que le supondr¨¢ ir m¨¢s lejos a vender lo que recoge en la calle: "supongo que ir¨¦ donde vayan ellos, pero si t¨² me das un trabajo dejo esto ahora mismo".