COP21: ?Hacia d¨®nde debemos dirigir nuestro barco planetario?
Las ciudades, donde vive m¨¢s del 50% de la poblaci¨®n mundial, son las m¨¢s expuestas al cambio clim¨¢tico
Todo comenz¨® hace 23 a?os con la ¡°Cumbre de la Tierra¡± en R¨ªo de Janeiro. All¨ª, un gran n¨²mero de l¨ªderes se dieron cuenta finalmente que la tierra era como un gigantesco barco a la deriva del cual no escapar¨ªamos si no enfrent¨¢bamos con ¨¦xito los desaf¨ªos del cambio clim¨¢tico. Como resultado, se estableci¨® la ¡°Convenci¨®n de R¨ªo¡± y adopt¨® el ¡°Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Clim¨¢tico¡± en 1992 (UNFCCC, por su sigla en ingl¨¦s). Ambos establecieron un primer ¨¢mbito de actuaci¨®n mundial para estabilizar los gases de efecto invernadero en la atm¨®sfera, resultado de la proliferaci¨®n sin control de actividades humanas derivadas de la actividad industrial y el acelerado proceso de urbanizaci¨®n.
El principal objetivo de las Conferencias anuales de las partes signatarias de dicho marco (COP, por su sigla en ingl¨¦s), es evaluar los avances de la Convenci¨®n de R¨ªo y proponer mejoras. La primera COP fue en Berl¨ªn (1995). Otras fueron la COP3, donde se avanz¨® con el Protocolo de Kioto (1997) y la COP11, donde se estableci¨® el Plan de Acci¨®n de Montreal (2005). En la COP15, en Copenhague (2009), fracas¨® el acuerdo para suceder al Protocolo de Kioto y en la COP17, en Durban (2011), se materializ¨® el Fondo Verde para el Clima, uno de los pioneros en su tipo. La reciente COP21 (2015), tambi¨¦n conocida como Conferencia del Clima de Par¨ªs, alcanz¨® el primer acuerdo universal entre 195 pa¨ªses para combatir el cambio clim¨¢tico, despu¨¦s de m¨¢s de 20 a?os de arduas negociaciones y frustraciones.
M¨¢s all¨¢ que la COP21 se convirti¨® en una de las mayores conferencias internacionales jam¨¢s vistas, con m¨¢s de 50 mil participantes, la pregunta crucial para los urbanistas es: ?Hacia d¨®nde deber¨ªamos dirigir nuestros esfuerzos? Existi¨® un consenso que el acelerado ritmo de urbanizaci¨®n mundial ha ido de la mano con los cambios clim¨¢ticos. En perspectiva, aunque tan s¨®lo el 2% de la superficie del planeta est¨¢ ocupada por ¨¢reas urbanas, ¨¦stas consumen aproximadamente un 80% de la energ¨ªa mundial y producen un 70% del di¨®xido de carbono vertido en la atm¨®sfera, as¨ª como otros gases de efecto invernadero.
A esto se le suma el advenimiento de las mega-ciudades (de m¨¢s de 10 millones de habitantes), las que amplifican los efectos negativos en el medio ambiente. En 1950 exist¨ªan s¨®lo dos mega-ciudades (New York y Tokio). En los noventa se agregaron ocho m¨¢s: Buenos Aires, Calcuta, Ciudad de M¨¦xico, Los Angeles, Mumbai, Osaka-Kobe, San Pablo y Se¨²l. Como si esto fuera poco, para el 2025 se proyecta un n¨²mero total de 37 mega-ciudades, de las cuales 30 estar¨¢n en los pa¨ªses en desarrollo.
El principal objetivo de las Conferencias anuales de las partes signatarias de dicho marco es evaluar los avances de la Convenci¨®n de R¨ªo y proponer mejoras
Las ciudades, donde vive m¨¢s del 50% de la poblaci¨®n mundial, son las m¨¢s expuestas al cambio clim¨¢tico. Dichos trastornos ambientales se caracterizan por su variabilidad y violencia, haciendo que las actividades de predicci¨®n y manejo de riesgos resulten cada vez m¨¢s complejas. Entre sus principales efectos, la COP21 destac¨® el incremento del nivel del mar, lo que impacta directamente en el 90% de las ciudades del planeta por estar situadas en ¨¢reas costeras.
Tampoco faltaron alusiones a las extremas olas de calor experimentadas en los ¨²ltimos decenios, las que junto a precipitaciones pluviales m¨¢s severas, entre otros factores clim¨¢ticos, causan estragos en todos los niveles: infraestructuras, dotaci¨®n de servicios b¨¢sicos, actividades econ¨®mico-financieras y en la calidad de vida de los ciudadanos, entre otros. En s¨ªntesis: ?Nadie est¨¢ a salvo!
Un gran n¨²mero de los participantes se?alaron que las ciudades deber¨ªan transformarse en poderosos motores de innovaci¨®n y resiliencia para reducir los efectos del calentamiento global y as¨ª redireccionar nuestro barco planetario. Las altas densidades, el potencial creador y las econom¨ªas de aglomeraci¨®n urbanas deber¨ªan aprovecharse para propiciar un profundo cambio social y cultural, donde las actitudes, acciones y estructuras de gobernanza nos lleven a alentar estilos de vida mucho m¨¢s ¡°sustentables¡±. En otras palabras, apuntalar pol¨ªticas, recursos y formas de actuar que permitan el progreso integral de las personas, considerando la fragilidad del entorno local y sus implicaciones globales, evitando poner en riesgo la existencia de futuras generaciones.
Se hicieron en¨¦rgicos llamados para reducir ostensiblemente nuestra huella de carbono a trav¨¦s del dise?o de construcciones e infraestructuras urbanas m¨¢s inteligentes, junto a un fortalecimiento de la gobernanza local, as¨ª como una mejor planificaci¨®n estrat¨¦gica de las ciudades basada en tecnolog¨ªas de la informaci¨®n y conocimientos cient¨ªficos. De aqu¨ª surge el colosal trabajo de producir energ¨ªas m¨¢s limpias, integrar los diversos sistemas de transporte con ¨¦nfasis en la movilidad sustentable, regenerar el medio ambiente, aumentar el reciclaje e incrementar la resiliencia urbana frente potenciales desastres naturales.
Nuestro barco planetario ya tiene su norte. Lo cierto es que todos sabemos que muy probablemente no tengamos otros 20 a?os para seguir debatiendo. Los salvavidas no nos servir¨¢n de mucho.
*Alejandro L¨®pez Lamia es Especialista L¨ªder de la Divisi¨®n de Gesti¨®n Fiscal, Municipal y Desarrollo Urbano del Banco Interamericano de Desarrollo.
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