Periodismo en tiempos de Trump
El candidato republicano se beneficia de la prensa gratis que obtienen sus salidas de tono. ?Ha llegado la hora de empezar a ignorarlas?
Odio a algunos de estos tipos¡±. ¡°Son de lo peor¡±. Donald Trump, el magnate y showman que encabeza los sondeos del Partido Republicano para las elecciones presidenciales de 2016, nunca esconde en sus m¨ªtines su opini¨®n sobre los periodistas. No es buena. La paradoja es que los medios de comunicaci¨®n son un elemento fundamental en su campa?a. Si ellos, Trump no ser¨ªa Trump. Al contrario que sus principales rivales, apenas ha gastado dinero en anuncios televisivos o radiof¨®nicos. No los necesita: los periodistas le hacen el trabajo gratis. Cadenas de televisi¨®n como la CNN conectan con frecuencia en directo con sus m¨ªtines y sus ruedas de prensa: son minutos que a cualquier otro pol¨ªtico le costar¨ªan miles de d¨®lares. Pero los medios saben que les da audiencia asegurada. Nunca los debates entre candidatos a la nominaci¨®n de un partido hab¨ªan tenido tanta audiencia. Si ahora la tienen, es por el factor Trump, un candidato con un mensaje xen¨®fobo y provocador, pero cuyas salidas de tono garantiza el entretenimiento. Esta es la verdad desagradable y c¨ªnica: las bufonadas de Trump, por repulsivas que nos puedan parecer, se han visto en muchas redacciones y plat¨®s como una bendici¨®n, una m¨¢quina de atraer al p¨²blico.
La discusi¨®n sobre la conveniencia de tratar a Trump como a los otros candidatos ha sido escasa. La prensa que ¨¦l dice odiar y que, en su opini¨®n, le maltrata, le ha tratado como al resto, o incluso mejor. Casi siempre, cuando los periodistas se han visto confrontados con la decisi¨®n de publicar o no el ¨²ltimo exabrupto de Trump se han decantado por publicarlo. En Estados Unidos, la idea de que el mejor desinfectante es la luz del sol ¡ªsi se refleja con frialdad su discurso, los desprop¨®sitos acabar¨¢n expuestos¡ª tiene arraigo. Pero ni la sobreexposici¨®n de Trump a las c¨¢maras ni la minuciosa verificaci¨®n de sus afirmaciones ¡ªPolitiFact, que comprueba la veracidad de las palabras de los pol¨ªticos, le ha nombrado Mentiroso del a?o¡ª han mermado su posici¨®n en los sondeos. Al contrario: que unos periodistas le se?alen como embustero simplemente confirma que las elites est¨¢n en su contra. Si le llaman mentiroso, es precisamente porque proclama verdades que nadie se atreve a decir.
Todo en Trump, desde su afirmaci¨®n (falsa) de que miles de musulmanes celebraron los atentados del 11-S en Nueva Jersey a su denuncia de M¨¦xico por enviar a criminales a Estados Unidos (falsa tambi¨¦n), est¨¢ envuelto en un aura conspirativa. Su sola figura atrae las conspiraciones. Algunos republicanos de toda la vida, horrorizados ante la posibilidad de que ¨¦l sea el designado de su partido para las presidenciales, ven la mano de los dem¨®cratas. Trump ser¨ªa una especie de quintacolumnista, un inflitrado para dinamitar a la derecha estadounidense con sus astracanadas y sus propuestas radicales. Otra teor¨ªa se?ala que son los medios de comunicaci¨®n los que han fabricado a Trump. Ninguna de esta teor¨ªas se sostiene con hechos, pero parece fuera de duda que la fascinaci¨®n de los medios de comunicaci¨®n con ¨¦l es parte central de su estrategia: su presencia constante en las pantallas le ha dado una enorme ventaja competitiva sobre sus rivales. Ning¨²n otro candidato reciente ¡ªun candidato que, adem¨¢s, ha insultado a algunos reporteros con nombre y apellidos¡ª hab¨ªa planteado dilemas semejantes. ?Qu¨¦ hacer con Trump? Los periodistas todav¨ªa no han hallado respuesta.
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