?Liados o aliados?
Muchos dirigentes pol¨ªticos mexicanos creen que el enemigo se encuentra en sus propias filas
El dominio tiene que ver menos con la magnitud de tu propia fuerza que con la debilidad de tus enemigos. Algo que conoce muy bien el PRI o el emperador de la saga de Star Wars. La votaci¨®n unida del PRD y del PAN vencer¨ªan al partido en el poder en la mayor parte de los comicios, y sin embargo el PRI gobierna en 20 de las 32 entidades federativas.
En teor¨ªa el PAN de derecha y el PRD de izquierda ser¨ªan agua y aceite en t¨¦rminos ideol¨®gicos, pero eso no les ha impedido hermanarse ocasionalmente con el prop¨®sito de vencer al poderoso partido del centro, el PRI. Gracias a ese maridaje en los ¨²ltimos a?os lograron vencer a la aplanadora tricolor en Oaxaca y Puebla. El balance de esas experiencias arroja luz al encendido debate que tiene lugar al interior de estos dos partidos de oposici¨®n de cara a los comicios de 2016.
En el caso de Oaxaca y Puebla el saldo es un indiscutido gana-gana para ambos partidos. Como sabemos, no se trat¨® de una alianza de compromisos ideol¨®gicos en torno a un candidato, sino de un reparto de territorios: Puebla para el PAN y Oaxaca para el PRD a¨²n cuando en la boleta y en la campa?a fueron juntos en contra del PRI. En t¨¦rminos pr¨¢cticos el acuerdo es funcionalmente impecable. El gobernador que toma posesi¨®n no tiene que hacer una administraci¨®n de parches con funcionarios impuestos por otro partido, ni hacer suyas propuestas ideol¨®gicas en las que no cree. M¨¢s all¨¢ de sus aciertos y sus errores (y eso es harina de otro costal), Gabino Cu¨¦ gobern¨® con su agenda perredista en Oaxaca, y Rafael Moreno Valle con la panista en Puebla.
La fuerza del PRI reside en la capacidad de su dirigencia para imponerse a sus fracciones, mientras los partidos de oposici¨®n sucumben a ellas
En t¨¦rminos ¨¦ticos e ideol¨®gicos el saldo es menos categ¨®rico. Un militante de izquierda bien podr¨ªa pensar que habr¨ªa preferido un gobernador priista (en teor¨ªa de centro) en Puebla en lugar de la administraci¨®n conservadora y de mano dura que caracteriz¨® al panista Moreno Valle, a¨²n cuando el precio hubiese sido no contar con un gobernador perredista en Oaxaca. Y supongo que, llegado el caso, un votante de derechas preferir¨ªa que en su estado siguiera gobernando el PRI, y no el PAN, si con eso logra impedir que un personaje del tipo L¨®pez Obrador gobierne en el estado vecino. Un poco como lo har¨ªa un aficionado del Real Madrid, dispuesto a ver perder a su equipo frente al Atl¨¦tico en el ¨²ltimo partido de la jornada, si con eso evita que el Barcelona sea campe¨®n.
Para las dirigencias partidistas, en cambio, el tema no ofrece ninguna duda. Tanto para el PAN como para el PRD el arreglo constituy¨® "un juego de seis puntos". Consiguieron cada cual un gobierno estatal y lograron que al menos otro no cayera en manos del PRI. Este partido gobierna en nueve de las 12 entidades que cambiar¨¢n de gobernador este a?o (en cinco de ellas nunca ha habido alternancia); para los partidos de oposici¨®n no s¨®lo se trata de conquistar algunas de ellas sino de evitar que el PRI lo siga haciendo.
Siendo as¨ª PAN y PRD tendr¨ªan todos los incentivos para ir en alianza mediante el reparto de las entidades en disputa. Y sin embargo encuentran enormes dificultades para llegar a los acuerdos indispensables. ?Purismo ideol¨®gico? Ojal¨¢ esa fuera la causa. Los frenos obedecen a la mezquindad entre las fracciones al interior de cada partido ninguna de las cuales quiere conceder a otra un territorio o una candidatura. Muchos pol¨ªticos siguen pesando que el verdadero enemigo se encuentra en sus propias filas.
Lo dicho, la fuerza del PRI reside en la capacidad de su dirigencia para imponerse a sus fracciones, mientras los partidos de oposici¨®n sucumben a ellas.
Twitter: @jorgezepedap
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