El pueblo que descubri¨® la luz en medio de la guerra
Una poblaci¨®n colombiana se uni¨® para desafiar el olvido del Estado y la presi¨®n de las FARC. Con sus propios recursos ayudaron a llevar electricidad a su regi¨®n
Alberto Forero vivi¨® los primeros doce a?os de su vida bajo la luz de una vela. Ahora tiene 14 y un televisor frente a su cama. Casi siempre con alg¨²n programa de dibujos animados sintonizado. Su casa fue una de las primeras en recibir energ¨ªa en la vereda La Tigrera, en Cartagena del Chair¨¢, una poblaci¨®n de casi 30.000 habitantes en el medio Cagu¨¢n (Caquet¨¢), en el suroriente de Colombia. Una zona en donde la bonanza de la coca llev¨® a cientos de familias del interior del pa¨ªs en los a?os ochenta y noventa. Un territorio marcado por la presencia de las FARC y que ahora, con la paz en el horizonte, atisba un futuro distinto marcado por el trabajo comunal con la ayuda de las autoridades.
Encontrar su vivienda es tan dif¨ªcil como lo fue hacer que la electricidad se instalara en su tierra, cuenta Jairo, su pap¨¢. Para llegar a su vereda hay que atravesar el r¨ªo Cagu¨¢n o el R¨ªo de la guerra, como lo llam¨® alguna vez la periodista experta en el conflicto colombiano Marta Ruiz. Este r¨ªo tiene como puertos principales a Cartagena del Chair¨¢ y a San Vicente del Cagu¨¢n, que a final de los a?os noventa fue territorio de despeje para los di¨¢logos que, sin ¨¦xito, llev¨® el Gobierno de Andr¨¦s Pastrana (1998-2002) con las FARC.
La familia Forero lleg¨® a esa zona cuando el terremoto de 1999 en Armenia, su ciudad, acab¨® con casi todo lo que ten¨ªan. ¡°En ese momento era taxista, no hab¨ªa estudiado, despu¨¦s del terremoto todo se puso muy dif¨ªcil. Por eso decidimos buscar suerte en otro lugar¡±, cuenta Jairo, mientras se?ala lo que desde entonces rodea su vida: vacas, ¨¢rboles, gallinas. ¡°Es m¨¢s f¨¢cil ser pobre en el campo que en la ciudad¡±, repite desde su finca, de la que m¨¢s de una vez las FARC lo sacaron para obligarlo a asistir a reuniones lideradas por los jefes guerrilleros. ¡°Nos ten¨ªan horas y horas habl¨¢ndonos. Todos los que ellos ordenaran ten¨ªan que asistir a escucharlos¡±.
A pesar de vivir entre las presiones de la guerrilla y el miedo a los se?alamientos del Ej¨¦rcito, que persegu¨ªa a algunos de los habitantes de la zona al considerarlos colaboradores de las FARC, Forero, de 60 a?os, se convirti¨® en el l¨ªder vecinal. Durante varios a?os insisti¨® al Gobierno sobre la necesidad de tener una escuela digna y la posibilidad de tener energ¨ªa. Su gesti¨®n, como presidente de la Junta de Acci¨®n Comunal, permiti¨® que el programa Colombia Responde, financiado por USAID, con apoyo de la Presidencia de la Rep¨²blica atendiera las necesidades de su regi¨®n y con un aporte econ¨®mico, que se sum¨® a recursos de la comunidad y de la Alcald¨ªa de Cartagena del Chair¨¢, desde hace dos a?os se implementa el servicio de electrificaci¨®n rural en la zona. Del total de inversi¨®n, cerca de 500.000 d¨®lares, la comunidad aport¨® al menos 150.000 d¨®lares a trav¨¦s de colectas y recursos propios.
Colombia Responde es un programa creado en el a?o 2012 con el prop¨®sito de mejorar las condiciones de vida en las regiones que hist¨®ricamente han sido afectadas por el conflicto armado y los cultivos il¨ªcitos. M¨¢s de 200 millones de d¨®lares, que incluyen aportes de cooperaci¨®n internacional, han sido destinados para este fin. En la zona donde vive la familia Forero, en la actualidad el 96% del territorio ya cuenta con el servicio de electricidad. Bladimir Narv¨¢ez , funcionario de Colombia Responde, cuenta que antes de que llegara electricidad a la zona, muchas familias usaban plantas el¨¦ctricas al menos dos horas diarias, lo que representaba un gasto en combustible de al menos 150 d¨®lares mensuales. Ahora, seg¨²n sus c¨¢lculos el valor por el servicio de energ¨ªa no llega a los 20 d¨®lares.
La electrificaci¨®n no solo ha permitido que la comunidad pueda prender un televisor o que tenga c¨®mo conservar los alimentos. Tambi¨¦n se ha logrado avanzar en la implementaci¨®n de tecnolog¨ªas para el campo y las escuelas. La poblaci¨®n, sin embargo, dice que el estado de las v¨ªas sigue siendo un obst¨¢culo para el desarrollo. Tanto que optaron por hacer sus propios retenes y cobrar a quienes ingresen a la zona. El dinero que recogen lo invierten en material y maquinaria para arreglar los tramos m¨¢s transitados.
Si en medio de la guerra pudieron unirse y trabajar por su comunidad, Jairo dice que esperan que con la paz, la ayuda del Estado sea mayor y que la sombra de las FARC, que por a?os los ha atormentado, desaparezca para siempre.
Pese a todo, a¨²n es f¨¢cil escuchar a los pobladores decir que por cada litro de leche que venden o por cada res que tienen deben pagar cada dos meses una cuota a la guerrilla. Pocos se atreven a denunciarlo dando su nombre, pero todos coinciden en decir que esperan que con la firma de la paz entre el Gobierno y las FARC, puedan descansar de esa presi¨®n.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.