Fascinaci¨®n eterna por el d¨¦spota
Penn encarna al prototipo de 'celebrity' concienciada, pero indocumentada, que busca l¨ªderes alternativos en sus ratos libres
En Gringo viejo, el mexicano Carlos Fuentes novel¨® las peripecias del periodista Ambrose Bierce, que se uni¨® como cronista al Ej¨¦rcito de Pancho Villa para acabar, seg¨²n se cree, fusilado en Chihuahua. Otro estadounidense se ha paseado recientemente por M¨¦xico para entrevistar a El Chapo Guzm¨¢n, rey de los narcotraficantes. En este caso, cabr¨ªa hablar de gringo bobo, no solo porque Sean Penn encaja en la definici¨®n del bourgeois boh¨¨me, sino adem¨¢s por su derroche de vanidad e infantilismo.
A Penn le ha fusilado el gremio period¨ªstico: el texto es penoso y la entrevista, absurda y reverencial. Al final el actor es el protagonista intr¨¦pido que se juega la piel (y su preciado falo, detalla) para acercarse al forajido m¨¢s famoso del salvaje Oeste, que resulta ser un hombre humilde y amante de la paz y el orden. En suma, una pel¨ªcula de ficci¨®n muy alejada de los peligros reales que afrontan cada d¨ªa los verdaderos periodistas por informar del crimen organizado que desangra M¨¦xico.
Penn encarna al prototipo de?celebrity occidental concienciada. Pero indocumentada. Pululan por Hollywood y Londres, Chueca y Las Ramblas. Act¨²an en pel¨ªculas, o las dirigen, o escriben novelas o dan clases en la universidad. Est¨¢n asqueados con el capitalismo que los sostiene y buscan en sus ratos libres inspiraci¨®n en l¨ªderes alternativos, que resultan ser, casualmente, aut¨®cratas de viejo cu?o. Ya se sabe que Neruda amaba a Stalin y que Pol Pot goz¨® de popularidad entre ciertos intelectuales franceses.
Lo sorprendente es que hoy, en un mundo informado, el virus de la veneraci¨®n acr¨ªtica por el d¨¦spota siga causando estragos. Antes de visitar a El Chapo, el propio Penn acudi¨® a rendir pleites¨ªa a Fidel Castro y a Hugo Ch¨¢vez, siguiendo la estela de otros famosos, como los realizadores Michael Moore y Oliver Stone.
Con los ditirambos que les dedicaron se pueden llenar p¨¢ginas. ¡°Mi amigo el presidente Ch¨¢vez es una de las fuerzas m¨¢s importantes que hemos tenido en este planeta (...) Es un l¨ªder fascinante (...) Le tengo amor y gratitud¡±, dec¨ªa el actor. ¡°Es un h¨¦roe¡±, a?ad¨ªa Stone, mientras repudiaba a los opositores, unos reaccionarios que solo quer¨ªan desestabilizar. Y Moore alababa su acertada pol¨ªtica econ¨®mica. Con Fidel gastaron todas las alabanzas posibles.
Por resumir, ¡°el hombre m¨¢s sabio del mundo¡±, en palabras de Stone. El director de Platoon ya hab¨ªa posado a caballo con el subcomandante Marcos en los a?os noventa, cuando las peregrinaciones de famosos convirtieron la selva Lacandona en un photocall de la progres¨ªa mundial. No deja de ser curiosa la fascinaci¨®n de las celebrities concienciadas por los fusiles y el uniforme verde olivo, porque luego todos se declaran pacifistas. Y con qu¨¦ vehemencia defienden reg¨ªmenes que nunca admitir¨ªan en su pa¨ªs: la represi¨®n pol¨ªtica, el control econ¨®mico y el desabastecimiento son peque?os inconvenientes que cubanos y venezolanos deben sobrellevar con la dignidad del Hombre Nuevo a cambio de tener a esos l¨ªderes providenciales.
Vale: Beyonce, Jennifer Lopez, Mariah Carey, Kayne West, Sting o Julio Iglesias han cantado el cumplea?os feliz a dictadores chechenos, uzbecos, kazajos, turkmenos o libios. Cobraron el cheque y mantuvieron la boca cerrada. Lo de Penn, Stone o Moore es amor del bueno y progresismo mal entendido. Lo peor es que luego se empe?an en dar lecciones.
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