S¨¦rgio Moro viaja a un cuadro g¨®tico
En la pintura del "mal gobierno", destaca la figura del Rey rodeado de "personajes siniestros" que tienen a la justicia pisoteada
Una de las pinturas m¨¢s famosas del mundo, la de El buen y el mal gobierno, de los hermanos italianos Ambroggio y Pietro Lorenzetti, podr¨ªa ser le¨ªda, a ocho siglos de distancia, como una alegor¨ªa del momento que vive Brasil y la revoluci¨®n llevada a cabo en la cruzada contra la corrupci¨®n.?
En su fresco medieval Lorenzetti podr¨ªa hoy representar al amado y temido juez brasile?o S¨¦rgio Moro, as¨ª como a nuestros actuales pol¨ªticos y gobernantes, junto con la sociedad brasile?a objeto de las acciones de buenos o malos gobiernos.
De la importancia pict¨®rica del fresco de Lorenzetti, que engalana la sala del Palacio Comunal de Siena, no es necesario hablar porque ya lo hacen todos los libros de arte del mundo. Lo que importa es que se trata de una simbolog¨ªa pol¨ªtica que puede ser le¨ªda a la luz de la crisis que hoy vive este pa¨ªs. Y no solo ¨¦l.
En la famosa obra, que revela que adem¨¢s de genial pintor Lorenzetti era un an¨®nimo y sagaz fil¨®sofo y cr¨ªtico de la sociedad de su tiempo, el artista quiso poner de relieve, usando el simbolismo de los colores, vivos u opacos, con su juego de luces y sombras, los efectos que en una sociedad producen lo que calificaba de ¡°buen o mal gobierno¡±.
Analizando la gigantesca pintura podemos observar en las intenciones pol¨ªticas de Lorenzetti c¨®mo ciertos principios de justicia e injusticia, de sociedad unida o desgarrada, feliz o infeliz, atraviesan intactos los siglos.
As¨ª, quienes hoy en Brasil urden conspiraciones para intentar anular el trabajo realizado por el juez Moro y su equipo en colaboraci¨®n con la polic¨ªa y la Fiscal¨ªa del Estado para limpiar la vida p¨²blica de la corrupci¨®n, que pone en peligro no s¨®lo la econom¨ªa del pa¨ªs sino sus misma democracia y la paz social, deber¨ªan examinar con atenci¨®n la famosa pintura de los hermanos Lorenzetti.
En ese cuadro, un banquete de arte, color, belleza y genialidad, que supuso la mayor contribuci¨®n al g¨®tico de su tiempo, aparece, con claridad casi did¨¢ctica, que lo que caracteriza a un buen gobierno es que la justicia reine soberana en el centro de todo, como ¨²nica posibilidad de crear una sociedad libre y feliz.
Debajo de ella, destaca la concordia, como indicando que no puede haber paz ni uni¨®n en una sociedad sin que la justicia act¨²e sin discriminaciones ni impunidad. La concordia figura debajo de la justicia como si esta no pudiera existir sin ella.
En una sociedad, como a la que pertenec¨ªa Lorenzetti, pol¨ªtica y socialmente convulsa, con hambre, insegura, con revueltas callejeras, tiran¨ªas, guerras y azotada por la peste, Lorenzetti coloca como primera consecuencia de un buen gobierno, la seguridad de los ciudadanos, a los que representa paseando por las calles y plazas, sin miedo, cogidos de la mano. Y junto con la seguridad, en vez de la miseria, aparece la abundancia de bienes a los que todos tienen acceso.
En las pinturas del mal gobierno, destaca, al rev¨¦s, la figura del soberano tir¨¢nico, rodeado por ¡°personajes siniestros¡±. A sus pies aparece la justicia pisoteada y maniatada, incapaz de actuar.
Destacan, como caracter¨ªsticas negativas del mal gobierno, la avaricia, la vanidad y el propio inter¨¦s de los gobernantes en vez de la preocupaci¨®n por el bien com¨²n.
En la ciudad, en vez de gente feliz, sin miedo a ser asaltada por los bandidos de su tiempo, Lorenzetti coloca miedo, enfermedades y muerte, guerras fratricidas, suciedad y destrucci¨®n.
Tambi¨¦n hoy, aqu¨ª, y en el siglo XXI, como en tiempos de Lorenzetti, sin una justicia libre y sin cadenas, en vez de una sociedad y un territorio con gentes paseando sin miedo por las calles, seguiremos teniendo a los ciudadanos amedrentados por la violencia; en vez de concordia entre los ciudadanos, sufriremos desgarros, divisiones y reyertas; en vez de bienestar f¨ªsico, gentes muriendo a la espera de atenci¨®n en las puertas de los hospitales.
En vez de gobernantes sabios, rodeados por quienes miran servir al bien com¨²n m¨¢s que a s¨ª propios, podremos encontrarnos con tiranos, arropados por ¡°personajes siniestros¡±, tramando c¨®mo maniatar a la justicia para poder seguir prosperando a las sombras de la ilegalidad.
Que la sociedad brasile?a, como un todo, es sana y bucea en busca de su bienestar y tranquilidad, lo revela el hecho de que sigue viendo al juez Moro y a su equipo como a un h¨¦roe y a la corrupci¨®n como al mayor enemigo de la democracia. Ser¨ªa el buen gobierno de Lorenzetti.
Al rev¨¦s, ser¨ªan fruto del mal gobierno, del desencanto y la desesperanza, aquellos ¡°hombres siniestros¡± que desean convertir al juez en chivo expiatorio de todos los males del pa¨ªs.
Ser¨ªan esos poderosos que mal aceptan que en este pa¨ªs la justicia empiece a encarcelar, adem¨¢s de a los de las tres ¡°P¡± tradicionales: ¡°pobres, putas y pretos (negros, en portugu¨¦s)¡±, a otras dos nuevas ¡°p¡±: la de los ¡°pol¨ªticos y poderosos¡±.
Esos que, por primera vez, temen ser despertados hoy al alba por la polic¨ªa para ser llevados a dar cuentas a la justicia de sus asaltos al patrimonio del Estado, al que deber¨ªan haber defendido y preservado en vez de saquear.
El genial Lorenzetti, ser¨ªa hoy, el mejor y m¨¢s emblem¨¢tico pintor de la airada y al mismo tiempo esperanzada sociedad brasile?a.
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