Lo que faltaba: el mosquito

Brasil chapotea en medio de una crisis econ¨®mica que este a?o le har¨¢, seg¨²n las ¨²ltimas previsiones nada exageradas del Fondo Monetario Internacional, retroceder un 3,6% del PIB. La inflaci¨®n, controlada hasta 2014 y verdadero tal¨®n de Aquiles de esta econom¨ªa, se desboc¨® el a?o pasado a m¨¢s de un 10% y a¨²n flota a sus anchas haciendo temer a los brasile?os la vuelta a los tiempos terribles en que a primeros de mes hab¨ªa que vaciar la n¨®mina entera en arramblar con los supermercados para llenar los congeladores de las casas. Por si esto fuera poco, un Parlamento ingobernable, atomizado en partidos sin ideolog¨ªa clara y dados al chantaje de cargos, tumba cada dos por tres las medidas presupuestarias del Gobierno encaminadas, a su juicio, a enderezar la marcha financiera del pa¨ªs.

?Alguien da m¨¢s? S¨ª, claro.

La presidenta, Dilma Rousseff, que no ha tenido un d¨ªa de respiro en su tormentoso segundo mandato desde que comenz¨® el 1 de enero de 2015, sufre un envenenado proceso de destituci¨®n parlamentaria que, m¨¢s all¨¢ de su raz¨®n de ser por jur¨ªdicamente cuestionable, se convertir¨¢ en un imprevisible juicio pol¨ªtico a su figura (y a su partido). Todo estallar¨¢ en cuanto finalicen las vacaciones del verano austral y termine el Carnaval. Atentos.

?Es esto todo? No, claro que no.

Una macrooperaci¨®n policial que se desarrolla desde hace un a?o y medio, centrada en la marea ascendente de corrupci¨®n de la empresa p¨²blica Petrobras, afecta a los mayores empresarios del pa¨ªs, a decenas de pol¨ªticos relevantes. El maquiav¨¦lico sistema judicial brasile?o permite rebajar la condena a cambio de delatar a otros, de modo que las revelaciones no tienen fin. Nadie sabe d¨®nde ni en qui¨¦n va a acabar la relaci¨®n de corruptos, imputados, presos y condenados.

As¨ª, el d¨ªa que los mercados no se espantan por la n¨®mina de corruptos lo hacen por los (atroces) n¨²meros de la econom¨ªa o por el (negro) futuro pol¨ªtico de Rousseff o por todo junto a la vez. Y las agencias de calificaci¨®n rebajan la nota de cr¨¦dito de Brasil situ¨¢ndola al nivel de bono basura, con lo que los n¨²meros de la econom¨ªa se vuelven a¨²n m¨¢s atroces y etc¨¦tera.

Y por si faltara poco, llega el mosquito. El maldito, Aedes aegypti, un insecto antip¨¢tico, que vuela bajo (no sube m¨¢s all¨¢ del sexto piso) y que tiene por costumbre picar a horas de oficina, entre nueve y una de la tarde. Transmite el dengue, el chikunguya y el zika. Este ¨²ltimo es el causante, seg¨²n todos los expertos, de esa enfermedad terrible que las madres pasan por la sangre a sus hijos a¨²n no nacidos: la microcefalia, origen de enfermedades imprevisibles dependiendo del ¨¢rea del cerebro afectada.

A¨²n no hay cura. El desbordado sistema de salud brasile?o apela a medidas preventivas: matar al mosquito a base de atacar donde se esconde, ya sea en las macetas con agua, en los vasos llenos olvidados o en cualquier recipiente que acumule agua en el exterior.

Para que nada falte, el pa¨ªs, que en agosto celebra los Juegos Ol¨ªmpicos, se adentra en la estaci¨®n de lluvias, periodo en que el mosquito aprovecha para eclosionar.

?Podr¨ªa ser peor?