Ottumwa, espejo mutante de Estados Unidos
Haburguesas del ¡®new deal¡¯, un yogui y un le¨®n disecado: viaje al sur de Iowa, que el lunes empieza a elegir presidente
El le¨®n lleg¨® a Ottumwa hace dos a?os. Un hombre par¨® su camioneta delante de la tienda de empe?os de Gary Short y le ofreci¨® el felino disecado. Se march¨® y no volvi¨® a aparecer. El le¨®n sigue aqu¨ª, sin nadie que lo reclame, entre viejos DVD, cuberter¨ªa usada y ropa de segunda mano.
¡°Es demasiado caro y nadie tiene espacio para ponerlo¡±, dice Short.
La de Gary Short es una de las cuatro tiendas de empe?o en el centro de esta ciudad de 25.000 habitantes. En tiempos de bonanza nadie entrega un objeto de su propiedad a cambio de un pr¨¦stamo: el negocio mejora cuando la econom¨ªa empeora.
¡°Viene gente trabajadora que necesita veinte d¨®lares para llegar a final de mes¡±, dice.
Iowa, en el Medio Oeste de Estados Unidos, abrir¨¢ el lunes el baile de las elecciones presidenciales con los caucus, las asambleas vecinales en las que dem¨®cratas y republicanos elegir¨¢n a sus candidatos para la Casa Blanca. En los pr¨®ximos cinco meses, el resto estados votar¨¢, pero esta semana el l¨ªder del pa¨ªs m¨¢s poderoso del mundo empieza a decidirse en lugares como Ottumwa.
Ottumwa podr¨ªa ser mil ciudades o pueblos m¨¢s del Medio Oeste. Las aflicciones de esta regi¨®n agr¨ªcola ¡ªla desigual recuperaci¨®n econ¨®mica, la despoblaci¨®n, el tr¨¢fico y consumo de drogas, la angustia de la clase trabajadora blanca¡ª se reproducen en Ottumwa. Al mismo tiempo, es una cerradura por la que se vislumbra hacia donde se dirige el pa¨ªs: el dinamismo de los inmigrantes latinoamericanos, o las desigualdades abismales visibles en las islas de bienestar material y beatitud espiritual no lejos de la tienda de empe?os de Gary Short, en la Main Street, o Calle Mayor, de Ottumwa.
¡°La gente del Medio Oeste cree que el mundo termina en la Main Street¡±, dice una mujer nacida en Ottumwa durante una cena de pizzas, cerveza y c¨®cteles. ¡°La gente cree que el mundo termina en su Main Street¡±. Despu¨¦s, hablando de los gangs, las bandas urbanas, y otros fen¨®menos asociados a las zonas urbanas, alguien comenta: ¡°Supongo que en el Medio Oeste todo llega tarde¡±.
No todo llega tarde. Porque hubo un tiempo en que el Medio Oeste y Ottumwa era la vanguardia de Estados Unidos. En Detroit, durante la Segunda Guerra Mundial, las cadenas de montaje de autom¨®viles fabricaban armamento: era el arsenal de la democracia. Y en Ottumwa se instal¨® la mayor base a¨¦rea del Medio Oeste, donde se entrenaba a los pilotos para aterrizar en portaviones.
Durante la Guerra Fr¨ªa, el Ej¨¦rcito de EE UU, preocupado por contrarrestar la propaganda comunista, rod¨® un documental sobre el american way of life, el estilo de vida americano. El t¨ªtulo era Ottumwa, U.S.A. El documental lo describ¨ªa durante media hora como un para¨ªso de prosperidad y virtudes. ¡°En la ciudad de Ottumwa¡±, dec¨ªa ante la c¨¢mara el militar que presentaba el documental, ¡°creemos que hemos encontrado un ejemplo vivo de todo lo que el pueblo americano representa¡±.
La historia de Ottumwa se explica por dos bendiciones. Una, natural: por aqu¨ª pasa el r¨ªo Des Moines, afluente del Mississipi, la v¨ªa de comunicaci¨®n y comercio sin la que no se entiende la construcci¨®n del imperio americano. La segunda bendici¨®n es tecnol¨®gica. El paso por Ottumwa de la l¨ªnea de ferrocarriles Burlington & Missouri catapult¨® la ciudad: casi sesenta trenes de pasajeros llegaron a cruzar el condado a diario.
El matadero de cerdos y la f¨¢brica de tractores daban trabajo a la mitad de los hombres en edad de trabajar, escribe el periodista Nick Reding en su libro Methland, una cr¨®nica publicada en 2009 sobre la plaga de la metanfetamina en lugares como Ottumwa. El libro relata c¨®mo, a partir de los a?os ochenta, el declive se aceler¨®. Los trenes empezaron a pasar de largo. La base a¨¦rea cerr¨®. Los salarios bajaron. En 25 a?os la poblaci¨®n cay¨® a la mitad.
¡°Este pueblo se va al infierno. Ya no es lo que era¡±, dice Gary Short, el propietario de la tienda de empe?os.
Cuando le preguntamos c¨®mo era, responde: ¡°Era una ciudad¡±. En pasado.
Cuando le preguntamos si votar¨¢ en el?caucus y a qui¨¦n se lamenta: ¡°He perdido mi derecho de voto¡±. La venta de un arma de fuego a un agente federal encubierto le vali¨® una condena que le inhabilita para elegir al presidente.
La aventura contin¨²a
Todo cambia en Ottumwa: en el matadero trabajan hoy marroqu¨ªes, mexicanos, guatemaltecos. La inmigraci¨®n latinoamericana, concentrada hasta hace poco en grandes ciudades como Nueva York, Chicago o Los ?ngeles y en estados fronterizos con M¨¦xico, llega a rincones insospechados como este.
En Iowa vive un 5% de latinos; en Ottumwa, un 11,3%. Jos¨¦ Rodas, guatemalteco, es uno de ellos. En 2001 lleg¨® desde Los ?ngeles porque sab¨ªa que en el matadero hab¨ªa trabajo. Con su mujer, que es mexicana, abri¨® en 2012 La tortiller¨ªa Los Twins, la ¨²nica f¨¢brica de tortillas en Ottumwa.
¡°Nos dimos cuenta de que aqu¨ª no hab¨ªa este tipo de negocio¡±, dice. La historia es nueva: ¨¦l, el inmigrante latinoamericano y sus descendientes, son el futuro de Estados Unidos. Y es viej¨ªsima: la aventura del inmigrante que llega con lo puesto y se abre paso a golpe de esfuerzo es la aventura de este pa¨ªs.
?Donald Trump?
¡°No va a ganar¡±, responde Rodas. Las bravatas xen¨®fobas del candidato no le impresionan. Sabe que los latinos ¡ªm¨¢s de 50 millones en un pa¨ªs de 310 millones de habitantes¡ª cada vez tendr¨¢n m¨¢s poder pol¨ªtico.
Todo cambia, nada cambia. La Canteen Lunch ¡ªun diminuto restaurante sin mesas, s¨®lo una barra en forma de U¡ª abri¨® en 1936: los mismos muebles, la misma hamburguesa de carne picada, el mismo sabor, dicen. La misma operaci¨®n ¡ªuna cocinera unta el pan con mostaza y k¨¦tchup y otra mete la carne picada y lo ali?a con sal: 48 segundos en total¡ª se repite desde hace ochenta a?os, cuando Franklin Delano Roosevelt era presidente, Iowa sufr¨ªa los estragos de la Gran Depresi¨®n e inmigrante era sin¨®nimo de europeo reci¨¦n llegado. Unos retratos amarillentos de Roosevelt y de Kennedy cuelgan de una pared de la cantina.
Todos los clientes atesoran sus recuerdos. Ven¨ªan de peque?os con sus padres y ahora traen a sus hijos o a sus nietos. La carne picada con k¨¦tchup y mostaza, cocinada el vapor, desata reminiscencias.
¡°Ven¨ªa con mi padre¡±, dice una clienta.
?Trump? ?Hillary? ?Los caucus?
¡°Aqu¨ª no hablamos ni de religi¨®n ni de pol¨ªtica¡±, tercia una cocinera.
Si en la cantina, congelada en 1936, el tiempo no pasa, a 45 kil¨®metros hay otra burbuja fuera del tiempo. Entre campos de ma¨ªz, en Fairfield, un pueblo de 10.000 habitantes, se vislumbran dos c¨²pulas aplanadas de unas sesenta metros de di¨¢metro. Las llaman la c¨²pula de los hombres y la c¨²pula de las mujeres. Forman parte del complejo de edificios, centros de estudio y spas de lujo ¡ªen Fairfield y el municipio Maharishi Vedic City¡ª asociados con el movimiento de la meditaci¨®n trascendental, desarrollado por el Maharishi Mahesh Yogi.
Aqu¨ª se ubica la central de la meditaci¨®n trascendental en EE UU, que atrae a seguidores de este movimiento de todo el pa¨ªs y a millonarios y estrellas como Oprah Winfrey o el cineasta David Lynch
Ottumwa parece a a?os luz de aqu¨ª cuando el domingo, a las cinco de la tarde, decenas de hombres entran en la c¨²pula para meditar.
?Trump? ?Hillary? ?Los caucus? ¡°Mi caucus es distinto: voy al caucus en la c¨²pula dorada, donde medito con un millar de personas e influimos la conciencia colectiva para ser m¨¢s arm¨®nicos...¡±, dice Frank Carpenter, que?a diario medita aqu¨ª. ¡°Ir¨¦, ir¨¦ a votar, s¨ª, pero yo voy al caucus 365 d¨ªas al a?o¡±.
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