Britannia gobierna las olas
Una nueva t¨¦cnica de edici¨®n gen¨®mica es la mayor esperanza de paliar unas 5.000 enfermedades raras
La tecnolog¨ªa es rabiosamente nueva, pero la historia se ha repetido un par de veces o tres, con las c¨¦lulas madre, la clonaci¨®n y otras investigaciones que requieren embriones humanos. Los cient¨ªficos occidentales descubren un procedimiento poderoso, vocean a sus ministerios de sanidad la necesidad de autorizarlo o regularlo, y nadie autoriza ni regula nada hasta que las potencias asi¨¢ticas se ponen a hacerlo con m¨¢s pericias que escr¨²pulos, con m¨¢s prisa que normativa. Como dec¨ªa este lunes un cient¨ªfico brit¨¢nico, ¡°China tiene directrices, pero no suele estar claro cu¨¢les son¡±. Y es entonces Reino Unido quien tiene las agallas de gobernar sobre las olas, como dice su viejo himno naval.
Los bi¨®logos llevan dos o tres a?os muy excitados con una nueva t¨¦cnica de edici¨®n gen¨®mica llamada CRISPR. Sus dos (principales) descubridoras recibieron el ¨²ltimo premio Princesa de Asturias, y se las espera con ansiedad en Estocolmo. Han revolucionado la biotecnolog¨ªa con una t¨¦cnica tan simple, barata y eficaz que ha puesto la modificaci¨®n de los genomas, incluido el humano, al alcance de cualquier laboratorio de gen¨¦tica de provincias. CRISPR es la mayor esperanza actual de paliar las 5.000 enfermedades raras ¡ªtodas ellas hereditarias¡ª que afectan a tan poca gente (cada una) que nadie financia su investigaci¨®n, pero que suponen en conjunto una enorme carga humanitaria en todo el planeta.
Mejorar la fertilidad de algunas parejas que desean tener ni?os no parece el m¨¢s urgente de los problemas sanitarios, pero su elecci¨®n por los reguladores brit¨¢nicos responde a razones muy s¨®lidas. Primero, porque el trabajo se puede hacer en embriones sobrantes de las cl¨ªnicas de fertilidad, donados por los padres de manera informada y voluntaria, y sin tener que implantarlos nunca en un ¨²tero. Eso facilita mucho los tr¨¢mites legales, al menos en los pa¨ªses en los que es posible saber cu¨¢les son. Y, segundo, porque los genes implicados son estrictamente humanos, y por tanto no es posible utilizar modelos animales para estudiarlos.
Mientras los cient¨ªficos se desga?itaban en Occidente y los reguladores prefer¨ªan dejar el asunto para la legislatura siguiente, tres laboratorios chinos empezaron el a?o pasado a experimentar con CRISPR en embriones humanos, de una forma que no encaja ni con las necesidades de transparencia de la ciencia p¨²blica, ni con las de rigor del derecho internacional. Si hemos de modificar el genoma de los embriones humanos para evitar enfermedades horribles, hag¨¢moslo bien, con garant¨ªas y con una ¨¦tica al menos comparable a la que solemos usar dentro de los hospitales.
Gobierna, Britannia, gobierna sobre las olas. El pa¨ªs de Newton y Darwin sigue estando a la altura. Que no se vayan de Europa.
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