Una saud¨ª en Ir¨¢n
A pesar de la enemistad entre Riad y Teher¨¢n, Sara Masry opina que les une m¨¢s de lo que les separa
Curiosidad. Eso es lo que llev¨® a la saud¨ª Sara Masry a Ir¨¢n. Sin embargo, la ruptura de relaciones diplom¨¢ticas de su pa¨ªs con la Rep¨²blica Isl¨¢mica en enero ha interrumpido ese empe?o por conocer a sus vecinos m¨¢s all¨¢ de los estereotipos de la propaganda oficial. Ambos pa¨ªses llevan tantos a?os d¨¢ndose la espalda, que la mera presencia de una estudiante saud¨ª en la Universidad de Teher¨¢n desconcierta por igual a sus paisanos y a sus anfitriones.
¡°Les sorprend¨ªa que una saud¨ª tuviera curiosidad por estudiar su lengua y su cultura¡±, recuerda durante una conversaci¨®n por Skype desde Yeddah, donde reside.
Todo empez¨® mientras estudiaba Ciencias Pol¨ªticas y Diplomacia Internacional en la Escuela de Estudios Orientales y Africanos (SOAS) de la Universidad de Londres. All¨ª Masry, que ahora tiene 25 a?os, entabl¨® amistad con alumnos iran¨ªes y descubri¨® la historia de Ir¨¢n. No encajaba con lo que hab¨ªa o¨ªdo hasta entonces.
¡°Existe una ¨²nica narrativa, negativa, en la que se mezcla la gente, su confesi¨®n y su Gobierno. Nadie cuenta lo que compartimos, que ambos [pueblos] somos musulmanes y muy hospitalarios¡±, declara.
La idea de ampliar estudios en Teher¨¢n chocaba con la ausencia de precedentes. ¡°Mi madre se preocup¨®. Era algo inusitado; nadie va a Ir¨¢n. Y al ser saud¨ª, tuvo miedo de que corriera peligro. Mi padre lo encaj¨® mejor. Hab¨ªa estado all¨ª en un par de ocasiones antes de la revoluci¨®n¡±, cuenta.
Para sorpresa de propios y extra?os, la Facultad de Estudios del Mundo acept¨® su solicitud. As¨ª que en septiembre de 2014 aterriz¨® en Teher¨¢n. A pesar de todas las advertencias, se sinti¨® ¡°muy bien recibida¡± y enseguida se lanz¨® a descubrir el pa¨ªs junto a sus compa?eros del M¨¢ster de Estudios Iran¨ªes.
Ese contacto directo termin¨® de romperle los esquemas y decidi¨® plasmar sus experiencias en un blog. ¡°Los saud¨ªes tenemos una idea de los iran¨ªes como gente problem¨¢tica, que causan l¨ªos en el hajj, que no son legales; confundimos Gobierno con poblaci¨®n¡±, admite Masry. ?Y al contrario? Reflexiona un momento. ¡°Sinceramente, no he encontrado un equivalente¡±, concluye.
Pero su presencia tambi¨¦n caus¨® sorpresa entre los iran¨ªes que la conocieron. Les llamaba la atenci¨®n que no se cubriera el rostro y que su familia le hubiera permitido viajar sola. ¡°Creen que todos los saud¨ªes son ultraconservadores y que todas la mujeres se tapan la cara¡±, sonr¨ªe satisfecha de haberles sacado de su error. Eso s¨ª, en sus interacciones evit¨® la pol¨ªtica.
Masry no cree que la actual animosidad est¨¦ motivada porque ambos pa¨ªses sigan ramas distintas del islam (chi¨ª en Ir¨¢n y sun¨ª en Arabia Saud¨ª). ¡°Medio siglo atr¨¢s las relaciones eran buenas y tambi¨¦n Ir¨¢n tiene relaciones con otros pa¨ªses de mayor¨ªa sun¨ª¡±, apunta. Al contrario, opina que las malas relaciones ¡°agravan el sectarismo porque mucha gente las percibe como [un enfrentamiento] sun¨ª-chi¨ª¡±.
A pesar de que ya da por perdido el curso (Riad ha prohibido que los saud¨ªes viajen a Ir¨¢n), Masry ha obtenido una experiencia tan o m¨¢s importante que el frustrado diploma. ¡°La mayor lecci¨®n ha sido comprender la importancia del contacto directo entre la gente. Si solo una persona ya tiene cierto impacto, normalizar los intercambios ayudar¨ªa a combatir el desconocimiento mutuo¡±, defiende. Ahora intenta llevarla a la pr¨¢ctica. Con una amiga iran¨ª planea una organizaci¨®n que promueva los intercambios culturales y sociales entre sus pa¨ªses.
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