Guajira con ¡®Jamushiri¡¯*
Un departamento colombiano, hist¨®ricamente saqueado por sus propios mandatarios
Esta semana se cumplieron dos meses de las medidas cautelares dictadas por la Comisi¨®n Interamericana de Derechos Humanos en favor de los ni?os, ni?as y adolescentes de La Guajira, en el norte de Colombia, departamento fronterizo con Venezuela. Se trata de territorio des¨¦rtico, con el 30 por ciento de la poblaci¨®n ind¨ªgena de todo el pa¨ªs, de la etnia wayuu. Entre 2008 y 2013 murieron 4.151 ni?os, 278 por falta de comida, 2.671 por enfermedades no tratadas. Se contabilizan 48 ni?os en 2014 y 38 en 2015. Este a?o van 6, seg¨²n cifras oficiales.
El procurador general de la Naci¨®n, Alejandro Ord¨®?ez, acus¨® de homicidio inaceptable la muerte de menores por hambre en ese departamento. ?A qui¨¦n acusaba? No es dif¨ªcil advertir que al gobierno. El jefe del Ministerio P¨²blico utiliz¨®, trafic¨®, con las muertes de esos ni?os y con el dolor de sus familias para hacer pol¨ªtica contra sus opositores, nuevamente. ?D¨®nde qued¨® la misericordia, de esa de la que habla ante el Dios que cree que solo lo escucha a ¨¦l?
Son m¨²ltiples los factores que explican la situaci¨®n de muchas familias que viven en lo que se conoce como rancher¨ªas
No puede ser que adem¨¢s de tener que presenciar lo que el procurador no ha visto y muchos de nosotros s¨ª, y que nos parte el alma sin poder volver a ser los mismos, se atreva a hacer declaraciones de esa manera cuando, en cambio, est¨¢ llamado a revisar en sus archivos qu¨¦ hizo para evitar una sola de esas muertes. A qui¨¦nes dej¨® de abrirle investigaciones muchos a?os antes cu¨¢ndo esto tambi¨¦n ocurr¨ªa.
Pero el tr¨¢fico con esta desgracia no ha sido solo de ¨¦l. Tambi¨¦n de los mismos pol¨ªticos guajiros que ahora salen a rasgarse las vestiduras y a decir que el departamento est¨¢ quebrado, que no hay dinero. Esos que se la pasan visitando rancher¨ªas y recogiendo ni?os desnutridos para mostr¨¢rselos a los medios de comunicaci¨®n como trofeos de su sensibilidad y compromiso con el pueblo. Esos otros que por a?os hicieron de la violencia su ¨²nica forma de existencia y hasta prestaron a sus hijas para complacer el apetito de los paramilitares que acogieron.
Son m¨²ltiples los factores que explican la situaci¨®n de muchas familias que viven en lo que se conoce como rancher¨ªas, casas hechas de barro y de trupillo, y que beben del agua con la que lavan la ropa, y se alimentan gracias a la asistencia estatal y la chicha al desayuno, cuentan un representante legal, que es su l¨ªder, y por encima en su estructura se apoyan en los Palabreros.
Adem¨¢s de los aspectos ambientales como que no existen fuentes h¨ªdricas y no llueve hace m¨¢s de 3 a?os en algunos lugares, est¨¢ el cierre de la frontera con Venezuela por orden del Nicol¨¢s Maduro, y donde trabajaban en diversas labores de orde?o, exportaci¨®n de sal, comercio legal e ilegal centenares de guajiros. Adicional, nadie en Colombia ha logrado abrir los puertos hacia el Caribe, la zona insular, de donde por a?os se nutrieron de bonanzas estos habitantes. Por donde adem¨¢s entraron los migrantes europeos y especialmente ¨¢rabes siglos atr¨¢s convirtiendo esta regi¨®n de Colombia en una de las primeras multiculturales, con un comercio de telas, caf¨¦ y un sinn¨²mero de productos que hoy est¨¢ en poder de otros.
La Guajira ha sido un departamento hist¨®ricamente saqueado por sus propios mandatarios. El que m¨¢s regal¨ªas recib¨ªa por concepto de la explotaci¨®n de gas y carb¨®n. Cerca de 1.500 millones de d¨®lares en 25 a?os. Las estructuras pol¨ªticas que han gobernado hoy le reclaman al gobierno central atenci¨®n para sus ni?os. Esos gobiernos centrales que tambi¨¦n han sido por d¨¦cadas c¨®mplices de la forma como en esas tierras polvorientas y adornadas por el color de los artesanos wayuu, el mar inmenso que bordea las costas, se han turnado el poder para su beneficio.
Han sido las familias Ballesteros Bernier, P¨¦rez Bernier, Cuello Blanchar, Deluque, y entre otros, el hoy preso ex gobernador Juan Francisco " Kiko "G¨®mez, hasta llegar a la elecci¨®n el a?o pasado de la conocida como la princesa negra, Oneida Pinto. Casi todos con un fantasma detr¨¢s pero no una leyenda, el hombre Marlboro, el ex senador Samuel Santander Lopezsierra, extraditado en 2003 y condenado a 25 a?os en 2007 por lavado de activos y narcotr¨¢fico.
Tal ser¨¢ la situaci¨®n de desfalco al erario, que solo en 2014 fue detenido el exalcalde de Maicao, Eur¨ªpides Pulido; la ex alcaldesa de Manaure Francisca Freyle termin¨® por entregarse a la Fiscal¨ªa; y la ex alcaldesa de Uribia, Cielo Redondo est¨¢ pr¨®fuga y su hijo hoy es el alcalde de ese pueblo.
Otro problema tiene que ver con las propias comunidades ind¨ªgenas, cuyas autoridades en muchos casos han hecho uni¨®n con los pol¨ªticos corruptos y aprovechan su autonom¨ªa para armar mafias de contratistas y operadores, impidiendo a muchas entidades del Estado realizar su trabajo e incluso creando entidades prestadoras de salud que se llevan la mayor parte de la contrataci¨®n, mientras los hospitales p¨²blicos se quiebran.
Por estos d¨ªas incluso los carrotanques que reparten agua ten¨ªan dificultades para hacerlo. Si nos es con las personas que los ind¨ªgenas se?alan, no dejan prestar el servicio. La situaci¨®n no es nueva desde el 2014, cuando se declar¨® la calamidad p¨²blica en la Guajira por la sequ¨ªa, se han repartido 373 millones de litros de agua.
Precisamente hace 25 a?os, la Carta del 91, reconoci¨® a Colombia como pa¨ªs multicultural con comunidades ind¨ªgenas y negras, con sus tradiciones y formas de gobierno y econom¨ªa propias. Se garantiz¨® la creaci¨®n de sus territorios colectivos, resguardos que hoy son m¨¢s de 30 millones de hect¨¢reas especialmente en el surccidente del pa¨ªs, con derecho a voz en la toma de decisiones, obligatoriedad de activar el mecanismo de consultas previas si alguna medida del legislativo los afecta e incluso la facultad para gobernar en sus tierras.
En la Guajira, a diferencia del Cauca y Nari?o, mucho de esto ha sido pervertido. Los ind¨ªgenas en el Cauca tienen formas de deliberaci¨®n y destituci¨®n, organizaci¨®n que son ejemplares en las comunidades Aw¨¢ y Pastos o los Nasa y Guambianos.
Este a?o, m¨¢s de 22.000 hogares se beneficiar¨¢n de proyectos de seguridad alimentaria. Y aunque el 100% de los ni?os matriculados en instituciones educativas en La Guajira, que son casi 200 mil, recibieron un complemento alimentario en 2015, es necesario supervisar que los alimentos que llegan los consuma los ni?os y sobre todo garantizar el presupuesto para su sostenimiento. El ICBF no puede seguir siendo un instituto de caza bandidos, aunque se reconoce el esfuerzo para combatir la corrupci¨®n pero debe retomar su verdadera funci¨®n y vocaci¨®n.
Por ¨²ltimo, el atraso impide que las ayudas lleguen a los lugares donde se necesitan. La Alta Guajira es aislada, sus v¨ªas son trochas. Y cuando logran llegar aparece la perversi¨®n del subsidio, que es el mismo en todas las naciones: si a una mujer le dan un kit para alimentaci¨®n de sus hijos de entre 0 y 4 a?os, pues seguir¨¢ teni¨¦ndolos para recibirlos. Es por eso que las ayudas sin alternativas de desarrollo no son una soluci¨®n integral. El documento Conpes que ha anunciado el gobierno Santos debe recoger estas realidades.
Diana Calder¨®n es directora de informativos y de @hora20 de Caracol Radio Colombia. Twitter @dianacalderonf
*Jamushiri:?t¨¦rmino wayuu que significa hambre
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.