La UE celebra la cumbre definitiva para evitar la salida de Reino Unido
Los socios y las instituciones europeas dan por hecho el acuerdo para evitar el 'Brexit'
El diccionario Collins define al continente europeo con una apostilla c¨¢ustica: ¡°Salvo las islas brit¨¢nicas¡±. Hace medio siglo Reino Unido pidi¨® hasta tres veces, y con tres Gobiernos distintos, su ingreso en la UE ¨Cante la dificultad de preservar el adjetivo gran al hablar de Gran Breta?a, seg¨²n el historiador Timothy Garton Ash¡ª, pero lleva tiempo empe?ado en chantajear a la Uni¨®n para conseguir un traje a medida bajo la amenaza de abandonar el club. El primer ministro David Cameron consuma este jueves en Bruselas un cap¨ªtulo crucial de su atribulada traves¨ªa europea: redefinir la relaci¨®n entre Reino Unido y la UE antes de someter a refer¨¦ndum si el pa¨ªs debe (o no) seguir en Europa.
Pese al euroescepticismo de siempre ¨C¡°Dios separ¨® Gran Breta?a de la Europa continental, y fue por alguna raz¨®n¡±, seg¨²n la inevitable Margaret Thatcher¡ª nadie se ha atrevido en cuatro d¨¦cadas a plantear esa cuesti¨®n con honestidad ante la opini¨®n p¨²blica brit¨¢nica, salvo en all¨¢ por 1975. Los jefes de Estado y de Gobierno se re¨²nen hoy y ma?ana, viernes, en Bruselas para llegar a un acuerdo sobre la oferta lanzada hace unas semanas por el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, y conseguir as¨ª que Cameron ¨Cun modernizador liberal al que el proyecto europeo le resulta ligeramente anticuado¡ª haga campa?a por el s¨ª junto a la City y a todos los que creen que el Brexit generar¨ªa una gran incertidumbre econ¨®mica y pol¨ªtica a ambos lados del canal de la Mancha.
El teatrillo de las grandes ocasiones est¨¢ listo: negociaciones de madrugada con toda la parafernalia que hace de Bruselas una suerte de escenario pol¨ªtico, con sus buenos y malos actores, un enjambre de periodistas como bullicioso p¨²blico y una tramoya, tras el escenario, en la que se mezcla alta y baja pol¨ªtica en dosis muy desiguales. La dramatizaci¨®n est¨¢ asegurada, pero el lector puede ahorrarse el suspense: el pacto tambi¨¦n est¨¢ pr¨¢cticamente hecho, seg¨²n los diplom¨¢ticos de diversas delegaciones y las propias instituciones.
Nadie va a vetar salvo sorpresa may¨²scula, y quedan por definir apenas algunos flecos que dejar¨¢n los habituales rifirrafes y la no menos habitual cuenta de p¨¦rdidas y ganancias, con ganadores y perdedores. Pero lo sustancial est¨¢ atado y bien atado. Y lo m¨¢s asombroso: pr¨¢cticamente ninguna delegaci¨®n ha puesto peros sustanciosos a Londres durante los ¨²ltimos meses de negociaciones. Cameron se aprovecha de un momento de extrema debilidad del proyecto europeo ¨Csumido en una policrisis econ¨®mica, social y sobre todo pol¨ªtica¡ª para obtener casi todo lo que ped¨ªa, al menos en apariencia. Londres puede cantar victoria a corto plazo y lanzar un mensaje positivo en casa (mezclado con el argumento del riesgo asociado al Brexit) para ganar el refer¨¦ndum. Pero a la larga no est¨¢ todo dicho: despu¨¦s del plebiscito, previsto para el 23 de junio, el Parlamento Europeo ¨Cterritorio habitualmente hostil para los intereses brit¨¢nicos¡ª deber¨¢ refrendar los cambios legislativos. Aun pasando esa prueba del algod¨®n, el Tribunal Europeo de Justicia tendr¨¢ siempre la ¨²ltima palabra en todas las modificaciones legales. Europa es, b¨¢sicamente, una comunidad de derecho, y ese tribunal, junto con el Banco Central Europeo (BCE) en lo que va de crisis, es la instituci¨®n m¨¢s importante de la UE.
El pacto tiene p¨¢ginas y p¨¢ginas de filosof¨ªa europea, mezclada con grandes cantidades de hojarasca en casi todos los asuntos. Salvo en uno crucial: Londres tiene el visto bueno de los socios para discriminar a los trabajadores en funci¨®n de su nacionalidad. Ni Espa?a ni Portugal ¨Cpa¨ªses tradicionalmente migrantes¡ªni sobre todo los del Este ¨Cque tienen el mayor n¨²mero de personas trabajando en suelo brit¨¢nico¡ª ni siquiera los padres fundadores ¨CAlemania, el Benelux, Francia e Italia-- se han opuesto de veras a esa medida, que supone retrasar el reloj del proyecto europeo, con un torpedo en la l¨ªnea de flotaci¨®n de una de la libertades b¨¢sicas, la libre circulaci¨®n de personas y la igualdad de derechos.
De un tiempo a esta parte, el mejor indicador adelantado sobre lo que va a suceder Europa son las palabras de la canciller alemana, Angela Merkel. ¡°Las demandas de Cameron est¨¢n justificadas y son necesarias¡±, dijo este mi¨¦rcoles Merkel, horas antes de la cumbre del Brexit. No hay mucho m¨¢s que a?adir, pero estas son algunas de las claves de la reuni¨®n.
1. LA OFERTA. El borrador del acuerdo presentado por Donald Tusk hace unos d¨ªas contempla cuatro propuestas que tratan de satisfacer las cuatro grandes demandas brit¨¢nicas. Incluye un l¨ªmite a ciertas prestaciones sociales a inmigrantes comunitarios; un pseudoveto de legislaciones europeas para los Parlamentos nacionales; un compromiso de no discriminaci¨®n a los pa¨ªses que no adopten el euro, y otro cap¨ªtulo semivac¨ªo de contenido para hacer m¨¢s eficiente y menos burocr¨¢tica a la UE. Londres quiere tambi¨¦n victorias simb¨®licas: el texto final dejar¨¢ claro que Reino Unido no participa del leitmotiv de la UE, ¡°una uni¨®n cada vez m¨¢s estrecha¡±.
Pero lo esencial es el pl¨¢cet de los socios para que Cameron frene la inmigraci¨®n: Londres podr¨¢ discriminar a los trabajadores en funci¨®n de su nacionalidad durante los cuatro primeros a?os de contrato, en situaciones de emergencia para su Estado de bienestar. La Comisi¨®n Europea considera que esa emergencia ya se produce en este momento, pese a que no hay estad¨ªsticas que respalden que Reino Unido tenga un problema de mayor envergadura que el de otros socios (al rev¨¦s: estudios del propio Gobierno calculan que se necesitan 140.000 inmigrantes al a?o para hacer frente al aumento de los costes necesarios para la poblaci¨®n que envejece).
Fuentes europeas destacan que habr¨¢ que hilar fino: los jefes de Estado y de Gobierno asistir¨¢n a la cumbre acompa?ados de una corte de juristas para pactar un texto que evite que otros pa¨ªses puedan activar ese freno de emergencia a los migrantes de la UE. Los pa¨ªses del Este temen que ese cambio legal suponga abrir una caja de Pandora, y que otros socios (Alemania y Austria, quiz¨¢ los n¨®rdicos) hagan uso de esa prerrogativa para limitar las prestaciones a los trabajadores de otros pa¨ªses europeos. A pesar de los recelos, nadie ha insinuado que quiera vetar la propuesta. Londres planea incluso sacar algo de tajada adicional: poder aplicar esa excepci¨®n durante m¨¢s tiempo. Se habla de siete a?os; pueden ser incluso m¨¢s.
Adem¨¢s de las prestaciones a los trabajadores (que suponen, por ejemplo, complementar los sueldos m¨¢s bajos), Londres podr¨¢ modular las prestaciones por hijo en funci¨®n del nivel de vida del pa¨ªs en que resida el menor: los trabajadores polacos en Reino Unido cuyos hijos siguen viviendo en Polonia recibir¨¢n menos prestaciones. El Consejo quiere cegar a toda costa toda posibilidad de que este elemento sirva de inspiraci¨®n a adaptar otras prestaciones, como las pensiones, al pa¨ªs donde resida el beneficiario. Londres insiste en que eso no est¨¢ en su agenda.
En el resto de medidas apenas ha habido debate. Tan solo Francia ha alzado la voz para evitar que el compromiso de no discriminaci¨®n de los pa¨ªses que no quieren unirse a la moneda ¨²nica impida avanzar a la eurozona hacia una mayor integraci¨®n. A Par¨ªs le preocupa la City: que Reino Unido pueda aplicar regulaci¨®n m¨¢s laxa a sus bancos y deje a los competidores europeos en inferioridad de condiciones. Cameron puede pedir alguna mejora adicional tras la mala recepci¨®n de la oferta en su pa¨ªs, pero las fuentes consultadas coinciden en que ser¨¢n, en todo caso, concesiones cosm¨¦ticas, que pueden ayudarle a convencer a su propio partido, a Boris Johnson y Michael Gove. El primer ministro, adem¨¢s, quiere que sea suficiente con la queja de un solo pa¨ªs para paralizar legislaci¨®n europea. Francia, Espa?a y B¨¦lgica se oponen: quieren que para eso sean necesarios al menos dos pa¨ªses. Esa cuesti¨®n est¨¢ abierta.
2. N?MEROS Y CONSECUENCIAS. Las concesiones pueden tener efectos sobre la configuraci¨®n futura del proyecto europeo, en estado de transici¨®n permanente. Pero sin ellas, el no es una peligrosa espada de Damocles. Reino Unido supone el 12,7% de la poblaci¨®n europea. Casi el 16% del PIB. Las exportaciones brit¨¢nicas a la UE suponen el 9% de la riqueza del pa¨ªs y generan casi 2,3 millones de empleo. Una salida del club provocar¨ªa ca¨ªdas del comercio y la inversi¨®n en ambos lados, seg¨²n el laboratorio de ideas CER de Londres. Pero sobre todo supondr¨ªa un formidable mazazo pol¨ªtico: sentar¨ªa un precedente con potencial para iniciar un peliagudo proceso de desintegraci¨®n. Y con efectos secundarios sobre Irlanda (socios privilegiado de Reino Unido), sobre Escocia (con la posibilidad de un nuevo refer¨¦ndum de independencia) e incluso sobre Estados Unidos, que tiene en Londres su primer aliado en Europa. Los analistas vaticinan tambi¨¦n problemas en la pol¨ªtica exterior y de defensa de la UE: Reino Unido boxea muy por encima de su peso en esas ¨¢reas, y Europa perder¨ªa una enorme influencia por ese flanco.
3. LA CAMPA?A DEL MIEDO. Las fuentes europeas consultadas afirman que el acuerdo no est¨¢ cerrado: se garantizan as¨ª el foco durante las pr¨®ximas 48 horas. En el caso improbable de que no haya acuerdo o de que el pacto no satisfaga a Cameron, los tories har¨ªan campa?a por abandonar la UE y podr¨ªan decantar la balanza definitivamente. Un consejo desastroso para los intereses de Cameron elevar¨ªa la probabilidad de Brexit (en torno al 30% actualmente, seg¨²n el think tank Eurasia). Pero las fuentes consultadas dan por hecho el acuerdo. Y apuntan que se espera que Cameron anuncie la fecha definitiva del refer¨¦ndum en Bruselas, el mismo viernes, en cuanto tenga el pacto en su mano. Tanto Londres como Bruselas quieren acelerar todo el proceso, y activar una campa?a en la que tanto Londres como su City, Bruselas, Berl¨ªn y el resto de socios insistan en la incertidumbre que supondr¨ªa para la econom¨ªa de las islas (y para toda Europa) un escenario de ruptura.
4. AMBIVALENCIA ANGLOSAJONA. Europa es una estructura dise?ada para fomentar la estabilidad. Ir¨®nicamente, el euro ha sido oficialmente declarado como la principal fuente de riesgo econ¨®mico global en los ¨²ltimos a?os, y Europa afronta un escenario plagado de riesgos: al nuevo cap¨ªtulo de la crisis financiera (Deutsche Bank, Italia, Portugal) se une la interminable crisis econ¨®mica (el paro est¨¢ en el 10%, hay peligro de deflaci¨®n y la eurozona es la ¨²nica de las grandes econom¨ªas del mundo que no ha recuperado los niveles de PIB precrisis), la crisis migratoria (que est¨¢ mutando en crisis pol¨ªtica en Alemania) e incluso el problema geopol¨ªtico que supone Ucrania y el conflicto con Rusia. El Brexit redondea ese arsenal de peligros. Con ese caldo de cultivo, tanto los conservadores como los laboristas brit¨¢nicos llevan a?os haciendo peri¨®dicos llamamientos a la introducci¨®n de reformas en el continente, y en lo peor de la crisis abogaron incluso por profundizar en una uni¨®n pol¨ªtica ¡°en la que Gran Breta?a jam¨¢s se integrar¨ªa¡± (David Marsh, Europa sin euros). La incertidumbre sobre el proyecto europeo aligera la presi¨®n sobre Reino Unido para que tome una decisi¨®n definitiva sobre su relaci¨®n con el bloque del euro, marcada por una enorme ambivalencia. El tono contradictorio y de doble filo de las perspectivas brit¨¢nicas sobre el euro tiene una larga tradici¨®n tras de s¨ª: en las tres ¨²ltimas d¨¦cadas el euroescepticismo se ha instalado incluso entre las ¨¦lites brit¨¢nicas.
Cameron y la prensa conservadora conf¨ªan en convencer a los votantes de que lo que les conviene es seguir en el club. Las encuestas no dejan claro, ni mucho menos, que los brit¨¢nicos vayan a seguir el camino marcado por su primer ministro, que este viernes se convertir¨¢ en una suerte de eur¨®filo si finalmente le dan lo prometido. Lo parad¨®jico es que justo ahora Europa es ya muy inglesa: ¡°Grande, flexible, librecambista, abierta, profundamente no-francesa¡±, describe una fuente diplom¨¢tica.
5. ESPA?A. El Gobierno espa?ol defendi¨® este mi¨¦rcoles en Madrid el acuerdo con Reino Unido ante el escepticismo o el rechazo de los partidos. Rajoy defiende p¨²blicamente que el pacto concluye garant¨ªas suficientes, incluso en el espinoso asunto de los trabajadores extranjeros. Las fuentes consultadas en Bruselas son mucho menos amables: frente a quienes achacan las medias tintas de Espa?a a la inestabilidad provocada por tener un Gobierno en funciones, los diplom¨¢ticos dudan de que con un Ejecutivo perfectamente asentado la posici¨®n fuera distinta. Espa?a ha plantado algo de cara en todo lo relativo a la gobernanza econ¨®mica, apoy¨¢ndose en Francia, el verdadero ariete por ese flanco. Y poco m¨¢s, pese a que los funcionarios europeos destacan que la inmigraci¨®n espa?ola hacia Reino Unido es cada vez m¨¢s importante. Se calcula que hay en torno a 200.000 espa?oles en suelo brit¨¢nico: en torno a 2.000 personas podr¨ªan perder derechos si la cumbre da el visto bueno al acuerdo y Reino Unido vota permanecer en el refer¨¦ndum. Podemos hablaba ayer en el Congreso de los ¡°exiliados econ¨®micos¡± espa?oles. Puede que ese pacto no cambie dr¨¢sticamente el panorama. Pero es un indicador s¨®lido de que, al menos pol¨ªticamente, los inmigrantes espa?oles, polacos, italianos y rumanos ya no son tan bien recibidos.
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