Viaje a la cuna del colt¨¢n, el coraz¨®n de los tel¨¦fonos inteligentes
Las trabas para certificar los minerales 'limpios' han dejado a muchas familias sin ingresos
Antes de llegar a la Playstation, al tel¨¦fono m¨®vil o a las c¨¢maras fotogr¨¢ficas, el t¨¢ntalo que les permite funcionar ha pasado posiblemente por una lata de tomate frito. O por alguna de las otras pruebas de calidad locales que se realizan en el este de la Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo, donde se encuentran las reservas m¨¢s grandes del mundo de colt¨¢n ¡ªse estima que un 75%¡ª, mineral del que es componente el t¨¢ntalo. Es el rey de la era digital, un mineral de propiedades ¨²nicas omnipresente en productos electr¨®nicos.
?Sin embargo, en Bandulu, en el este del Congo, donde abundan las minas de colt¨¢n, hay un solo panel solar para cargar los tel¨¦fonos; los pocos que hay no son inteligentes. Hace falta una noche entera para llegar al 25% de bater¨ªa. Kambale llena de piedras negras unas latas oxidadas con el dibujo de un tomate bien rojo: es colt¨¢n. Si tres botecitos en la balanza marcan un kilogramo es que el colt¨¢n es de m¨¢xima calidad; si no llega es que no es tan bueno. La aguja de la balanza se para en el n¨²mero uno. Kambale sonr¨ªe satisfecho.
?l es negociante, el primero que compra la materia cerca de la mina. Es afable y est¨¢ orgulloso de su negocio. ¡°Nosotros tenemos tres controles de calidad: la vista, el tacto y el tomate¡±, cuenta con humor. ¡°Una vez que llegue a la ciudad ya lo pasar¨¢n por las m¨¢quinas¡±. Desde Bandulu, el colt¨¢n inicia un largo viaje en bicicleta. Primero, Christian lo lleva a trav¨¦s de un sendero que cruza la selva. Tres d¨ªas, dos noches al raso, y alcanzar¨¢ Mangurudjepa. All¨ª ya llegan los coches; el colt¨¢n se va acercando a la zona de confort.
La explotaci¨®n de Colt¨¢n no es ni ordenada, ni uniforme, ni pac¨ªfica. Unos 5.000 agujeros en la tierra se llenan cada d¨ªa, con el amanecer, de miles de mineros que extraen colt¨¢n de forma artesanal, a veces con la mirada clavada de los fusiles Kal¨¢shnikov que vigilan.
El gran dep¨®sito de colt¨¢n se encuentra en el coraz¨®n de la guerra mas mort¨ªfera del planeta. De ah¨ª que sea considerado la estrella de los minerales de sangre. Tambi¨¦n lo son el esta?o, el tungsteno y el oro, todos ellos presentes en el interior de la tecnolog¨ªa ¡°inteligente¡±; todos ellos escondidos en los circuitos de tel¨¦fonos m¨®viles. Todos, presentes en el este de Congo.
La fiebre del colt¨¢n estall¨® a finales de los a?os noventa, coincidiendo con el boom digital, con la entrada de milicias de los pa¨ªses vecinos en Congo. La escasez del mineral hizo incluso retrasar la salida al mercado de la Playstation 2. Entonces, el colt¨¢n se lleg¨® a pagar a m¨¢s de 100 euros el kilogramo. En 2010, Estados Unidos hizo el primer intento de regular el mercado. Se aprob¨® una ley (Dodd-Frank) que obliga a las empresas norteamericanas a garantizar que las materias que usan para fabricar sus productos no proceden de la guerra. Esto incluye el t¨¢ntalo (colt¨¢n), esta?o (casiterita), el wolframio y el oro. En Congo ya se pueden ver algunas etiquetas y sacos certificados ¡ªpocos¡ª para los tres primeros. No para el oro.?
¡°La ley Obama [Dodd-Frank] supuso un embargo de facto para nosotros [a la exportaci¨®n]¡±, explica Kihoma. Boina y americana, es el jefe de una peque?a mina. ¡°La decisi¨®n se tom¨® lejos de aqu¨ª, en la capital, Kinshasa. Aqu¨ª no ten¨ªamos milicias¡±. ?C¨®mo se pod¨ªa demostrar que no eran minerales de sangre si no hab¨ªa mecanismo de certificaci¨®n? Aparte de las milicias, miles de familias viven de las minas. Y la parada s¨²bita de la actividad produjo el efecto contrario al esperado. Algunos trabajadores se alistaron en grupos armados tras haber perdido su trabajo. Desde entonces, hace ya cinco a?os, se est¨¢n desplegando mecanismos y estructuras para poner el sello a los minerales limpios de guerra. Pero el reto es tit¨¢nico.
Hay que comprobar que la mina no est¨¢ controlada por grupos armados y que no trabajan en ella menores o mujeres forzadas. El Gobierno tiene que llegar hasta la mina con el material de certificaci¨®n. El escarpado acceso a las minas y el conflicto convierten esta tarea en una odisea. En cinco a?os, solo 140 minas de las 5.000 han obtenido la luz verde. Mientras que en Europa a¨²n no se ha hecho ni el intento. En la Uni¨®n Europea hay 880.00 empresas que usan el esta?o, el t¨¢ntalo, el tungsteno y el oro en la producci¨®n de bienes de consumo. Es decir, posibles minerales de sangre. El Parlamento Europeo est¨¢ debatiendo si lo regula y c¨®mo hacerlo. ¡°Ahora que se despiertan, a los europeos les pedimos que aprueben la ley, pero tambi¨¦n que esa ley no sea una farsa¡±, exige el activista congole?o Fidel Bafilema.
¡°Los congole?os bailamos al ritmo del mercado internacional. Somos un actor principal, pero nuestras voces no cuentan¡±, dice Sadok, que se dedica al negocio atrapado entre minas y grupos armados. El presidente de los negociantes de Kivu Norte ¡ªla provincia m¨¢s rica en colt¨¢n¡ª se queja, como mineros y comerciantes, de que las decisiones sobre el futuro del pa¨ªs de las mil materias primas, siempre vienen de demasiado lejos, sin mirar ni entender las persones que trabajan para que el mundo 2.0 siga parpadeando.
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