La maldici¨®n de Porfirio D¨ªaz
Los presidentes con ¨¢nimos vitalicios le est¨¢n haciendo un flaco favor a la democracia en la regi¨®n
Sufragio efectivo, no reelecci¨®n, fue el lema que acompa?¨® la lucha de Francisco Madero (1873-1913) en contra de la dictadura paternalista de Porfirio D¨ªaz, quien gobernara M¨¦xico de 1876 a 1910 haci¨¦ndose reelegir siete veces sucesivas. Morir¨ªa en Par¨ªs, en un exilio holgado, mientras el infortunado Madero ser¨ªa asesinado en M¨¦xico por Victoriano Huerta, uno de sus generales de confianza, tras ejercer una presidencia que dur¨® apenas dos a?os (1911-1913). El Plan de San Luis que deton¨® la Revoluci¨®n Mexicana y la no reelecci¨®n constituyen, probablemente, su legado m¨¢s prominente a la historia pol¨ªtica mexicana.
El Partido Revolucionario Institucional (PRI) gobern¨® M¨¦xico durante 70 a?os (con diferentes denominaciones) bajo el candado impenetrable de la no reelecci¨®n de los presidentes que ¨²nicamente pod¨ªan emerger de sus filas. El c¨¦lebre dedazo con el que los mandatarios escog¨ªan a sus sucesores nunca apuntaba hacia s¨ª mismos, el dedo ¨ªndice estaba entrenado para desvelar al tapado que todo el mundo conoc¨ªa de antemano. Luego, desaparec¨ªan del escenario, viv¨ªan en la penumbra del poder, sin hacer muchas olas, no fuera a ser que los armarios comenzaran a expulsar esqueletos vivientes. Habr¨¢ que ver qu¨¦ sucede con el PRI, que regres¨® al poder de la mano del presidente Pe?a Nieto.
El sistema funcion¨® mal que bien en medio de agudas deficiencias democr¨¢ticas: el pa¨ªs se moderniz¨®, se industrializ¨®, desarroll¨® una imponente producci¨®n cultural de todo tipo ¡ªprobablemente la m¨¢s potente de Latinoam¨¦rica¡ª, algunos de sus intelectuales m¨¢s prestigiosos colaboraron con los gobiernos del PRI, y perseguidos pol¨ªticos de varios continentes buscaron all¨ª cobijo sin poner mayor reparo a la calidad democr¨¢tica del pa¨ªs que los acog¨ªa. Mario Vargas Llosa, en una c¨¦lebre frase, lo defini¨® como la dictadura perfecta. El domingo 2 de julio del 2000, los mexicanos, despu¨¦s de votar, se percataron de que el dinosaurio ya no estaba all¨ª.
Hasta ahora, la clase pol¨ªtica mexicana ha seguido fiel al exhorto de Madero, al menos en lo que ata?e a la no reelecci¨®n. No as¨ª el resto de Latinoam¨¦rica. Muy por el contrario, persuadidos de tener la raz¨®n hist¨®rica, de representar al bien en su lucha contra el mal, a la justicia social en contra de la iniquidad, a la democracia en contra de quienes la asedian, progresivamente ¡ªa izquierda y derecha¡ª los actores pol¨ªticos se han ido deslastrando de las amarras que conten¨ªan el af¨¢n por perpetuarse en el poder.
Un formidable luchador democr¨¢tico como el expresidente colombiano ?lvaro Uribe termin¨® su ¨²ltimo mandato tratando de prolongarse en el cargo, al buscar una nueva ¡ªy no prevista constitucionalmente¡ª reelecci¨®n, emborronando as¨ª lo que se anunciaba como un legado precioso. El presidente nicarag¨¹ense Daniel Ortega, otrora ¨¦pico guerrillero en contra de la dinast¨ªa dictatorial de los Somoza, emblema del sandinismo juvenil y triunfante en los a?os 70, es hoy un se?or mayor que se atornilla en el gobierno, junto a su se?ora esposa, con ¨¢nimos de fundar su propia dinast¨ªa. Nada los une, salvo la tentaci¨®n del poder.
Los fundadores de las democracias latinoamericanas se preocuparon por blindarlas en contra del virus que m¨¢s podr¨ªa debilitarlas: el apego al poder. Se establecieron lapsos para permitir ser reelectos despu¨¦s de dejar el cargo. Pocas veces la reelecci¨®n inmediata, por miedo a despertar los fantasmas del caudillaje.
Pero los herederos fueron buscando la manera de modificar las constituciones, de recortar per¨ªodos para regresar m¨¢s r¨¢pido ¡ªcuatro a?os se pasan volando¡ª hasta llegar al desfachatado impulso por reelegirse mientras el cuerpo aguantara que martill¨® el comandante eterno ¡ªya en vida era eterno¡ª Hugo Ch¨¢vez. Ahora estamos en el a reelegirse quien pueda ¡ªas¨ª sea intermitentemente¡ª hasta que el cuerpo social aguante.
Ojo, no se pone en duda las buenas intenciones, ni las necesidades pol¨ªticas que en momentos cr¨ªticos surgen. Pero entre los presidentes en funci¨®n con ¨¢nimos vitalicios de permanecer, y los intermitentes expresidentes con ¨¢nimos vitalicios de regresar, le est¨¢n haciendo un flaco favor al fortalecimiento de la democracia en la regi¨®n.
El presidente boliviano, Evo Morales, quiere mantenerse en el cargo de por vida. La pachamama c¡¯est moi, pareciera querer decir en su af¨¢n paternalista por cuidar de su pueblo. Le vendr¨ªa bien mirarse en el espejo de otros tantos que, como Porfirio D¨ªaz, confundieron su destino personal con el de una naci¨®n. Al final, s¨®lo queda registrado el empe?o de permanecer en el poder, a pesar de las buenas intenciones que inicialmente los anim¨®.
Siempre habr¨¢ criaturas que con la primera palmada que los despabila a la vida querr¨¢n ser presidentes del pa¨ªs que los ve nacer. Es un derecho generalizado all¨ª donde hay democracia, y una opci¨®n negada donde se estrangulan las libertades individuales y se oprime a la sociedad. Por eso hay que resguardarlo con tanto esmero.
El posible quejido de Francisco I. Madero al ser asesinado, Sufragio efectivo, no reelecci¨®n, deber¨ªa seguir resonando en la regi¨®n como ant¨ªdoto contra la maldici¨®n de Porfirio D¨ªaz.
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