El crep¨²sculo de la dinast¨ªa Bush
El abandono de Jeb de la carrera presidencial cierra de momento la saga pol¨ªtica que comenz¨® su abuelo
Era un centenar de personas en una peque?a sala en un hotel en el centro de Columbia, la capital de Carolina del Sur. La mayor¨ªa eran j¨®venes. Tomaban cervezas con caras serias y m¨²sica country de fondo. Los resultados preliminares pintaban mal. Su candidato, Jeb Bush, era el cuarto m¨¢s votado en las primarias republicanas en Carolina del Sur. Se situaba muy lejos del tercero m¨¢s votado y de sus sue?os presidenciales. La espera se hac¨ªa cada vez m¨¢s tensa. Circulaban rumores. A la hora y media del cierre de los colegios electorales, Bush irrumpi¨® en la sala. Anunci¨® el fin de su campa?a.
Los asistentes, con l¨¢grimas en los ojos, presenciaron in situ el crep¨²sculo de una de las dinast¨ªas pol¨ªticas m¨¢s importantes de Estados Unidos. Con el abandono de Jeb se enterr¨® la posibilidad ¡ªal menos a corto plazo¡ª de que un tercer Bush ocupe el Despacho Oval.
El ¨²ltimo en hacerlo fue George W., hermano de Jeb y quien fue presidente entre 2001 y 2009. Su padre, George H. W. Bush, fue vicepresidente entre 1981 y 1989, y presidente entre 1989 y 1993. La saga pol¨ªtica la hab¨ªa iniciado el abuelo de Jeb y George, Prescott, quien fue senador en los a?os cincuenta del siglo pasado.
El apellido familiar ha sido una losa demasiado pesada para Jeb Bush. Lo escondi¨® al inicio de su campa?a, cuyo lema era simplemente Jeb. Titube¨® con la alargada sombra de la guerra de Irak promovida por su hermano George, el ¨²ltimo mandatario republicano.
Con el tiempo, seg¨²n se hund¨ªa en las encuestas, Jeb recurri¨® a la familia. Defendi¨® con vigor a su hermano. Y, en un intento ya desesperado, hizo un mitin con ¨¦l la semana pasada en Carolina del Sur. Tambi¨¦n llev¨® a actos de campa?a a su madre, Barbara. La ex primera dama, de 90 a?os, era esc¨¦ptica. ¡°Hemos tenido suficientes Bushes¡±, dijo en abril de 2013.
Jeb era, en teor¨ªa, el m¨¢s preparado para emular a su padre ¡ªque fue director de la CIA¡ª en la Casa Blanca. De ni?o, era el aplicado frente al travieso George. Pero su hermano se le adelant¨®. La llegada de George al cargo de gobernador de Texas a finales de los noventa impuls¨® su desembarco en la Casa Blanca. Jeb fue gobernador de Florida mientras George era presidente.
¡°Liderazgo de confianza¡±
¡°Gracias por la oportunidad¡±, dijo Jeb Bush, la noche del s¨¢bado, a sus simpatizantes en el hotel de Columbia. Fue un discurso breve, con actitud segura y resignada. A sus espaldas, un cartel rezaba: ¡°Liderazgo de confianza¡±. El hilo conductor de su campa?a fue ensalzar su experiencia en Florida.
Pero la irrupci¨®n de Donald Trump, con su ret¨®rica populista contra el establishment, alter¨® la ecuaci¨®n. Descoloc¨® a Bush, que dej¨® de ser el favorito. Se difumin¨® la especulaci¨®n de unas elecciones din¨¢sticas contra la dem¨®crata Hillary Clinton, esposa del expresidente Bill.
¡°Habr¨ªa sido un gran presidente¡±, dijo, a¨²n digiriendo el abandono, Trend Phillips, un voluntario de 26 a?os que vino desde Florida para ayudar a la campa?a. Phillips conf¨ªa en que alguien pueda hacer sombra a Trump. Su preferencia es el senador Marco Rubio, delf¨ªn pol¨ªtico de Bush, por ser de Florida.
Detr¨¢s de Bush en el podio en que anunci¨® su retirada, estaban su esposa Columba y su hijo George P. ¡°Es el 2.0¡±, dijo sobre ¨¦l. George P. ha seguido el legado pol¨ªtico. Desde hace un a?o, es Comisionado de Tierras en el Estado de Texas. La dinast¨ªa no se da por muerta.
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