La expansi¨®n de las colonias en Jerusal¨¦n cerca a los beduinos
Israel derriba casas de n¨®madas que tuvieron que huir desde el desierto
N¨®madas, pastores del desierto, los beduinos son los gitanos del mundo ¨¢rabe. Huyeron del ardiente Negev en 1948, cuando naci¨® el Estado de Israel, para instalarse en una Cisjordania administrada por Am¨¢n. De nuevo el Ej¨¦rcito israel¨ª les expuls¨® tras la Guerra de los Seis D¨ªas de 1967 de sus pastos en los pedregales. Ten¨ªan que dejar sitio a los asentamientos hebreos que han surgido desde entonces.
Hasta ahora acampaban en tierra de nadie, en las costuras de los mapas de la ONU, con sus casamatas rodeadas de reses fam¨¦licas. Donde nadie parec¨ªa querer vivir: entre la macrocolonia jud¨ªa de Maale Adumin (40.000 habitantes) y los arrabales palestinos de Jerusal¨¦n Este, a espaldas del Monte de los Olivos.
La expansi¨®n de los asentamientos ¡ªen especial del pol¨¦mico proyecto E-1, que conecta el bloque de colonias con la Ciudad Santa, condenado por la comunidad internacional porque impide la continuidad territorial de un futuro Estado palestino¡ª pende sobre ellos con continuos desplazamientos forzosos. Las excavadoras ya han empezado a derribar sus viviendas de chapa y madera, materiales obligados para quienes se ven obligados a mudarse a menudo.
¡°A las seis de la ma?ana ya se hab¨ªan marchado. Se presentaron de noche y derribaron nuestras casas¡±, recordaba recientemente el dirigente comunal beduino Atal¨¢ Mazaara en el poblado de Jabal al Baba, ante un grupo de periodistas extranjeros en una visita organizada por la Organizaci¨®n para la Liberaci¨®n de Palestina (OLP). En la madrugada del pasado 21 de enero, las autoridades israel¨ªes derribaron cuatro viviendas y otras dos construcciones auxiliares.
Este campamento beduino integrado por unas 300 personas se ve directamente acorralado por el proyecto E-1, que acoger¨¢ m¨¢s de 5.000 viviendas. Lo mismo ocurre con la cercana comunidad de Abu Nuwar, de unos 650 habitantes, donde los restos de las ¨²ltimas construcciones demolidas por Israel se amontonan desordenadamente en una pila, como en un t¨®tem para ahuyentar a las excavadoras. Algunas piezas de lo que fueron casas prefabricadas muestran a¨²n la bandera de la Uni¨®n Europea, que don¨® los alojamientos provisionales a los beduinos.
En su ¨²ltimo informe al Consejo de Seguridad, el coordinador de la ONU para Oriente Pr¨®ximo, Nikolay Mladenov, aseguraba el pasado d¨ªa 18 que durante las ¨²ltimas semanas las autoridades israel¨ªes hab¨ªan demolido en Jerusal¨¦n Este y la llamada zona C de Cisjordania (bajo control exclusivo de Israel) 210 casas y construcciones de titularidad palestina, de las que 79 hab¨ªan sido financiadas por donantes internacionales, con un resultado de 320 personas forzosamente desplazadas.
En torno a Jerusal¨¦n viven unos 2.000 beduinos en 46 campamentos (solo la mitad tienen agua corriente y ninguno cuenta con conexi¨®n a la red el¨¦ctrica). Forman el ¨²ltimo eslab¨®n de la cadena de la ocupaci¨®n en territorio palestino, por detr¨¢s de quienes cuentan con permiso de residencia israel¨ª y gozan de una relativa libertad de movimientos, y de los habitantes del territorio bajo control de la Autoridad Palestina, resignados a las restricciones de los puestos de control.
Israel recurre a leyes del Imperio Otomano, el Mandato Brit¨¢nico y de la Administraci¨®n de Jordania para declarar de dominio estatal amplias extensiones de terreno mediante simples ¨®rdenes de los mandos militares en Cisjordania, seg¨²n denuncia la OLP.
En Jabal el Baba (as¨ª llamado en homenaje a la visita del papa Pablo VI a Tierra Santa en 1964), los periodistas internacionales toman bajo una carpa dedalitos de caf¨¦ ¨¢rabe bien cargado. El activista Fadi Quram, de la ONG palestina Avvaz, explica les explica con el tel¨¦fono m¨®vil en la mano cu¨¢l va a ser la respuesta de los beduinos para prevenir demoliciones sin previo aviso: ¡°Hemos creado un grupo de contacto en las redes sociales, a la primera se?al de alarma todo el mundo se movilizar¨¢¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.