Umberto Eco: ¡°?No sabe, se?orita, que los ginec¨®logos tambi¨¦n se enamoran?¡±
El intelectual defend¨ªa que las cr¨ªticas al poder no son una traici¨®n, sino la sal que no deja que se corrompa la democracia
Cada vez que me encontr¨¦ con Umberto Eco, que acaba de dejarnos, no lo ve¨ªa solo como un gran pensador, semi¨®tico, fil¨®sofo y novelista moderno, sino como un gran provocador cultural y pol¨ªtico. Quiz¨¢s por eso a sus conferencias y debates nunca faltaban los j¨®venes que lo consideraban como un maestro capaz siempre de sorprenderles y estimularles.
Eco se sab¨ªa amado por ellos, pero no por eso dejaba de provocarles. Como una tarde en Madrid. Hablaba de semi¨®tica y cientos de j¨®venes universitarios abarrotaban la sala. Al acabar, les dijo: ¡°Y ahora pueden hacer sus preguntas tontas, como siempre¡±. Los j¨®venes conoc¨ªan su iron¨ªa y no se molestaban con ella. Enseguida se levant¨® una joven que le hizo una pregunta tambi¨¦n provocadora: ¡°?C¨®mo es posible que un semi¨®tico, que tiene que hurgar en las v¨ªsceras de un texto para analizarlo, pueda acabar apreciando su belleza?¡±. R¨¢pido, Eco, le respondi¨® con cara sonriente: ¡°?Es que no sabe, se?orita, que los ginec¨®logos tambi¨¦n se enamoran?¡±.
En estos tiempos en que viejos y nuevos mitos, autoritarismos y sectarismos amenazan con levantar su cabeza, su muerte nos empobrece y debilita?
El pensador italiano, al que el diario La Repubblica de Roma defini¨®, al morir, como ¡°el hombre que lo sab¨ªa todo¡±, fue siempre un buceador de la contradicci¨®n y fustigaba a quienes consideraban que el ¡°desacuerdo era una traici¨®n¡±. Su obra fue siempre la b¨²squeda de contradicciones, en las que encontraba la libertad. Para ¨¦l, el aplauso al poder o la falta de sentido cr¨ªtico conduc¨ªa a lo que llamaba el ¡°fascismo eterno¡±. Pensador e investigador incansable, cada obra suya era hija de una b¨²squeda minuciosa en archivos y bibliotecas. Cuando public¨® El p¨¦ndulo de Foucault, una de las mayores creaciones sobre el ¡°complot¡±, una librer¨ªa en el centro de Roma coloc¨® en el escaparate 14 libros que ser¨ªa necesario examinar antes de adentrarse en su lectura, tal era la vastedad de su erudici¨®n.
Tras haber publicado su Historia de la belleza, Eco escribi¨® en 2009 La historia de la fealdad. Nadie se hab¨ªa atrevido antes. ?Pueden ser bellos los monstruos?, se preguntaba. En una entrevista a la televisi¨®n, el fil¨®sofo volvi¨® a su proverbial iron¨ªa. ¡°La fealdad es m¨¢s interesante que la belleza¡±, afirm¨®. Eso era porque, seg¨²n ¨¦l, los c¨¢nones de belleza son muy limitados, mientras que la fealdad ¡°es infinita¡±.
Educado de ni?o en un colegio religioso, Eco, que morir¨ªa agn¨®stico, hizo su tesis doctoral sobre Santo Tom¨¢s de Aquino, de quien dijo, en una en¨¦sima provocaci¨®n: ¡°Me cur¨® milagrosamente de mi fe¡±. Libertario pasional, Eco segu¨ªa a Bertold Brecht, que dec¨ªa: ¡°Tristes los pueblos que necesitan de h¨¦roes¡±. Tambi¨¦n defend¨ªa que m¨¢s que combatir los mitos, lo que hac¨ªa falta es ¡°no dejarles surgir¡±. Era una cr¨ªtica a las sociedades que crean y nutren mitos y h¨¦roes que acaban esclaviz¨¢ndolas. Sab¨ªa que los mitos no nacen por generaci¨®n espont¨¢nea.
Ni Hitler, ni Stalin, ni el caudillo Franco, ni Mussolini, ni Mao, ni Hugo Ch¨¢vez, ni el Che Guevara, ni Per¨®n ni muchos otros ¨ªdolos autoritarios nacieron y crecieron sin padres y madres. Fueron alimentados y cimentados por sus seguidores. De ah¨ª que el pensador italiano defendiese que el desacuerdo, en pol¨ªtica, la cr¨ªtica al poder, del color que fuera, no s¨®lo no es una traici¨®n, sino la sal que impide que se corrompan los valores de la democracia y la libertad. Una vacuna contra cualquier variante de fascismo.
Por esos valores, Eco, que fue discriminado injustamente, sin recibir el Nobel de Literatura, luch¨® sin nunca doblegarse a los mitos. Eran esos valores libertarios lo que hac¨ªa que los j¨®venes lo vieran como maestro y gu¨ªa.
En estos tiempos en que viejos y nuevos mitos, autoritarismos y sectarismos amenazan con levantar su cabeza, su muerte nos empobrece y debilita a todos.
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