Un pa¨ªs normal
El mayor desaf¨ªo de Macri es lograr consenso sobre la propia definici¨®n de normalidad
Van menos de noventa d¨ªas de gobierno Macri. Parecen muchos m¨¢s. No son d¨ªas f¨¢ciles, por cierto. La ciudad de la furia se ve mucho m¨¢s furiosa bajo el sol de febrero. Pero, como era de imaginar, tambi¨¦n por la alta temperatura de la econom¨ªa.?
El sinceramiento de algunos precios claves, especialmente en la energ¨ªa, aceler¨® la inflaci¨®n. Los conflictos distributivos se intensifican de cara a las pr¨®ximas negociaciones salariales, las paritarias. Los recelos aumentan con los muchos despidos en el sector p¨²blico, ese clientelismo desenfrenado que el gobierno intenta racionalizar. La herencia recibida, tanto en la econom¨ªa como en la destrucci¨®n del aparato estatal, ha sido enorme, mucho peor de lo imaginado.
Y, sin embargo, la herencia m¨¢s pesada de doce a?os de kirchnerismo no se ve, transcurre bajo la superficie. Es ese tejido social rasgado, anclado en una persistente anomia. El problema que enfrenta el gobierno no es en lo ideol¨®gico ni en lo program¨¢tico, sino en el sentido com¨²n. Es el desaf¨ªo de construir una sociabilidad normal, y la igualmente gigantesca dificultad para lograr un consenso sobre el propio significado del termino ¡°normalidad¡±.?
Tres vi?etas para ilustrarlo, una semana de caminar la calle, leer los peri¨®dicos y participar en seminarios y debates de la televisi¨®n. La primera, Argentina negocia con los holdouts. Un acuerdo est¨¢ cerca, se informa, con un buen di¨¢logo entre las partes y una m¨ªnima diferencia en la quita propuesta. El acuerdo deber¨¢ ser refrendado en el Congreso argentino, con el casi seguro apoyo de los peronistas de la vieja guardia y la definitiva oposici¨®n de los kirchneristas, quienes ya comienzan a reciclar la consigna ¡°patria o buitres¡±.?
Como resultado, los bonos argentinos han estado subiendo y el pa¨ªs obtuvo un cr¨¦dito de 5.000 millones de d¨®lares para la cancelaci¨®n de esa deuda. El default, irresuelto por 15 a?os, hab¨ªa impedido a Argentina tomar cr¨¦dito en los mercados de capitales internacionales y la oblig¨® a emitir deuda a alt¨ªsimas tasas, comprometiendo las reservas del Banco Central. Ning¨²n pa¨ªs normal elegir¨ªa continuar da?ando indefinidamente la credibilidad, el desarrollo y la estabilidad financiera. Y si es por la soberan¨ªa nacional, entre las declamaciones pomposas y los datos duros de la econom¨ªa est¨¢ claro en cual de los dos escenarios se la defiende mejor.
Macri fue electo desde un cierto sentido com¨²n social, la sensatez de intentar vivir en un pa¨ªs normal. Y ello no es simple en la Argentina post-Kirchner, un pa¨ªs de clich¨¦s que siempre suman cero
Segunda vi?eta. El primer ministro de Italia y el presidente de Francia han pasado por Argentina. En marzo lo har¨¢ Obama, en una visita que cierra aquel cap¨ªtulo de Mar del Plata en 2005, el destrato de N¨¦stor Kirchner a Bush, y los caprichos de Cristina Kirchner y su canciller en el episodio del avi¨®n militar estadounidense en 2011, al que se le incaut¨® material medico sin importar que el equipamiento en cuesti¨®n era por un acuerdo de cooperaci¨®n con el Ministerio de Defensa argentino.
Argentina deber¨¢ hacer fine tuning con Obama, por que est¨¢ de salida y la pol¨ªtica exterior de Estados Unidos cambiar¨¢, poco o mucho, seg¨²n quien sea el pr¨®ximo presidente, pero cambiar¨¢. Mas all¨¢ de eso, las tres visitas de Estado se?alan el regreso de Argentina al mundo: los pa¨ªses normales buscan estar en el mapa. El logro de Macri es irrefutable, y no solo para deleite de los ge¨®grafos.
Tercera vi?eta. La ministra de seguridad, Patricia Bullrich, anunci¨® la preparaci¨®n de un protocolo ¡°anti-piquete¡±. Es una gu¨ªa para reglamentar el derecho a protestar, de manera que el mismo no vulnere el derecho de los dem¨¢s a circular. Ocurre que el piquete es famoso y legendario en Argentina, un modo de acci¨®n pol¨ªtica incentivado desde el Estado durante los Kirchner, tanto con recesi¨®n como con tasas chinas de crecimiento. A los turistas extranjeros el piquete siempre les pareci¨® atractivo, parte de ese caos porte?o tan singular.
Atractivo por estar de vacaciones, claro est¨¢. No tiene nada de entretenido para quien tiene que ir a trabajar, a buscar un hijo al colegio o a cuidar a un mayor enfermo, y no sabe si, o a que hora, llegar¨¢ a destino. El piquete destruye el reloj como instituci¨®n social, privatiza una porci¨®n de la esfera p¨²blica¡ªla calle¡ªy transforma al ciudadano en reh¨¦n. En un pa¨ªs normal, el derecho a la protesta se norma, valga la deliberada redundancia.
Macri no gan¨® la elecci¨®n en base a un relato ¨¦pico o una utop¨ªa. Fue electo desde un cierto sentido com¨²n social, la sensatez de intentar vivir en un pa¨ªs normal. Y ello no es simple en la Argentina post-Kirchner, un pa¨ªs de clich¨¦s que siempre suman cero. Ser¨¢ un camino largo y cuesta arriba. Ni siquiera han sido noventa d¨ªas.
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