Un ambiente turbio
Pese a la situaci¨®n econ¨®mica estable y de las cuentas saneadas del Estado, se nota inquietud e incertidumbre en la poblaci¨®n
Asist¨ª d¨ªas atr¨¢s a una actuaci¨®n en Hann¨®ver del monologuista Dieter Nuhr. Tiene mucha destreza para dar la vuelta a los forros de la actualidad este aplaudido artista de la s¨¢tira. En un momento dado, afirm¨® que una noticia consiste en una desviaci¨®n de la normalidad. Y lo cierto es que Alemania genera ¨²ltimamente un sinf¨ªn de noticias. Se deduce de ello, siguiendo la definici¨®n de Nuhr, que los ciudadanos alemanes no dan abasto para asimilar las continuas excepciones a la normalidad. El quid de la cuesti¨®n est¨¢ en que, de un tiempo a esta parte, las referidas noticias son negativas.
Hasta el verano pasado, Alemania parec¨ªa un pa¨ªs sumido en la aton¨ªa, paralizado por el bienestar, gobernado por una especie de madre pragm¨¢tica y protectora, entregada de lleno a un proyecto pol¨ªtico cuya aspiraci¨®n suprema consist¨ªa en que no hubiera disgustos, en que no pasara nada. Luego hemos sabido que pasaban cosas no exentas de gravedad; pero tenidas por sucesos aislados o silenciadas de modo que nadie las pudiera criticar ni requiriesen remedio urgente.
El caso de los motores de Volkswagen es, en tal sentido, emblem¨¢tico. De no haberse destapado en Estados Unidos el fraude, seguir¨ªamos como si tal cosa conduciendo veh¨ªculos m¨¢s contaminantes de lo estipulado. Y ya puestos a recorrer el tramo entero de la deducci¨®n, advertiremos la fragilidad de nuestras opiniones con solo constatar las vastas parcelas de realidad que escapan a nuestro conocimiento.
Reina de un tiempo a esta parte un ambiente turbio en Alemania. Uno lo nota a diario en la calle, en la cafeter¨ªa, hablando con los allegados y vecinos. A pesar de la situaci¨®n econ¨®mica estable y de las cuentas saneadas del Estado, se nota miedo, inquietud, incertidumbre en la poblaci¨®n. Digan lo que digan, las causas de esta desaz¨®n general no son nuevas. Han estado siempre presentes, pero se negaban y fueron desatendidas en la convicci¨®n ilusa de que un problema ignorado no es un problema. Lo novedoso tal vez sea la p¨¦rdida de confianza depositada por los ciudadanos en la clase pol¨ªtica y en la polic¨ªa para que estas les solucionen la vida. El desencanto abona un terreno en el que se dan las condiciones ¨®ptimas para el crecimiento de la maleza populista y radical. Los manoseos y robos multitudinarios a mujeres durante la pasada Nochevieja en Colonia y otras ciudades fueron el agua que precisaban las semillas de la xenofobia para germinar en cantidades preocupantes.
La llamada crisis de los refugiados, que algunos interesadamente consideran el problema principal, por no decir el ¨²nico problema, ha puesto al descubierto aquel viejo espejo en el que Alemania, con raz¨®n, no gusta de mirarse. ?Y eso? Pues por la fea imagen de menosprecio a la dignidad humana, de violencia y viejo fanatismo racista que le devuelve. El pa¨ªs, en esto tiene raz¨®n el presidente de Baviera, Horst Seehofer, est¨¢ dividido, si bien a Seehofer se le olvida a?adir que su contribuci¨®n a dicha divisi¨®n ha sido, sigue siendo, notable.
Ser¨ªa injusto localizar el auge actual de la extrema derecha solamente en Alemania. Un paseo por los pa¨ªses vecinos confirma los peores recelos. Se advierte en Europa un cuestionamiento generalizado de los valores humanistas y democr¨¢ticos desde posiciones radicales de derecha, con escasas salvedades, como Espa?a, donde en raz¨®n de su propia historia el rupturismo prefiere afincarse en la izquierda radical.
Que Sajonia es un baluarte del neonazismo lo sab¨ªa todo el mundo, salvo, por lo visto, sus representantes pol¨ªticos
Que el Estado Libre de Sajonia es un baluarte del neonazismo lo sab¨ªa todo el mundo en Alemania salvo, por lo visto, los representantes pol¨ªticos en el poder. Al presidente saj¨®n Stanislaw Tillich, democristiano, le ha costado tiempo reconocerlo. Finalmente, tras los sucesos lamentables de los ¨²ltimos d¨ªas, no ha tenido m¨¢s remedio que aceptar la realidad.
Uno advierte asimismo el esfuerzo sostenido de los sectores mayoritarios de la sociedad alemana por recobrar la normalidad perdida. Escuch¨¦ hace poco, en un noticiario de televisi¨®n, que en 2015 se hab¨ªa batido el r¨¦cord de donativos econ¨®micos particulares destinados a socorrer a refugiados y solicitantes de asilo. La cifra (5.500 millones de euros) da cuenta de esa cara hospitalaria de Alemania que, por no estar asociada a desgracias, conflictos, agresiones ni destrozos, apenas merece la atenci¨®n de los medios informativos.
El monologuista Dieter Nuhr saca punta sat¨ªrica a este estado de cosas. Si ocurriera, dice, que a todas horas las turbas xen¨®fobas cortaran el paso de los autobuses de refugiados, como ocurri¨® semanas atr¨¢s en la ciudad sajona de Clausnitz; o que los j¨®venes nazis pegasen fuego cada noche a las casas-refugio de los asilados, como el otro d¨ªa en Bautzen (de nuevo Sajonia), entonces la verdadera noticia, el aut¨¦ntico desv¨ªo de la normalidad, ser¨ªa el altruismo silencioso de tantas personas entregadas desde el anonimato al auxilio de los que llegaron atravesando mares, fronteras valladas, campos inh¨®spitos, para huir de la guerra y de la muerte.
Fernando Aramburu es escritor y traductor. Reside en Alemania desde 1985 y su ¨²ltimo libro es ?vidas pretensiones.
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