Los socialdem¨®cratas se enfrentan al desastre
Los partidos de la gran coalici¨®n ven peligrar su mayor¨ªa en dos Estados alemanes
Lara P¨¹tz es, a sus 17 a?os, algo parecido a una especie pol¨ªtica en peligro de extinci¨®n. Hace pocos meses que esta estudiante se afili¨® al Partido Socialdem¨®crata (SPD) alem¨¢n, convencida de que ninguna otra fuerza defiende mejor los principios de justicia social en los que cree. Pero estas ideas no est¨¢n de moda entre los de su edad. ¡°La mayor¨ªa de mis compa?eros simpatiza con Los Verdes. Y algunos defienden a los extremistas de derechas, algo que me da mucho miedo¡±, asegura en un castellano bastante correcto. En su clase, pocos se mojan por el partido que hace 150 a?os comenz¨® a luchar por los derechos de los trabajadores. ¡°Quiz¨¢s es que los socialdem¨®cratas no nos atrevemos a hablar en p¨²blico porque hoy no somos tan populares¡±, se justifica poco antes de que comience el gran acto electoral del SPD para las elecciones del domingo en Baden-Wurtemberg.
A Karlsruhe, segunda ciudad de este rico Estado del suroeste alem¨¢n, ha acudido Sigmar Gabriel, l¨ªder del partido y vicecanciller, para dar ¨¢nimos a los suyos. Lo cierto es que los necesitan. Tras cinco a?os en el Gobierno regional como socios minoritarios de Los Verdes, el SPD se enfrenta a un resultado desastroso, que podr¨ªa rondar el 13% de los votos. Al igual que sol¨ªa ocurrir en Berl¨ªn con la canciller Angela Merkel, los socialdem¨®cratas impulsan aqu¨ª una agenda social ¡ªsupresi¨®n de tasas universitarias, nuevas plazas de guarder¨ªa, d¨ªas de formaci¨®n para los empleados¡¡ª, pero los beneficios van a parar a los socios de coalici¨®n, en este caso los ecologistas.
El l¨ªder verde, el mejor conservador
Sigmar Gabriel explica por qu¨¦ los socialdem¨®cratas deben seguir en el Gobierno de Baden-Wurtemberg. ¡°Sin nosotros, los verdes pueden tener la tentaci¨®n de abandonar la pol¨ªtica social. Ya sab¨¦is que aqu¨ª son... especiales¡±, dice? en el acto electoral de Karlsruhe. Carcajadas y aplausos. Todo el mundo entiende qu¨¦ ha querido decir el l¨ªder del SPD: ¡°especial¡± significa ¡°conservador¡±.
El partido que naci¨® en esta misma ciudad en 1980 como respuesta contestataria y pacifista a la sociedad burguesa est¨¢ dividido en dos facciones: los llamados fundamentalistas y los realistas. Baden-Wurtemberg y su muy popular presidente, Winfried Kretschmann, pertenecen sin ning¨²n genero de duda al segundo grupo. As¨ª se explica la tranquilidad con la que la industria recibe la posibilidad de otros cinco a?os de Gobierno verde. En un Estado en el que el sector del autom¨®vil lo es todo, Kretschmann declar¨® antes de llegar al poder que quer¨ªa "menos coches en las calles". Las desavenencias acabaron all¨ª. Desde entonces, ha favorecido pol¨ªticas de crecimiento que han hecho que la tasa de paro en este land caiga al 4%, el m¨ªnimo nacional.
Kretschmann ha sido criticado por el sector izquierdista de su partido por dar el s¨ª que el Gobierno necesitaba para facilitar la expulsi¨®n de balc¨¢nicos y magreb¨ªes que solicitan el estatus de refugiado. Y dice no tener ning¨²n problema en aceptar para su campa?a donaciones de la industria armament¨ªstica.
¡°Nos preocupa la gente que pasa dificultades. Solo nuestra presencia en el Gobierno garantiza una agenda social¡±, clama Gabriel ante unos 800 simpatizantes reunidos en este centro cultural. El discurso eleva algo los ¨¢nimos, pero no oculta una frustraci¨®n evidente: el SPD ya no pelea por el liderazgo, sino por mantener su papel de segund¨®n en el Gobierno, un lugar que hace a?os parec¨ªa destinado a formaciones minoritarias. ¡°Nuestro candidato puede ser bueno, pero es demasiado callado. No lo conoce nadie¡±, musita desde su asiento Bernard Posmeck, que a sus 82 a?os ha votado siempre al SPD. Este domingo lo har¨¢ de nuevo, m¨¢s por fidelidad que por convencimiento.
El desgaste va m¨¢s all¨¢ de Baden-Wurtemberg. Los socialdem¨®cratas solo mantendr¨¢n el tipo en uno de los tres Estados en juego, gracias al tir¨®n de su candidata local. E incluso all¨ª pueden perder el poder. Los democristianos de Merkel tampoco est¨¢n para muchas alegr¨ªas. Pese a ser los m¨¢s votados en 2011, perdieron el poder en este Estado que, tras 58 a?os de Gobierno ininterrumpido, parec¨ªa de su propiedad. La victoria de los ecologistas se vio como un accidente, fruto de la ola antinuclear tras la cat¨¢strofe de Fukushima. Cinco a?os m¨¢s tarde, Los Verdes, gracias a la popularidad de su candidato, est¨¢n disparados y pueden desplazar a la CDU como primera fuerza en este Estado, buque insignia de la potencia industrial alemana con empresas como Daimler o Porsche.
La debilidad de los dos grandes partidos ha tra¨ªdo una novedad: la gran coalici¨®n, f¨®rmula que se sol¨ªa usar como ¨²ltimo recurso, puede ser insuficiente para garantizar la gobernabilidad en dos Estados. La irrupci¨®n de los populistas de derechas de AfD amenaza con trastocar los juegos de mayor¨ªas habituales.
Recortes sociales
M¨¢s de una d¨¦cada despu¨¦s de su puesta en marcha, el SPD a¨²n no se ha recuperado de los recortes sociales impulsados por el canciller Gerhard Schr?der. Desde entonces, ha encajado los dos peores resultados en unas elecciones en Alemania desde la posguerra. De los 940.000 afiliados de principios de los noventa, no le queda ni la mitad. Aunque algo menor, la sangr¨ªa de militantes tambi¨¦n afecta a la CDU. Lejos de beneficiarse por la debilidad actual de Merkel, los socialdem¨®cratas siguen cayendo, con una expectativa nacional de voto del 23%. ¡°Los grupos que explicaban su fortaleza, como trabajadores ligados a los sindicatos o clases medias protestantes, han perdido fuerza. De alguna forma, el SPD ha dejado de ser un partido de masas¡±, explica el polit¨®logo Gero Neugebauer.
Gabriel no deja de encadenar malas noticias. Tras ser reelegido l¨ªder del partido por la m¨ªnima el a?o pasado, se ha visto obligado a desmentir su supuesta dimisi¨®n si los resultados del domingo son tan malos como parecen. Ahora propone un plan de gasto social para evitar que los ciudadanos de rentas m¨¢s bajas se sientan dejados de lado por los refugiados. El ministro de Hacienda y guardi¨¢n de la llave del dinero, Wolfgang Sch?uble, tach¨® esta iniciativa de ¡°digna de compasi¨®n¡±.
Termina el acto electoral y Gabriel sale pitando. Quedan algunos regazados comentando la jornada. Como Joachim Renz, ingeniero reci¨¦n jubilado. ¡°Me ha gustado Gabriel. Tiene fuerza¡±, comenta. ?Piensa votarlo? ¡°Ni loco. El SPD nos traicion¨® cuando aprobaron los recortes al Estado de bienestar. Entonces dejaron de ser mi partido¡±, concluye.
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