La periferia S?o Paulo, la desilusi¨®n de quienes callan
Mientras unas 500.000 personas protestaban en el centro, muchas otras segu¨ªan ajenas
Mientras cientos de miles de personas protestaban el pasado domingo en Brasil, Eliane de Jes¨²s visitaba a su hijo, de 17 a?os, en un centro de menores por tr¨¢fico de drogas. Ambos forman parte de otro Brasil, cuya voz no ha resonado desde que arrancaron las protestas contra el Gobierno de Dilma Rousseff: el que vive en la periferia de las ciudades y lejos de donde se celebran las manifestaciones. Eliane tambi¨¦n est¨¢ en contra del Gobierno y quiere ¡°que esta mujer se vaya de una vez¡±. Al final, ¡°los precios han subido mucho¡±, cuenta esta vecina de Vila Calu, al sur de la ciudad de S?o Paulo. No ha pensado en ocupar las calles para exigir sus derechos. Pero si lo hiciera, ser¨ªa por dos motivos: ¡°En contra de los maltratos en el centro donde est¨¢ mi hijo. Y por la merienda en las escuelas. A mis hijos solo les dan caf¨¦ y galletas¡±.
Mientras unas 500.000 personas protestaban el pasado domingo en la Avenida Paulista, muchas otras segu¨ªan ajenas a las manifestaciones en la periferia de S?o Paulo. Seg¨²n varios estudios, cerca del 70% de los que suele manifestarse contra el Gobierno cobra m¨¢s de cinco sueldos m¨ªnimos (1.100 euros) al mes. Se trata de una minor¨ªa en un pa¨ªs donde la mayor¨ªa vive con muy poco. Pese a que no se suman a las protestas, ninguno de los entrevistados est¨¢ contento con el Gobierno de Rousseff, con solo un 10% de popularidad, seg¨²n las encuestas. La mayor¨ªa de ellos tambi¨¦n es favorable a su destituci¨®n. Al final, pertenecen a las clases media-baja y pobre, los m¨¢s afectados por la crisis. Sobre todo por el aumento de la inflaci¨®n y del paro, que se acercan al 10%.
?Por qu¨¦, entonces, no participan de las protestas? ?Qu¨¦ opinan sobre el Gobierno?
Karoline Luz, que vive en Recanto Verde do Sol, cuenta que vot¨® a Rousseff porque es mujer, pero que luego se decepcion¨® por la corrupci¨®n. ¡°Pero mejor dejarla en su puesto que sustituirla por alguien peor¡±, argumenta la joven, de 22 a?os y reci¨¦n desempleada. ¡°Creo que protestar es una p¨¦rdida de tiempo, luego no pasa nada. Pero s¨ª saldr¨ªa a la calle por mejor transporte y sanidad p¨²blica¡±.
Ala¨ªde, de 33 a?os, tampoco suele manifestarse. ¡°?Ni siquiera voto!¡±, cuenta. Esta vez, sin embargo, s¨ª ten¨ªa muchas ganas de participar del proceso democr¨¢tico. Al final decidi¨® no acudir al acto porque sus amigas no quisieron, pero se dice preocupada con sus amigos en paro. ¡°Soy ni?era. Pero si fuera ingeniera, me gustar¨ªa trabajar con esto, ?y no cuidando de un ni?o! Y veo que mis amigos que han estudiado much¨ªsimo tiene que aceptar cualquier cosa¡ Protestar¨ªa por ellos, por el desempleo¡±, explica.
Sentada y sujetando un bolso, encogida, Eliane de Jesus acaba de ver a su hijo en el centro de menores. Para ella, la escuela deber¨ªa reunirse con las familias para debatir m¨¢s y buscar soluciones para mantener a sus ni?os lejos del tr¨¢fico de drogas. ?Sabe que este es un problema del Gobierno de S?o Paulo? ¡°?Sabes qu¨¦ pasa? No suelo hablar sobre pol¨ªtica. Eres el primero que me pregunta¡±, contesta.
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