¡°Mi pa¨ªs por delante de mis hijos¡±
Ambiente de alta carga patri¨®tica en un homenaje a las v¨ªctimas del ataque del ISIS
En mantones, jerseis e incluso velos isl¨¢micos, esta vez no prevalec¨ªan los tonos oscuros, sino un rojo chill¨®n. El mismo de la bandera tunecina. En un acto de homenaje a las v¨ªctimas y de apoyo a las fuerzas de seguridad convocado por varias asociaciones de la sociedad civil, se respiraba un marcado ambiente patri¨®tico. Tambi¨¦n lo destilan las ondas. Inmediatamente tras el ataque, como si fuera un acto reflejo, se hicieron omnipresentes las cu?as que instan a la ciudadan¨ªa a ¡°amar¡± y ¡°defender¡± la naci¨®n.
Entre el centenar de asistentes, junto a banderas y pancartas, varias personas sosten¨ªan fotograf¨ªas de los ¡°m¨¢rtires¡±, algunos vestidos en uniforme militar. ¡°Quiero dirigir un mensaje a los traidores oscurantistas que han matado hombres, mujeres y ni?os: no entregaremos nuestros derechos, nuestra tierra y nuestro pa¨ªs!¡±, grit¨® subido a una silla Nuredin Ben Assim, un joven energ¨¦tico presidente de una ONG para el desarrollo local. Acto seguido, de forma espont¨¢nea, los asistentes, empiezaron a cantar el himno nacional. ¡°La sangre grita en nuestras venas: Moriremos, moriremos para que viva la naci¨®n!¡±, reza su estribillo.
Abdelkarim al-Jari, un polic¨ªa retirado de 57 a?os, y su hijo Lasaad, siguieron al pie de la letra la llamada al sacrificio. ¡°Al iniciarse el asalto, fueron a confrontar a los del ISIS cerca del cuartel. No iban armados. Los cogieron y les pegaron un tiro all¨ª mismo¡± dec¨ªa con gran entereza Samir, un polic¨ªa de mediana edad que se confiesa ¡°orgulloso¡± de la actitud de su t¨ªo. ¡°Hemos sentido el calor de la gente. Aqu¨ª nadie est¨¢ con los yihadistas¡±, agreg¨®.
La concentraci¨®n se desarroll¨® en la sede del gobierno comarcal, el lugar donde pereci¨® Mohamed Ta?b, un guardia de seguridad del recinto, situado a unos 100 metros de una de las comisar¨ªas atacadas. En una fotograf¨ªa enmarcada, su mirada transmite una mezcla de incomodidad y miedo, como si supiera el tr¨¢gico futuro que le aguardaba. Tocado con una shashia, el tradicional gorro tunecino, tambi¨¦n rojo, su padre Mujtar rompi¨® a llorar al hablar frente a las c¨¢maras de dos televisiones diferentes. A su lado, una chica joven exhibe una pancarta que reza: ¡°Mi pa¨ªs por delante de mis hijos¡±, un eslogan que ha hecho fortuna en un pa¨ªs que se aferra al nacionalismo, el sedante que recetan los medios de comunicaci¨®n a un pa¨ªs en plena crisis de ansiedad.
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