El fin de una cierta idea del Partido Republicano
El derrotado Rubio encarnaba el futuro so?ado de una derecha con ra¨ªces conservadoras pero abierta a los cambios de Estados Unidos
La retirada de Marco Rubio en la carrera presidencial liquida una cierta idea del Partido Republicano. Rubio ¡ª44 a?os e hijo de inmigrantes cubanos¡ª era el futuro del partido. Joven e hispano. Suficientemente conservador para preservar las esencias, pero flexible para despegarse de la imagen rancia del partido. Donald Trump, a punto a lograr la nominaci¨®n republicana con un mensaje xen¨®fobo y proteccionista, arruina estos planes. El futuro de un Partido Republicano adaptado a un pa¨ªs m¨¢s diverso y tolerante, que so?aban los reformistas del establishment, ya es pasado.
Les llamaban reformicons: reformistas conservadores. Eran un grupo de intelectuales, la mayor¨ªa residentes en Washington, que escrib¨ªan papeles y organizaban debates sobre la derecha. El Partido Republicano deb¨ªa abrirse a la sociedad: abordar cuestiones como la pobreza y las desigualdades y atraer a la minor¨ªa hispana, la m¨¢s din¨¢mica de un pa¨ªs en el que, en 2040, los blancos de origen europeo representar¨¢n menos del 50% de la poblaci¨®n. Las ideas bull¨ªan en los think tanks y las revistas para llevar al Grand Old Party, anclado en los a?os ochenta y en Ronald Reagan, al siglo XXI.
En marzo de 2013, el Comit¨¦ Nacional Republicano public¨® el Proyecto de crecimiento y oportunidad. El documento, de 97 p¨¢ginas, era lo que en la jerga de Washington se llama una autopsia. En este caso, la autopsia de un cad¨¢ver pol¨ªtico: los republicanos acababan de perder por segunda vez las elecciones presidenciales ante Barack Obama y hab¨ªa que encontrar soluciones. El documento propon¨ªa que los republicanos, ensimismados en debates ideol¨®gicos y demasiado identificados con las elites econ¨®micas y Wall Street, se acercasen a la clase trabajadora. Sobre todo, les instaba a seducir a los hispanos, imprescindibles para ganar elecciones en los pr¨®ximos a?os, quiz¨¢ ya en las presidenciales de noviembre. De ser m¨¢s humanos y amables, menos dogm¨¢ticos.
Trump, con una ret¨®rica populista y nacionalista que apela a las clases trabajadoras blancas, ha robado a los reformicons la idea de un partido alejado de las ¨¦lites y en defensa del ciudadano de a pie. Pero es el ciudadano de a pie blanco. La hostilidad de Trump hacia los latinos (y los musulmanes) entierra el esfuerzo por ampliar la base de votantes hacia las nuevas minor¨ªas.
El fracaso reformista no se explica sin la cooperaci¨®n de los propios reformistas. Parece como si nunca acabaran de creerse sus propias recetas. El Partido Republicano es hoy el ¨²nico partido conservador en un pa¨ªs desarrollado que niega el cambio clim¨¢tico o rechaza legislar en contra. Los republicanos, desde que Obama lleg¨® a la Casa Blanca en 2009, son el partido del no, en contra incluso de medidas como la reforma sanitaria, inspirada en pol¨ªticas conservadoras. Cuando, hace cuatro a?os, Trump vociferaba sus teor¨ªas conspirativas sugiriendo, falsamente, que Obama naci¨® en Kenia, los republicanos le cortejaban. Rubio, tras apoyar una reforma inmigratoria, reneg¨® de ella. Cuando Obama visit¨® una mezquita en diciembre, Rubio le acus¨® de dividir al pa¨ªs. Nadie es inocente.
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