Linchamiento de Andrea
El caso de la periodista acosada sexualmente muestra la impunidad ante los ataques
El ocho de marzo un hombre levant¨® el vestido de Andrea Noel y le baj¨® su ropa interior en una acera de una colonia residencial de Ciudad de M¨¦xico, a plena luz del d¨ªa. Luego corri¨®, dej¨¢ndola en el piso. La v¨ªctima, coordinadora editorial del portal de noticias estadounidense Vice News, consigui¨® el v¨ªdeo de una c¨¢mara de seguridad de un edificio adyacente, y lo colg¨® en sus redes sociales. Horas m¨¢s tarde acudi¨® al ministerio p¨²blico para levantar una denuncia, lo cual logr¨® pese a la resistencia y mofa de los empleados de la instituci¨®n.
Parec¨ªa un caso m¨¢s de una infamia captada in fraganti en virtud de las nuevas tecnolog¨ªas, y la posibilidad de que un villano pagara por su ofensa gracias al valor civil de una ciudadana. Lo que no sab¨ªamos es que la infamia apenas estaba por llegar.
El v¨ªdeo de Andrea Noel, una hermosa y espigada rubia con excelente espa?ol pese a su procedencia norteamericana, se hizo viral. Las primeras reacciones fueron de solidaridad e indignaci¨®n ante el ataque gratuito y absurdo. Pero en los siguientes d¨ªas, un extra?o fen¨®meno de mutaci¨®n en las redes sociales termin¨® convirtiendo el caso en un linchamiento en contra de la mujer.
Primero fueron los reclamos por vestir una falda que dejaba al desnudo sus piernas largas. Luego las expresiones de xenofobia: ¡°Si no te gusta este pa¨ªs, regr¨¦sate al tuyo¡±. Posteriormente, las acusaciones de ¡°feminazi¡±. Algunos medios period¨ªsticos, cercanos a la autoridad, la acusaron de protagonismo malsano y sugirieron, incluso, que todo el incidente pod¨ªa haber sido un montaje para buscar notoriedad. En las ¨²ltimas horas ha recibido miles de amenazas de muerte y de violaci¨®n, y visitas hostiles fuera de su casa. Alguien se ha tomado la molestia de ubicar su posici¨®n y hacerla p¨²blica por GPS. El martes, mientras trabaja en su escritorio ante una ventana, descubri¨® un punto rojo sobre su cabeza, un l¨¢ser que le apuntaba desde un auto de lujo estacionado en la calle.
En realidad, la postura de Noel fue notablemente prudente. A lo largo de las entrevistas ella ha reiterado su pasi¨®n por M¨¦xico y su deseo de seguir viviendo en este pa¨ªs. Una y otra vez insisti¨® en que pon¨ªa una denuncia porque cre¨ªa en las instituciones y su respeto a los derechos humanos; el incidente era el reflejo de las muchas agresiones que una mujer padece de parte de una minor¨ªa de hombres que abusa de la impunidad y la indiferencia, y convierte los espacios p¨²blicos en un territorio hostil para todas ellas. Asegur¨® que no era la primera ni la m¨¢s grave de estas agresiones que sufr¨ªa, pero consideraba que la violaci¨®n sistem¨¢tica de derechos humanos y, en ¨²ltima instancia, de los feminicidios, comenzaba por la absoluta impunidad de estos ataques a las mujeres (el 48% de las capitalinas asegura haber sufrido alguna agresi¨®n en un espacio p¨²blico; alrededor de siete mujeres al d¨ªa son asesinadas en M¨¦xico).
Dif¨ªcil explicar la virulencia de la que ha sido objeto la periodista estadounidense. O quiz¨¢ simplemente nos resulta dif¨ªcil reconocer y asimilar la existencia de este odio de g¨¦nero cuando lo vemos reaccionar en forma tan palpable, tan brutal y tan virulenta cuando se le exhibe. La postmodernidad y la misoginia tan viva como siempre; o el uso de tuits en lugar de piedras para lapidar a una mujer.
¡°Jam¨¢s imagin¨¦ que por levantar una denuncia recibir¨ªa tales ataques de tantos y tantos¡±, dijo ella en una reciente entrevista. ¡°Quiz¨¢ sea una minor¨ªa pero no es una minor¨ªa menor. Es suficientemente pronunciada para dejarte pensar de c¨®mo est¨¢ la realidad del pa¨ªs¡±. Y a nosotros con ella.
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