Andreas Lubitz, el misterio del piloto que parec¨ªa tenerlo todo
Un a?o despu¨¦s de la cat¨¢strofe de Germanwings, los investigadores franceses prueban que los m¨¦dicos no avisaron de los problemas mentales del copiloto
¡°Andy. 2015¡±. Esta inscripci¨®n, sin fecha de nacimiento ni apellidos, es la ¨²nica identificaci¨®n visible en la tumba de Andreas Lubitz. Tres meses pasaron desde la muerte del joven copiloto hasta que su familia se atreviera a enterrarlo en Montabaur, la peque?a localidad del oeste de Alemania donde creci¨®. Tres coronas de flores ¨Cde los padres, el hermano menor y los abuelos- yac¨ªan ese d¨ªa sobre el ata¨²d. Un dispositivo policial se aseguraba de que nadie violentara la ceremonia, a la que solo acudieron los familiares m¨¢s cercanos.
Lufthansa, beneficio r¨¦cord en un a?o tr¨¢gico
"Un a?o en el que murieron 150 personas no puede considerarse ning¨²n a?o de r¨¦cords". El presidente de Lufthansa, Carsten Spohr, present¨® con estas palabras la semana pasada unos resultados que, si solo se atienden a los fr¨ªos n¨²meros, pueden considerarse excepcionales. La compa?¨ªa registr¨® en 2015 unos beneficios netos de 1.698 millones de euros. Esta cifra supone multiplicar por 30 la del a?o anterior. Pese a los problemas asociados a la cat¨¢strofe de Germanwings y a las constantes huelgas que padeci¨®, la ca¨ªda del precio del petr¨®leo ha tenido un efecto m¨¢gico en las cuentas de la empresa.
La tragedia de Germanwings coincidi¨® con el que quiz¨¢s haya sido el momento m¨¢s duro en d¨¦cadas para la marca Alemania. Al da?o reputacional que supuso para Germanwings tener un copiloto como Andreas Lubitz se uni¨® el esc¨¢ndalo gigantesco de Volkswagen por la falsificaci¨®n de los motores y los esc¨¢ndalos y p¨¦rdidas millonarias de Deutsche Bank. Tres buques insignia de la industria y la banca alemana sufrieron golpes de los que ser¨¢ dif¨ªcil recuperarse.
Hace ahora un a?o que Montabaur cambi¨® para siempre. El 24 de marzo se sobresalt¨® con el accidente del vuelo 9525 de Germanwings procedente de Barcelona. Entre las 150 v¨ªctimas, hab¨ªa un hombre de 27 a?os nacido all¨ª. Pero el golpe m¨¢s duro tardar¨ªa a¨²n dos d¨ªas en llegar, con las palabras que el fiscal Brice Robin pronunci¨® desde Marsella. ¡°El copiloto activ¨® el bot¨®n que inici¨® el descenso por alg¨²n motivo que a¨²n desconocemos. Pero que se puede interpretar como una voluntad de destruir el aparato¡±, dijo el fiscal franc¨¦s.
La locura se apoder¨® de esta localidad de 12.000 habitantes habituada a la calma. Un sinf¨ªn de periodistas abandonaron los otros lugares de la cat¨¢strofe ¨CDusseldorf, donde el avi¨®n deb¨ªa haber aterrizado, o Haltern am See, la localidad que perdi¨® a 16 adolescentes y dos profesoras que volv¨ªan de un intercambio de estudios en Catalu?a- para tratar de buscar respuestas.
?Por qu¨¦?, era la pregunta que todos se hac¨ªan. Klaus Ratke, presidente del club a¨¦reo LSC Westerwald, conoc¨ªa a Lubitz desde los 14 a?os. All¨ª hab¨ªa empezado a volar y segu¨ªa siendo socio del club. ¡°Era un chico normal, con muchos amigos. Logr¨® su sue?o, poder vivir de su mayor hobby. No puedo explicarme qu¨¦ ha pasado¡±, aseguraba esos d¨ªas a EL PA?S. ¡°Volar en los Alpes era su pasi¨®n¡±, a?ad¨ªa otro compa?ero del club a¨¦reo. La frase sonaba entre tr¨¢gica y macabra, ya que los Alpes hab¨ªa sido el lugar que eligi¨® para estrellar el Airbus A320.
Nadie entend¨ªa c¨®mo pod¨ªa haber hecho algo as¨ª alguien a quien parec¨ªa irle todo bien: ten¨ªa una familia que le quer¨ªa, una novia con la que acababa de mudarse a un acomodado barrio de Dusseldorf y con la que ten¨ªa planes para casarse y el trabajo que siempre hab¨ªa deseado. Pocos d¨ªas antes de la cat¨¢strofe, hab¨ªa hecho la compra con su novia, profesora de profesi¨®n, para toda la semana.
Poco a poco, las respuestas empezaron a llegar. La Fiscal¨ªa aport¨® al d¨ªa siguiente un dato fundamental: Lubitz estaba bajo tratamiento por enfermedad, y un m¨¦dico le hab¨ªa dicho que no pod¨ªa volar el d¨ªa del siniestro. Los investigadores encontraron la baja hecha trizas en su piso de Dusseldorf.
El goteo de informaciones continu¨®: el joven se hab¨ªa visto obligado en 2008 a interrumpir su periodo de formaci¨®n en Bremen por un ¡°episodio de depresi¨®n profunda¡±. Lubitz, adem¨¢s, visit¨® una infinidad de oftalm¨®logos convencido de que estaba perdiendo visi¨®n. No est¨¢ claro si la enfermedad ocular era real o figurada; pero s¨ª que no superar¨ªa la pr¨®xima revisi¨®n m¨¦dica, lo que implicar¨ªa la retirada de la licencia. Algo que una persona como ¨¦l, obsesionada con volar hasta el punto de llenar su habitaci¨®n de carteles de aviones y con un profundo problema mental, no parec¨ªa dispuesto a aceptar.
¡°El copiloto estaba preparado para volar al 100%, sin ning¨²n tipo de restricci¨®n¡±, dijo el 26 de marzo Carsten Spohr, el presidente de Lufthansa, la propietaria de Germanwings. Pero esta versi¨®n empez¨® a presentar grietas. M¨¢s tarde se sabr¨ªa que Lubitz hab¨ªa tratado de ocultar sus problemas mentales previos para entrar en la escuela de pilotos que Lufthansa tiene en los alrededores de Phoenix (Estados Unidos). La mentira fue detectada, pero ello no acab¨® con su carrera, un error que le podr¨ªa salar muy caro a la compa?¨ªa. Un bufete de abogados estadounidense se ha hecho cargo del caso y estudia si puede responsabilizar a Lufthansa por este error.
Antes de estrellar el avi¨®n, Lubitz busc¨® en Internet m¨¦todos para suicidarse. Solo dos semanas antes de la cat¨¢strofe, ¡°un m¨¦dico diagnostic¨® una posible psicosis y recomend¨® tratamiento psiqui¨¢trico hospitalario", seg¨²n las conclusiones que la comisi¨®n francesa de investigaci¨®n de accidentes a¨¦reos present¨® el pasado 13 de marzo, casi un a?o despu¨¦s de la tragedia. Pese a la gravedad de su estado, el psiquiatra no alert¨® a la compa?¨ªa. Las leyes alemanas sobre confidencialidad son muy estrictas, pero el m¨¦dico s¨ª estaba autorizado a informar si consideraba que hab¨ªa vidas en peligro.
La cat¨¢strofe de Germanwings desat¨® en Alemania un debate sobre los l¨ªmites del secreto profesional y sobre la seguridad de los sistemas de cierre de la cabina. Lubitz pudo bloquearla gracias a un mecanismo de bloqueo creado tras el 11-S para asegurarse de que ning¨²n intruso entrara en el centro de mando del avi¨®n. Tras este suceso, muchas compa?¨ªas cambiaron sus normas para asegurarse de que siempre hubiera dos personas en la cabina.
Montabaur qued¨® en marzo de 2015 sepultado por el inter¨¦s medi¨¢tico. Hubo quejas por lo que varios vecinos definieron como un acoso de los periodistas en busca de unas declaraciones jugosas. Al mismo tiempo, varios hoteles hicieron negocio al duplicar sus tarifas habituales aprovechando el tir¨®n de demanda. Un a?o m¨¢s tarde, la localidad ha vuelto a su ritmo habitual. Permanece, sin embargo, la incomprensi¨®n por c¨®mo alguien tan enfermo pudo sentarse a los mandos del Airbus A320. Con motivo del primer aniversario de la cat¨¢strofe a¨¦rea, la revista alemana Stern pregunt¨® por Lubitz a familiares de los que murieron en el avi¨®n. ¡°No es ninguna v¨ªctima¡±, respondi¨® una mujer que perdi¨® a su hija de 16 a?os. ¡°La Iglesia perdona. Nosotros, no¡±, a?adi¨® el padre de otra v¨ªctima.?
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