El conf¨ªn que anhela el ISIS
Ben Gardane, en la frontera de T¨²nez y Libia, sufre el acoso yihadista por su posici¨®n estrat¨¦gica
Una semana despu¨¦s de haber sido escenario de un intento de asalto por parte de decenas de combatientes del Estado Isl¨¢mico (ISIS, por sus siglas en ingl¨¦s), la ciudad tunecina de Ben Gardane, lim¨ªtrofe con Libia, empezaba a recuperar su pulso habitual. Los comercios y edificios p¨²blicos ya se encontraban abiertos, si bien el llamado "zoco libio" funcionaba a medio gas. Sin embargo, al anochecer, la extensa urbe de viviendas bajas, que alberga unas 80.000 almas, se convert¨ªa en una ciudad fantasma. Desde las 10 de la noche hasta las cinco de la madrugada entra en vigor el toque de queda, respetado escrupulosamente por los habitantes.
Aunque ning¨²n grupo armado ha reivindicado la acci¨®n, las autoridades tunecinas no dudan en atribuirla al ISIS. Varios vecinos han explicado a EL PA?S que, mientras se dirig¨ªan a un cuartel del ej¨¦rcito y a dos comisar¨ªas de polic¨ªa, los militantes armados gritaban: ¡°No teng¨¢is miedo. Somos del Estado Isl¨¢mico. Venimos a liberaros¡±. En el transcurso de la ofensiva, sin precedentes en T¨²nez por su envergadura y que se prolong¨® durante varias horas, fallecieron 12 miembros de las fuerzas de seguridad, siete civiles y 36 presuntos yihadistas, mientras que otra decena fueron apresados. En los d¨ªas siguientes, mientras el Ej¨¦rcito peinaba la comarca casa por casa, tuvieron lugar diversos tiroteos que se cobraron la vida de otros 14 presuntos terroristas. Adem¨¢s, las fuerzas de seguridad confiscaron cuatro arsenales que inclu¨ªan lanzagranadas.
Seg¨²n el primer ministro, Habib Essid, el ISIS pretend¨ªa hacerse con el control de la ciudad por sorpresa y declarar un ¡°emirato¡±. Replicando su estrategia en la conquista de otras ciudades, su asalt¨® incluy¨® el asesinato del m¨¢ximo responsable antiterrorista de la ciudad. Sin embargo, algunos analistas dudan de que su objetivo fuera tan ambicioso. ¡°No contaban con suficientes efectivos para hacerse con una ciudad tan estrat¨¦gica y bien protegida¡±, sostiene Habib Sayah, un analista antiterrorista tunecino. ¡°Una posible hip¨®tesis es que, despu¨¦s de la detenci¨®n del hermano de uno de los l¨ªderes dos d¨ªas antes, precipitaran su acci¨®n al sentir que el cerco a su alrededor se estrechaba¡±, agrega, tras recordar que tambi¨¦n podr¨ªa haber influido el renovado acoso sobre la milicia yihadista en Libia.
Los autores
Las autoridades ya han identificado a la mayor¨ªa de los militantes yihadistas, de nacionalidad tunecina, si bien se sospecha que algunos podr¨ªan haber recibido adiestramiento en Libia. Ser¨ªa el caso de los responsables de los tres brutales atentados yihadistas del a?o pasado en territorio tunecino. ¡°Durante los ¨²ltimos d¨ªas, no vimos movimientos raros en el desierto¡±, asegura M. A., un experimentado contrabandista, lo que confirma que el ataque lo ejecutaron c¨¦lulas durmientes.
De hecho, el acento y las caras de algunos de ellos les resultaron familiares a los vecinos; entre los arrestados figura Lasaad Maguri, un verdulero del mercado central que nunca hab¨ªa suscitado ninguna sospecha. ¡°Era un chico normal. Ni tan siquiera llevaba una barba larga t¨ªpica de los salafistas¡±, cuenta, todav¨ªa asombrado, Aouni Ajil, un periodista local.
Sin f¨¢bricas ni complejos tur¨ªsticos, la mayor¨ªa de la poblaci¨®n de Ben Gardane vive desde hace d¨¦cadas del comercio ilegal con la vecina Libia, donde los impuestos sobre el consumo son casi inexistentes. El negocio parece lucrativo, al menos para algunos. En las afueras, proliferan las elegantes mansiones enmuralladas y los coches de lujo. Por su h¨¢bito de prosperar al margen del Estado, se tem¨ªa una posible alianza entre yihadistas y contrabandistas, desmentida por el fracaso del ISIS tras su intento de instigar una rebeli¨®n popular. ¡°Nos cruzamos con ellos en el desierto, pero cada uno va a lo suyo. Es m¨¢s, algunos contrabandistas informan de sus movimientos a la polic¨ªa¡±, comenta M.A.
No obstante, los expertos coinciden en que el ISIS lanzar¨¢ nuevos ataques en el sur, por lo que a¨²n constituye una seria amenaza para la joven democracia tunecina, instaurada tras la revoluci¨®n del 2010. Michael Ayari, del gabinete estrat¨¦gico International Crisis Group, alerta del riesgo de que ¡°una ola de arrestos masivos e indiscriminados acompa?ados de brutalidad policial¡± pueda aumentar el apoyo hacia el grupo yihadista en un segmento de la sociedad. De momento, esta no es la percepci¨®n en Ben Gardane, donde los ¨²ltimos d¨ªas han sido arrestadas una treintena de personas.
¡°Anoche arrestaron a dos de mis hijos. Parece que su n¨²mero de tel¨¦fono figuraba entre los contactos del m¨®vil de un terrorista muerto. Les est¨¢n interrogando. Fui a pedir informaci¨®n a comisar¨ªa sobre su paradero, pero no me dieron ninguna¡±, explicaba entre susurros un anciano tocado con un turbante blanco. Las familias de los presuntos terroristas prefieren mantener la discreci¨®n por un sentimiento de verg¨¹enza y de miedo a la venganza en una regi¨®n donde no han muerto algunos viejos c¨®digos tribales.
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