Cuando un presidente de EE UU lleg¨® a Cuba en un buque de guerra
Entonces la Cuba que marcar¨ªa la segunda mitad del siglo XX empezaba a dibujarse
El 15 de enero de 1928, el d¨ªa en que Calvin Coolidge puso pie en La Habana entre salvas y aplausos de decenas de miles de personas que acudieron a saludarlo, Fidel Castro era un beb¨¦ que no hab¨ªa cumplido los dos a?os. Todav¨ªa crecer¨ªa unos cuantos a?os m¨¢s ajeno a la pol¨ªtica en Bir¨¢n, el poblado en la provincia de Holgu¨ªn donde su padre, el gallego ?ngel Castro, ten¨ªa una pr¨®spera finca azucarera. El sue?o del emigrante gallego devenido en terrateniente era ver a su reto?o convertido en abogado. Su hermano peque?o y actual presidente, Ra¨²l Castro, no hab¨ªa nacido.
En ese enero de 1928, tampoco el enemigo primigenio de los Castro, el futuro dictador Fulgencio Batista, hab¨ªa aparecido en escena. Su nombre sonar¨ªa por primera vez cinco a?os m¨¢s tarde, en la ¡°revuelta de los sargentos¡± que le dio la puntilla al gobierno dictatorial de Gerardo Machado. El d¨ªa en que Coolidge descendi¨® del buque de guerra norteamericano USS Texas y empez¨® su fugaz visita a La Habana, Machado era todav¨ªa el presidente cubano y como tal recibi¨® a su par estadounidense, llegado para participar en la VI Conferencia Panamericana, la semilla de lo que hoy es la Organizaci¨®n de Estados Americanos (OEA).
Al contrario que Obama, que ha realizado un intenso peregrinaje internacional durante sus dos mandatos, Coolidge s¨®lo sali¨® una vez de EE UU, y fue a Cuba. ¡°Va a ser divertido¡±, coment¨® Obama cuando se confirm¨® que el 21 de marzo seguir¨¢ los pasos de Coolidge, casi 90 a?os m¨¢s tarde. Diversi¨®n era lo ¨²ltimo que estaba en la mente de su predecesor republicano durante su breve estancia cubana. Las fotos de la ¨¦poca lo muestran con gesto adusto. Esa es la expresi¨®n que us¨® el periodista Beverly Smith Jr. para describir su actitud durante la aventura cubana de ¡°Cal el Silencioso, Cal el Cauteloso¡±, como lo llam¨® en un art¨ªculo publicado 30 a?os m¨¢s tarde en el ¡®Saturday Evening Post¡¯, y en el que rememoraba aquel viaje.
Para un presidente conservador y, como subrayaba Smith, ¡°s¨ªmbolo austero de las viejas virtudes puritanas¡±, la exuberante Cuba debi¨® de ser todo un shock.
¡°Fue la bienvenida m¨¢s feliz y alegre que se diera jam¨¢s a una persona en esta verde isla del Caribe¡±, escribi¨® The New York Times. Y eso que los ¨¢nimos estaban caldeados por la intervenci¨®n estadounidense en Hait¨ª y Nicaragua, como le dejaron bien claro los presidentes latinoamericanos en la Conferencia Panamericana a Coolidge. No fue su ¨²nico momento tenso.
Coolidge, en palabras de Smith un ¡°firme defensor de la ley seca¡± imperante esos a?os en Estados Unidos, tuvo que desplegar todo su ingenio para evitar un desaire a sus anfitriones rechazando el abundante alcohol con el que era agasajada su comitiva a cada momento. (La prensa que lo acompa?aba, seg¨²n Smith, no tuvo esos reparos y acapar¨® todas las botellas de ron que pudo antes de regresar a EE UU).
Uno de los momentos m¨¢s memorables fue una recepci¨®n en la en la finca de Machado. Los camareros circulaban entre los invitados con bandejas repletas de unos daiquiris cargados de ¡°ron, zumo fresco de lima y az¨²car, bien mezclados¡±, rememoraba tres d¨¦cadas despu¨¦s Smith, con evidente regocijo.
¡°Mientras la bandeja se aproximaba por su izquierda, ¨¦l se gir¨® astutamente hacia la derecha, haciendo como que admiraba un retrato colgado en la pared¡±, detalla Smith sobre la ¡°impecable maniobra de evasi¨®n¡± alcoh¨®lica del presidente. ¡°La bandeja se acercaba. Coolidge volvi¨® a girarse a la derecha otros 90 grados, se?al¨¢ndole a Machado la belleza de la vegetaci¨®n tropical. Para cuando hubo completado su giro de 360 grados, la bandeja incriminatoria ya alejaba a una distancia segura. Como si nunca la hubiera visto¡±.
Nueve d¨¦cadas m¨¢s tarde, parece seguro que Obama no le pondr¨¢ reparos a un daiquiri o un mojito. No ser¨¢ esta la ¨²nica diferencia en los viajes presidenciales a la isla, pese a la coincidencia de que, al igual que Coolidge, Obama viaja a Cuba en la recta final de su mandato.
El viaje del republicano Coolidge se produjo en plena expansi¨®n de EE UU por lo que durante d¨¦cadas consider¨® su ¡°patio trasero¡±. Tambi¨¦n en Cuba, en la que EE UU se reservaba el derecho de intervenci¨®n por la Enmienda Platt que hasta hoy en d¨ªa sirve de base para retener en manos estadounidenses la base naval de Guant¨¢namo, una de las grandes piedras en el reci¨¦n abierto camino hacia la normalizaci¨®n de relaciones. Obama llega ahora a sellar con su visita un cambio de estrategia hacia la isla y hacia toda la regi¨®n, a la que al inicio de su mandato prometi¨® una relaci¨®n ¡°de iguales¡±. Aunque, tal como en 1928, en este 2016 nadie en Washington quiere o¨ªr ni hablar de devolver Guant¨¢namo.
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