De habanos y viejas casas
Los asistentes al palacio de Convenciones no eran militantes de izquierda sino gente de dinero
El pasado 3 de marzo, a las tres de la tarde, en la sala 1 del palacio de Convenciones de La Habana, cerca de 200 participantes en el XVIII Festival Internacional del Habano segu¨ªan atentos las instrucciones de un somelier que invitaba a maridar un Havana Club bien a?ejado con un Partag¨¢s serie D, a d¨ªa de hoy el puro cubano m¨¢s vendido en el mercado. La sala era la misma donde dos veces al a?o se reun¨ªa ¡ªy se re¨²ne a¨²n¡ª el Parlamento cubano, y tambi¨¦n el mismo espacio donde en el pasado se celebraron cientos de eventos revolucionarios que Fidel Castro clausur¨® con su verbo encendido y cargado de razones contra el bloqueo yanqui. En esta ocasi¨®n, sin embargo, los asistentes no eran militantes de movimientos de izquierda sino gente de dinero, empresarios extranjeros y cubanos y amantes de los m¨¢s exquisitos cigarros, y fue en aquel ambiente y en medio de aquella sala donde se produjo el reencuentro. El somelier explicaba c¨®mo mezclar el buqu¨¦ intenso de aquel puro robusto con el gusto arom¨¢tico y ¡°notas de frutos secos tropicales¡± de ese ron ¨¢mbar oscuro, cuando en ese momento los dos amigos se vieron a lo lejos: ¡°?Papoooo?¡± reson¨® en una esquina de la sala.
Mientras la gente daba bocanadas a aquella vitola tan especial y el gigantesco espacio se iba llenando de humo arronado, aquellos amigos repasaron su historia y en tres minutos se pusieron al d¨ªa. Se hab¨ªan visto por ¨²ltima vez cinco a?os atr¨¢s, cuando uno de ellos, que se dedicaba a montar par¨¢bolas y antenas clandestinas en La Habana, decidi¨® marcharse de la isla porque no ve¨ªa futuro. Como 20.000 cubanos cada a?o, aquel joven emigr¨® a Miami, donde ten¨ªa familia e inici¨® una nueva vida, pero con el paso de los a?os decidi¨® que aquel no era su lugar. No se adaptaba a la forma de vivir all¨¢, ni a los ritmos, ni a la forma de hacer negocios ni mucho menos a los impuestos draconianos, y un d¨ªa pens¨® en regresar. Muchos cubanos empezaban a hacerlo entonces gracias a la flexibilizaci¨®n de la pol¨ªtica migratoria de Ra¨²l Castro, que hab¨ªa eliminado el permiso de salida al tiempo que autorizaba la compraventa de casas y daba v¨ªa libre al cuentapropismo, otorgando licencias a todo aquel que quisiera alquilar una vivienda o montar una paladar (restaurante privado).
Degustando aquel Partag¨¢s en el Palacio de las Convenciones, Papo le cont¨® a su amigo que hac¨ªa un a?o largo hab¨ªa vuelto a Cuba y que ahora era socio de una cafeter¨ªa privada en el barrio del Vedado. No le iba nada mal, le confes¨®, y pensaba abrir muy pronto otro local. Hab¨ªa que aprovechar el rebufo que tendr¨ªa la visita de Obama.
Cerca del negocio montado por este repatriado, en una hermosa y descascarada casa de la calle Calzada vive Josie, una encantadora mujer que nunca se march¨® de Cuba pese a que toda su familia pol¨ªtica s¨ª lo hizo tras el triunfo revolucionario. Josie, que se apellida Granda Rodr¨ªguez y sobrevuela los ochenta a?os, se cas¨® en noviembre de 1958 con Jos¨¦ Miguel Alonso Soler, ingeniero qu¨ªmico azucarero que estudi¨® en Estados Unidos y a quien la vida alumbraba. El suegro de Josie era ?scar Alonso Sol¨ªs, presidente de una importante empresa norteamericana, la Compa?¨ªa de Ferrocarriles de Camag¨¹ey, y su cu?ado era un alto directivo de Colgate-Palmolive. Pero lleg¨® el triunfo de la revoluci¨®n, y con las nacionalizaciones de las empresas norteamericanas y la muerte de ?scar, en 1963, Jos¨¦ Miguel y su esposa quedaron solos en La Habana. La pareja se mud¨® a vivir a la vieja casona burguesa de la calle Calzada y, pese a que el resto de la familia emigr¨®, ellos decidieron esperar. Las cosas cambiar¨ªan pronto y entonces la familia regresar¨ªa, pensaron. Pero los a?os fueron pasando y nada cambi¨®, excepto que poco a poco la hermosa casa del Vedado se les fue viniendo abajo.
¡°Al principio no hab¨ªa dinero para mantenerla, pero luego resulto ser mejor¡±, cuenta Josie. Las estancias decadentes de la fabulosa casona ecl¨¦ctica construida en 1929 comenzaron a adquirir encanto y un d¨ªa se la empezaron a alquilar para rodajes. Primero fueron varias telenovelas cubanas, despu¨¦s pel¨ªculas del Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematografica (ICAIC) ¡ªincluida una que protagoniz¨® Paco Rabal en los a?os noventa, ¡®La noche de Consantinopla¡¯, de Orlando Rojas¡ª e incluso hasta para producciones de moda. El a?o pasado, tras el inicio del deshielo entre Washington y La Habana y el boom de Cuba, el lugar fue escogido por Vanity Fair para que posara Rihanna fotografiada por Annie Leibovitz. Josie, que es de misa diaria, muestra una foto de la cantante desnuda, tumbada en la cama de uno de los cuartos. ¡°Si llego a saber que es para esto no se la alquilo¡±, comenta. Josie es consciente de que las vigas al descubierto y las paredes despintadas son un buen reclamo, pero, dice, hay que tener cuidado. ¡°Hay que mantener la decadencia, no podemos arreglar demasiado, pero el punto es que no se te caiga el techo encima y acabe contigo", bromea. A diferencia de Papo, no espera demasiado de la visita de Obama, aunque tiene una secreta esperanza: ¡°A ver si los 15 sobrinos que no han venido nunca por fin me hacen la visita¡±.
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