Viernes Santo en La Habana
Los Rolling Stones viajan a la isla para actuar este Viernes Santo ante 200.000 cubanos
Corr¨ªan los a?os sesenta y al jazz en Cuba no se le pod¨ªa llamar jazz, pues era la m¨²sica del enemigo. Cultivadores del g¨¦nero como Frank Emilio Flyn disimulaban cuanto pod¨ªan, los bailadores de Santa Amalia a cada rato acababan en la unidad de polic¨ªa por su pasi¨®n por bailar aquel ritmo caliente nacido en Nueva Orleans, y en 1967 Armando Romeu creaba la Orquesta Cubana de M¨²sica Moderna, una big band de altos quilates pero con otro nombre, por si acaso. Por aquella orquesta que revolucion¨® el panorama de la m¨²sica cubana pasaron figuras como Chucho Valdes, Paquito D¡¯Rivera, Arturo Sandoval, el contrabajista Carlos del Puerto o el guitarrista Carlos Emilio, todos ellos integrantes despu¨¦s de Irakere. Eran a?os dif¨ªciles. El difunto Carlos Emilio sol¨ªa contar que cuando iban a la televisi¨®n, el responsable de uno de los principales programas de m¨²sica del Instituto Cubano de Radio y Televisi¨®n (ICRT), que era fan¨¢tico del jazz, les ped¨ªa: ¡°Hacer lo que quer¨¢is, pero no me toqu¨¦is los platillos que me cierran el programa¡±. Aquel sonido hipnotizante, tssstsss, tssstsss pod¨ªa ser un instrumento de penetraci¨®n ideol¨®gica y del mismo modo Los Beatles o los Rolling Stones eran probables caballos de Troya del imperialismo yanqui, por lo que eran vistos con desconfianza y sus discos no se emit¨ªan en la radio aunque pasaban de mano en mano como si fuera una sustancia prohibida. ¡°Escucharlos entonces era un milagro¡±, admit¨ªa d¨ªas atr¨¢s Chucho en La Habana, donde protagoniz¨® la noche de gala del XVIII Festival del Habano: ¡°Jam¨¢s pens¨¦ yo que ver¨ªa a los Rolling Stones tocar en Cuba. Me lo hubieran dicho y no lo hubiera cre¨ªdo¡±, confesaba.
Medio siglo despu¨¦s de aquellos a?os duros, cuando te cortaban el pelo si lo llevabas largo y te pon¨ªa el rock, sus Sat¨¢nicas Majestades desembarcaron en la isla con 62 contenedores para montar un escenario de 20 metros de alto, 56 de ancho y 80 de largo, en el que este Viernes Santo actuar¨¢n ante 200.000 cubanos. Muchas personas vendr¨¢n de provincias y amanecer¨¢n en la Ciudad Deportiva para escuchar Satisfaction, aunque, eso s¨ª, ¡°ser¨¢ cuatro d¨¦cadas despu¨¦s¡±, bromeaba un fan del grupo, ya sesent¨®n, mientras contemplaba c¨®mo una legi¨®n de operarios montaba el estrado.
Tampoco cre¨ªa que ver¨ªa lo que est¨¢ viendo Jauretsi Saizarbitoria, nieta del exiliado vasco Juan Saizarbitoria, quien lleg¨® a Cuba despu¨¦s de la Guerra Civil para reunirse con su hermano, el pelotari Ituarte, que hab¨ªa triunfado en numerosas ocasiones en el Palacio de los Gritos, el famoso front¨®n de La Habana, que fue uno de los m¨¢s importantes del mundo en las d¨¦cadas del cuarenta y cincuenta. ¡°El abuelo Juan entr¨® a trabajar de limpiapisos en el Centro Vasco y poco a poco fue ascendiendo, se hizo cocinero y acab¨® siendo due?o del local¡¡±. Jauretsi lo cuenta, y por momentos se le aguan los ojos pues es la historia de su vida y de su familia.
Situado en la intersecci¨®n de las calles 3? y 4, en el c¨¦ntrico barrio del Vedado, el Centro Vasco fue abierto en los a?os cincuenta y su fachada reproduce la de un caser¨ªo. De sus paredes cuelgan grandes cuadros que reproducen un cat¨¢logo de escenas vascas: las regatas de Donostia, el puerto de Elantxobe, caser¨ªos e iglesias rurales y paisajes poblados por una galer¨ªa de personajes t¨ªpicos de la regi¨®n. El lugar era punto de encuentro de pelotaris y vascos afincados en La Habana, aunque tambi¨¦n lo visitaron personalidades como el escritor Ernest Hemingway, el boxeador Rocky Marciano y artistas como Josephine Baker, Frank Sinatara o el mism¨ªsimo Fidel Castro. En 1960 el lugar fue intervenido por la revoluci¨®n y ese mismo a?o parti¨® de la isla la familia Saizarbitoria, que se instal¨® en Miami y fund¨® en el coraz¨®n del exilio un nuevo Centro Vasco. ¡°Yo nac¨ª en 1971 y me cri¨¦ en un ambiente en el que Cuba estaba asociado a una gran p¨¦rdida¡±.
El Centro Vasco de Miami no por gusto abri¨® en la calle 8, en el South West, el coraz¨®n del exilio cubano, y pronto se convirti¨® en una referencia para la comunidad cubanoamericana, pero no solo gastron¨®mica, tambi¨¦n cultural. ¡°A m¨ª madre le encantaba el arte y la m¨²sica, siempre tocaba alguien en el restaurante¡±, recuerda Jauretsi. Por all¨ª pasaron Celia Cruz, Cachao, Albita Rodr¨ªguez y muchos otros cubanos quedados, pero en eso vino una cierta apertura y en 1996 algunos artistas que resid¨ªan en la isla empezaron a viajar privadamente a Miami, incluida la vedete Rosita Forn¨¦s, a quien la madre de Jauretsi admiraba. El Centro Vasco program¨® entonces una presentaci¨®n de la Forn¨¦s, pero el sector m¨¢s intolerante del exilio castig¨® la afrenta con un c¨®ctel molotov. ¡°Aquello fue tremendo, un trauma para la familia¡±, cuenta Jauretsi, que un a?o despu¨¦s quiso viajar a Cuba para hacerse su propia idea. Aquella vista fue una catarsis. Al entrar al Centro Vasco llor¨® desconsoladamente al imaginar todo lo que hab¨ªan vivido sus abuelos y sus padres. ¡°Todav¨ªa hoy cuando entro y miro las fotograf¨ªas de mi abuelo me pongo a llorar¡±, confiesa.
Jauretsi regres¨® en el a?o 2000 con su amiga Charlize Teron, a quien ayud¨® en isla a realizar un documental sobre el rap y el hip-hop cubano. Conoci¨® entonces la Cuba marginal de los raperos, pero desde ese momento el karma con su pa¨ªs empez¨® a cambiar. ¡°En realidad yo era norteamericana, pero tambi¨¦n era cubana, este era mi pa¨ªs¡±. Todo esto lo contaba Jauretsi en medio de la filmaci¨®n de un documental de la banda de electrohouse Major Lazer, que el pasado 6 de marzo actu¨® en la Tribuna Antiimperialista de La Habana, frente a la flamante embajada norteamericana, en pleno malec¨®n de la capital. El lugar, construido para protestar contra el imperialismo yanqui en la ¨¦poca de la batalla de Castro por lograr el regreso a la isla del ni?o balsero Elian, fue tomado ese d¨ªa por 400.000 adolescentes que bailaron fren¨¦ticamente al ritmo de una m¨²sica que no se programaba en televisi¨®n ni por la radio. ¡°Esto es incre¨ªble, este es el cambio¡¡±, dec¨ªa Jauretsi con los ojos con l¨¢grimas aquel d¨ªa al ver a la multitud movi¨¦ndose como una ola en el malec¨®n.
En la tarjeta de visita de esta nieta de exiliados vascos hoy pone el nombre una productora, The New Cuba, y del mismo modo ella ha decidido quedarse a participar en lo que est¨¢ ocurriendo y en la construcci¨®n de un nuevo pa¨ªs en el que Estados Unidos ya no es el enemigo. Ahora vienen los Rolling Stones, y despu¨¦s un desfile de Chanel, y quiz¨¢s Sting y Bruce Springsteen y la madre de los tomates.
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