Nuestros esp¨ªas contra la yihad
La informaci¨®n policial y judicial fluye m¨¢s r¨¢pido que antes del 11-S
La lista de errores de los servicios de informaci¨®n e inteligencia europeos y norteamericanos en su lucha contra el terrorismo yihadista es muy larga. La de los atentados abortados ¡ªen los que casi nadie cre¨ªa¡ª igual de extensa, pero menos popular. Se cuestiona lo que falla, no lo que funciona y cuando se trata de salvar vidas el nivel de exigencia deber¨ªa ser mayor.
Zacar¨ªas Moussaoui, aspirante a piloto suicida del 11-S, entrenaba en el a?o 2000 en una escuela de vuelo estadounidense, pero seg¨²n anot¨® su instructor no ten¨ªa inter¨¦s en la maniobra de aterrizaje, solo en la de despegue. El informe de un agente del FBI sobre aquel alumno tan peculiar acab¨® en los cajones del departamento en Nueva York; Alekema Lamari y Serhane, el Tunecino, dos de los miembros de la c¨¦lula del 11-M que reventaron los trenes de Atocha, eran viejos conocidos de los pocos agentes que en 2004 segu¨ªan la huella del salafismo en Espa?a; varios de los paquistan¨ªes que en 2005 protagonizaron la matanza en el metro y los autobuses de Londres estaban fichados por Scotland Yard; ahora, la historia se repite con alguno de los autores de la carnicer¨ªa de Bruselas.
Los servicios de inteligencia europeos han mejorado su colaboraci¨®n, especialmente desde que, ante la estupefacci¨®n general, la BKA alemana revel¨® que un grupo de estudiantes liderado por Mohamed Atta hab¨ªa preparado desde su apartamento en Hamburgo el mayor ataque contra EE?UU desde Pearl Harbor; ahora la informaci¨®n policial y judicial fluye m¨¢s r¨¢pido; en contra de lo que se cree hay menos celos en compartirla porque los servicios son conscientes de que el enemigo es com¨²n; y las fronteras, incluso continentales, m¨¢s difusas. Los ordenadores de la NSA estadounidense alojan los nombres de miles de detenidos por yihadismo en Europa.
Los recientes atentados demuestran que todo esto es insuficiente. Se debe crear el archivo de pasajeros a¨¦reos sospechosos, aspirar a una polic¨ªa com¨²n y, sobre todo, invertir m¨¢s en seguridad, pero ante la avalancha de informaci¨®n y la dificultad del desaf¨ªo los zares de la inteligencia reconocen en privado lo dif¨ªcil que es manejarla, lo complicado que resulta tapar miles de agujeros para evitar una vez m¨¢s un nuevo ataque. Una evidencia que acabaremos aceptando.
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