Ser ni?o, ser rar¨¢muri
Los menores son el segmento m¨¢s numeroso de la poblaci¨®n ind¨ªgena de Chihuahua y padecen el rezago en la educaci¨®n
C¨¢ndida sonr¨ªe con la mirada. Tiene siete a?os y sus ojos brillan cuando ven con curiosidad a un chabochi ¡ªuna persona que no es tarahumara¡ª. Su madre y ella han caminado unas tres horas desde su pueblo, El Hormiguero, hasta el fondo de las Barrancas del Cobre (Chihuahua) para inscribir a C¨¢ndida a la carrera infantil, conocida como ¡®Los Caballitos¡¯, y quiz¨¢ ganarse una mochila o una libreta para la ni?a. C¨¢ndida viste una colorida falda de flores, huaraches hechos de neum¨¢ticos y se tapa la cabeza con un paliacate morado. Durante la carrera se ha quedado atr¨¢s del resto de los ni?os y no ha conseguido el premio. ¡°Ya no alcanz¨® mochila¡±, dice su madre. Pero C¨¢ndida no deja de sonre¨ªr.
En el coraz¨®n de la Sierra Tarahumara conviven los ni?os rar¨¢muris con mestizos, aunque sus oportunidades no sean las mismas. En las monta?as de Chihuahua viven 158.500 tarahumaras o rar¨¢muris y el 37% tienen menos de 14 a?os. Los ni?os son el segmento m¨¢s numeroso de la poblaci¨®n ind¨ªgena de la regi¨®n, seg¨²n datos de la Comisi¨®n Nacional para el Desarrollo de los Puebla Ind¨ªgenas. Urique y Batopilas son los municipios que concentran a la mayor parte de la etnia y donde la poblaci¨®n analfabeta supera el 50%. La mayor¨ªa de los tarahumaras viven en las monta?as, en rancher¨ªas o cuevas, alejados de los pueblos y las concentraciones urbanas.
Los tarahumaras aprenden espa?ol y nosotros aprendemos ingl¨¦s Santiago, un ni?o mestizo de 6 a?os
En Urique, el 75% de los menores que van a la escuela son ind¨ªgenas, pero muy pocos buscar¨¢n que su educaci¨®n vaya m¨¢s all¨¢ de la primaria. Sus estudios se concentran en el aprendizaje del espa?ol (su lengua materna es el rar¨¢muri) para que puedan relacionarse con los chabochis y para que de vez en cuando se acerquen a centros urbanos, principalmente para cumplir con tr¨¢mites oficiales. Algunas escuelas de la regi¨®n han instalado comedores para animar a las familias tarahumaras a que sus hijos bajen de la monta?a a estudiar. Mientras tanto los mestizos viajan fuera de las barrancas para conseguir t¨ªtulos universitarios.
¡°Es importante meter a los tarahumaras a la vida productiva porque de otra manera no va a haber desarrollo¡±, opina Celso Quintana, director de una escuela primaria de Urique. En sus 20 a?os como profesor ha observado que las ni?as y los mayores tarahumaras son quienes padecen m¨¢s el analfabetismo. Que de un grupo de 100 alumnos, solo dos tarahumaras buscan alcanzar mayores niveles a la educaci¨®n. La mayor¨ªa deja la escuela en cuanto tienen suficiente edad para trabajar en el campo: unos 12 a?os. Celso reconoce que la naturaleza t¨ªmida de los tarahumaras es una barrera que la escuela consigue romper, pero donde sus costumbres tambi¨¦n son respetadas.
En la primera fila de la 'Carrera de Los Caballitos' solo hay ni?os no ind¨ªgenas. Los peque?os tarahumaras, vestidos con camisa de popelina y taparrabo de manta, prefieren acomodarse en medio de la multitud. Evitan ser protagonistas y esperan pacientes. Al correr la fricci¨®n, de sus huaraches de neum¨¢tico con el asfalto hacen un ruido parecido al del aplauso. Y avanzan 3,6 o hasta 10 kil¨®metros. Algunos se quitan las chanclas y comienzan a correr m¨¢s r¨¢pido cuando van descalzos. En poco tiempo rebasan a los ni?os mestizos. El sue?o es correr la ultramarat¨®n como los mayores entre las rocas de la barranca m¨¢s profunda de M¨¦xico y llevar semillas a sus comunidades.
En la plaza principal de Urique Luis, de 8 a?os, y ?lvaro, de 10 a?os, miran desde la acera c¨®mo llegan los participantes del ultramarat¨®n Caballo Blanco tras correr 80 kil¨®metros. Los dos son tarahumaras y mientras comen un helado miran hablar a Santiago, de 6 a?os, un ni?o mestizo que quiere ir a Estados Unidos, espec¨ªficamente a Disneylandia, y que define en una frase la brecha entre las comunidades tarahumaras y las mestizas: ¡°Ellos aprenden espa?ol y nosotros aprendemos ingl¨¦s¡±.
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