¡°Hab¨ªa una alegr¨ªa de vivir que ha desaparecido de nuestro entorno¡±
Entrevista a los alcaldes de Molenbeek, Fran?oise Schepmans, y Forest, Marc-Jean Ghyssels, donde viv¨ªan los terroristas del 22M
Salah Abdeslam fue detenido en Molenbeek, despu¨¦s de haberse escondido en Forest. Los dos municipios ya compart¨ªan, junto con los otros cinco de la franja m¨¢s desfavorecida de Bruselas, unos indicadores socioecon¨®micos degradados. Ahora se encuentran, al igual que Schaerbeek, vinculados al terrorismo. El pasado mi¨¦rcoles, el diario belga Le Soir, uno de los miembros de la alianza LENA, de la que tambi¨¦n forma parte EL PA?S, invit¨® a Fran?oise Schepmans (Movimiento Reformador, Molenbeek) y a Marc-Jean Ghyssels (Partido Socialista, Forest) a la redacci¨®n?para hablar de los sucesos que han trastocado la vida de los ciudadanos, empezando por la de los alcaldes.
Pregunta: ?C¨®mo han vivido estos ¨²ltimos 15 d¨ªas?
Fran?oise Schepman:?Desde los atentados de Par¨ªs, vivo en la inmediatez. Hay que garantizar la paz ciudadana, responder a los medios de comunicaci¨®n, estar en varios frentes a la vez. Todo esto consume mucha energ¨ªa, pero es necesario.
Marc-Jean Ghyssels. Yo empiezo a recuperarme, ha sido bastante duro al principio. Pero bueno, ese ¡°bastante duro¡± no es nada comparado con el sufrimiento de otras personas.
Pregunta: ?C¨®mo han reaccionado los habitantes de sus municipios?
F.S. Se ha notado un sentimiento de tristeza respecto a los atentados, porque los terroristas proceden del municipio, y se ha se?alado a los habitantes de Molenbeek. Existe cierta inquietud desde fuera en cuanto al modo en que se ve el barrio. El temor es que Molenbeek se convierta en una etiqueta, como cuando se habla del Bronx. Es una etiqueta que a los ciudadanos les resultar¨ªa dif¨ªcil soportar.
M-J. G. Entre nosotros, hay cierto fatalismo por parte de los ciudadanos, y tambi¨¦n algo de sorpresa. No se lo esperaban. Ahora mismo, en Forest nos sentimos bajo el peso de una losa. Hab¨ªa una alegr¨ªa de vivir que ha desaparecido: la gente va al mercado, pero sonr¨ªe menos, se palpa una tensi¨®n casi permanente. Creo que todo el mundo se pregunta cu¨¢ndo volver¨¢ a suceder.
Pregunta: ?Tienen la sensaci¨®n de que era algo inevitable? ?Estaban preparados para ello?
F.S. Siempre tuve la esperanza de que esto no ocurriese.
M-J. G. Yo ten¨ªa la sensaci¨®n de que iba a suceder, pero no de esta forma. Pensaba m¨¢s bien en que atacar¨ªan a los grupos en las terrazas, con el buen tiempo?habr¨ªa sido bastante f¨¢cil.
Pregunta: ?Por qu¨¦?
M-J. G. Soy consciente de que hay kalashnikovs que ruedan por los s¨®tanos en todas partes.
F.S. ?No en todas partes!
M-J. G. No, pero los hay que circulan, que se compran en el mercado negro con bastante facilidad, aunque me han dicho que los precios est¨¢n subiendo. Un individuo en una moto con un kalashnikov no es algo tan elaborado como lo que hemos vivido. Por eso me han sorprendido la magnitud y la complejidad de los atentados. Y no comparto el optimismo de Fran?oise.
F.S. No es optimismo, es la voluntad de creer en ello.
M-J. G. Todos tenemos la misma voluntad, pero vivimos en la realidad. En la conferencia de alcaldes, muchos compart¨ªan la sensaci¨®n de que esto iba a pasar. Por eso es por lo que hay que tomar medidas de seguridad. Preferir¨ªa invertir en otra cosa, pero es un mal necesario. Y, por el momento, andamos escasos de recursos.
F.S. Todos deseamos que lo inevitable no suceda. Yo creo que hay redes activas en Bruselas y en otras ciudades. Es un fen¨®meno que afecta a toda Europa. Hay que desmantelar esas redes. El caso de Abaaoud y de los hermanos Abdeslam es indicativo del peligro que suponen estos individuos que, en el transcurso de unos meses, se han convertido en gamberros, luego en delincuentes, luego en radicales violentos y, al final, en terroristas. Contra eso, es sobre todo el Gobierno federal el que debe actuar junto con las fuerzas de seguridad, la justicia y los servicios secretos.
Pregunta: Estos terroristas se han criado en B¨¦lgica.??C¨®mo hemos podido llegar a esta situaci¨®n?
F.S. El fundamentalismo arraig¨®, sobre todo en Molenbeek, durante la d¨¦cada de 1990. Se observ¨® entonces una reafirmaci¨®n cultural y de la identidad que, tras el 11-S, se convirti¨® en un repliegue comunitario y religioso cada vez m¨¢s acusado. Lo vimos sobre todo en el ¨¢mbito p¨²blico, un discurso fundamentalista que se fue propagando y que algunos banalizaron; no nos dimos cuenta de la peligrosidad de los mensajes que se difund¨ªan en algunos lugares. Eso en lo que concierne al aspecto religioso. Aparte, est¨¢ la integraci¨®n.
Durante la d¨¦cada de 1990 exist¨ªa un tejido social que permit¨ªa integrar a los reci¨¦n llegados, pero no hab¨ªa una voluntad de emancipaci¨®n mediante la formaci¨®n o la educaci¨®n. Tanto los responsables pol¨ªticos como los agentes culturales, sociales y econ¨®micos descuidaron las pol¨ªticas de participaci¨®n de los reci¨¦n llegados. Algunos de ellos negaban la realidad, mientras que otros consideraban que, como con los dem¨¢s inmigrantes, las cosas suceder¨ªan de forma natural.
M-J. G. No se trata de un problema bruselense ni belga. Afecta a mucho m¨¢s que el mundo occidental. Hay varios factores: el socioecon¨®mico, la banalizaci¨®n de la violencia, de la muerte. Hay gente que se hunde en la miseria, y no se le ofrece ninguna perspectiva de futuro. Yo me he encontrado con este problema en mis barrios: hace cinco o diez a?os, pod¨ªa tener alg¨²n contacto con los j¨®venes que no hac¨ªan nada de provecho. Ahora es m¨¢s dif¨ªcil, no tengo influencia, ya no me hacen caso. Las mezquitas tampoco tienen ya contacto con los j¨®venes, ya ni siquiera se respeta al im¨¢n. Algunos j¨®venes, en vez de quedarse en la fase de violencia ficticia de los video juegos, dejan que les laven el cerebro los predicadores, los SMS [mensajes de texto a trav¨¦s del m¨®vil], lo que ven en Internet. Luego caen en la desmesura absoluta.
Pregunta: Todos los escondites de los terroristas se encuentran en la franja m¨¢s desfavorecida de Bruselas.
M-J. G. En Francia tienen el mismo problema. La ¨²nica diferencia es que, en su caso, sucede en la periferia, mientras que aqu¨ª ocurre en el centro de la ciudad. Por fortuna aqu¨ª, a diferencia de lo que pasa en la periferia francesa, todav¨ªa se puede transitar por esos barrios: todos pasamos por ellos en coche, a pie, en metro. Por tanto, sigue existiendo un v¨ªnculo. Es la parte positiva, en el caso de Bruselas. Es m¨¢s f¨¢cil esconderse en esos barrios porque la densidad de poblaci¨®n es mayor, las viviendas est¨¢n muy concentradas, los alquileres son baratos, el control social es quiz¨¢s m¨¢s dif¨ªcil. Pero tambi¨¦n nos podemos topar con un zulo en una ciudad rica y tur¨ªstica como Knokke-Le Zoute.
F.S. Hay varios factores: una gran densidad de poblaci¨®n, familias grandes y pisos peque?os, una poblaci¨®n muy joven, mucha gente en paro. Y existe poco control social all¨ª donde la comunidad marroqu¨ª es numerosa: est¨¢ menos estructurada que otras, como la turca. Tambi¨¦n es m¨¢s frecuente que el interlocutor sea religioso, m¨¢s que asociativo. Pero no puedo aceptar que se diga que la precariedad es un factor de radicalizaci¨®n, y desde luego, no de radicalizaci¨®n violenta. La red de Molenbeek estaba formada por j¨®venes de clase media que no ten¨ªan dificultades econ¨®micas. En cambio, lo que s¨ª hab¨ªa en muchos casos era una ruptura familiar o escolar.
¡°Hace falta una ense?anza adaptada a Bruselas¡±
?Y ahora qu¨¦ hacemos? La pregunta atormenta a los dos alcaldes. Al un¨ªsono, el socialista y la liberal abogan por unos colegios m¨¢s adaptados a la realidad bruselense. ¡°Antes defend¨ªa a la comunidad francesa y dec¨ªa que la ense?anza franc¨®fona ten¨ªa que ser igual, desde Bastogne hasta Molenbeek¡±, recuerda Fran?oise Schepmans. ¡°He cambiado de opini¨®n: hay una especificidad bruselense, y por tanto, tiene que haber una ense?anza adaptada. Tiene que ser m¨¢s pr¨¢ctica y m¨¢s accesible para los j¨®venes que viven en Bruselas¡±.
Marc-Jean Ghyssels opina lo mismo: ¡°En los colegios de Bruselas tambi¨¦n tiene que haber una supervisi¨®n m¨¢s continua¡±. Para el alcalde de Forest, el colegio no puede hacerlo todo, ¡°pero tiene que desempe?ar su papel desde el inicio. Si hemos llegado a esta situaci¨®n, a lo mejor es porque se ha dejado de invertir demasiado en los colegios desde hace 25 o 30 a?os¡±. Cuando se les pregunta si en la comunidad francesa les escuchan, se hace un silencio, que el socialista acaba por romper: ¡°Nos escuchan. Pero, una vez m¨¢s, nos encontramos otra vez con los problemas presupuestarios¡±.
En cambio, ninguno de los dos alcaldes abre ni por asomo el debate sobre la unificaci¨®n de las zonas de Polic¨ªa, y , menos a¨²n, de los municipios. No quieren un Bloomberg en Bruselas, como es el sue?o de Alianza Neoflamenca. ¡°Si estamos en contra de ello, no es para mantener nuestro poder¡±, recalca Marc-Jean Ghyssels. ¡°Es porque la proximidad es fundamental¡±. Sobre todo hoy, opina, porque el alcalde debe estar en las calles para dialogar con los habitantes de su municipio. ¡°Tenemos que estar sobre el terreno m¨¢s que nunca. Cuando ocurre algo en su municipio, y el alcalde est¨¢ ah¨ª, se crea enseguida un v¨ªnculo. No puedo explicarlo, pero es una realidad. Cuando hay un incendio, solo los bomberos y los polic¨ªas quienes pueden ocuparse de apagarlo, pero en cuanto llega el alcalde, todo se tranquiliza, como si hubiese una aparici¨®n divina y el alcalde fuese a resolverlo todo. El papel del alcalde, en resumidas cuentas, es fundamental¡±.
¡°Proximidad y autoridad¡±
Fran?oise Schepmans define su funci¨®n en tres palabras: ¡°Proximidad, autoridad y exigencia¡±. Tambi¨¦n considera que su lugar, en los pr¨®ximos meses, est¨¢ m¨¢s que nunca sobre el terreno. Tambi¨¦n para prevenir el riesgo de radicalizaci¨®n de la sociedad, que ya se adivina, con el anuncio de la manifestaci¨®n ¡ªprohibida¡ª del s¨¢bado. ¡°Es exactamente lo que quiere el Estado Isl¨¢mico¡±, interviene Marc-Jean Ghyssels. ¡°Esperan que se llegue a un enfrentamiento entre bloques, en el que cada uno se encierre. El riesgo existe, y lo percibimos en nuestros municipios. Hay un rechazo de la cultura del otro porque nos sentimos atacados, y se hace una amalgama¡±.
Para salir de esta situaci¨®n, su hom¨®loga de Molenbeek tambi¨¦n pretende apoyarse en los ciudadanos. ¡°La m¨¢xima responsabilidad es de los pol¨ªticos, pero todos los ciudadanos tienen que entender ahora que tambi¨¦n es su problema. Nos enfrentamos a un problema de cohesi¨®n que no conoc¨ªamos desde la II Guerra Mundial. A pesar de eso, hay demasiados ciudadanos que viven todav¨ªa en la comodidad de un modelo social y cultural superado por los hechos. En Molenbeek hay un potencial asociativo, cultural y deportivo, y quiero apoyarme en ¨¦l¡±.
Marc-Jean Ghyssels y Fran?oise Schepmans, llenos de voluntad, se niegan en rotundo a hablar de una ¡°generaci¨®n perdida¡± y buscan un nuevo camino para recuperar a esos j¨®venes que se les escapan. Un nuevo ritmo tambi¨¦n, porque el nivel 3 o el 4 [de amenaza terrorista] no se puede soportar. Ni siquiera las fuerzas del orden. Ni las autoridades ni los servicios municipales (por tanto, los alcaldes) que desatienden, por consiguiente, los dem¨¢s problemas. ¡°Pero vamos a conseguirlo. Esto tiene que ser una descarga que nos va a permitir recuperarnos. Sent¨ªamos desde hace algunos a?os que exist¨ªa un malestar y que se volv¨ªa cada vez m¨¢s incontrolable. Quiero tener una visi¨®n positiva, pero que no sea una visi¨®n ingenua¡±, concluye Fran?oise Schepmans.
Texto?Christophe y V¨¦ronique Lamquin (Le Soir)
Traducci¨®n: News Clips
Las fotos de la discordia
La polic¨ªa federal ha reprochado alguna vez a los alcaldes que no hayan utilizado bien las listas de los radicalizados que les transmite el Organismo de Coordinaci¨®n para el An¨¢lisis de la Amenaza (OCAM).
M-J. G. Volv¨ª a sacar mi lista cuando ocurrieron los acontecimientos del 15 de marzo. Ninguna de las personas que han encontrado en Forest estaba en mi lista de 17 nombres. De los 17, se supone que ocho est¨¢n en Siria o que han muerto en Siria. De los nueve restantes, cinco est¨¢n en la c¨¢rcel. Los cuatro que me quedan, al final, se excluyen de oficio, y no se sabe d¨®nde est¨¢n. ?Esta es mi lista de 17 nombres! Cuando hablo de ello con los servicios de polic¨ªa, tienen otras listas con otros nombres, y tienen m¨¢s nombres. Me da la impresi¨®n, pero no quiero causar pol¨¦mica, de que nos han dado una lista porque as¨ª se implica a los alcaldes. Pero, lo repito, aunque sorprenda a algunas personas: no s¨¦ muy bien qu¨¦ voy a hacer con esta lista. Veo que hay personas que podr¨ªan marcharse a Siria o que podr¨ªan radicalizarse en todos los barrios de mi municipio. S¨¦ que tengo que trabajar a escala local para intentar solucionarlo. El problema no se limita solo a algunas personas. Es mucho m¨¢s profundo. Pero si el OCAM me dice que alguien quiere marcharse a Siria, ?qu¨¦ hago? ?Me voy a tomar un caf¨¦ con ¨¦l para decirle que tenemos que hablar de su marcha? No, eso tiene que gestionarse a otro nivel.
F.S. Yo considero que esos nombres son una informaci¨®n: cu¨¢ntas personas podr¨ªan radicalizarse en Molenbeek.
M-J. G. ?Cu¨¢ntas tienes?
F.S. Setenta y seis, que tengan su direcci¨®n en el municipio de Molenbeek. En mi lista est¨¢n el apellido, el nombre, la fecha de nacimiento, la direcci¨®n...
M-J. G. Y a veces una foto.
F.S. ?Ah! Yo no tengo.
M-J. G. S¨ª, yo ten¨ªa fotos. Veo a un chaval de 5 a?os y cuando miro su fecha de nacimiento, tiene 22 a?os. ?As¨ª de actualizadas est¨¢n nuestras listas!
F.S. Yo no tengo fotos. Con cada apellido se indica si es un asunto que se sigue en el ¨¢mbito federal o si es un asunto que se puede seguir en el plano local.
M-J. G. Yo ni siquiera tengo esa informaci¨®n.
F.S. En lo que se refiere a los asuntos de escala local, tenemos una c¨¦lula dirigida por el alcalde, con el jefe del cuerpo, los servicios de demograf¨ªa, del catastro, de los impuestos y de urbanismo para un control administrativo. Como por ejemplo: "Vamos a ver, este se?or, ?cu¨¢ntas casas tiene? ?Tiene un establecimiento? ?Qui¨¦n lo frecuenta?". Algunos radicalizados, como los Abdeslam, tienen actividades ilegales. Recogemos esa informaci¨®n y se la transmitimos a la polic¨ªa federal. Y lo mismo con los lugares de reuni¨®n, como, por ejemplo, esas asociaciones sin ¨¢nimo de lucro seudo-deportivas que nunca alquilan un terreno. Nos centramos mucho m¨¢s en la identificaci¨®n de las actividades de las personas sospechosas de radicalismo. Pero es la polic¨ªa federal la que se encarga despu¨¦s.
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