Los dioses no tienen cuerpo
¡®Patria o muerte¡¯ es la visi¨®n cr¨ªtica de un pa¨ªs donde la pol¨ªtica se ha convertido en religi¨®n
En su admirable novela Patria o muerte, Alberto Barrera plantea la paradoja de un hombre que gobierna su pa¨ªs con absoluto sentido del control, pero encuentra una inesperada regi¨®n ind¨®mita: su propio cuerpo.
La trama se enmarca en los ¨²ltimos d¨ªas de Hugo Ch¨¢vez. Todo se ha polarizado en Venezuela: ¡°La ¨²nica s¨ªntesis de esa dial¨¦ctica era el mal humor¡±, escribe Barrera. Si alguien muestra recelo ante el l¨ªder, el oficialismo lo llama ¡°escu¨¢lido¡±, insulto acu?ado por el comandante cuyo primer juguete fue el micr¨®fono que descubri¨® en su escuela.
Como en tantos momentos hist¨®ricos de Am¨¦rica Latina, la sociedad se divide en bandos te¨®ricamente irreductibles. Los chavistas y los antichavistas parecen pertenecer a cosmogon¨ªas distintas; sin embargo, la procelosa realidad hace que los dogmas y los destinos se confundan. Narradas por Barrera, las historias son m¨¢s complejas que la ideolog¨ªa.
Un periodista que repudia al Gobierno revolucionario aprovecha la ley inquilinaria para vivir en un departamento sin pagar renta. Su casera es una mujer que se opone a la acci¨®n violenta, pero acepta servirse de unas brigadistas para invadir su propia casa. P¨¢gina a p¨¢gina, las convicciones son rectificadas por los infinitos matices de la realidad. Una mujer que entiende la paranoia como un principio de supervivencia es alcanzada por las balas que le dan la raz¨®n y el hombre que detesta el pacto de sangre entre Ch¨¢vez y Castro, participa en otro pacto: se casa con una cubana para recibir informaci¨®n confidencial a cambio de ayudarla a salir de la isla.
Visi¨®n cr¨ªtica de un pa¨ªs donde la pol¨ªtica se ha convertido en religi¨®n, Patria o muerte es un asombroso lugar de discrepancia donde se explica la atracci¨®n del chavismo. Una voz que puede pertenecer a millones de venezolanos narra una infancia menesterosa en la que sus padres iban a los barrios ricos a ver c¨®mo viv¨ªa ¡°la gente¡±: aquellas casas intangibles eran habitadas por personas. El resto viv¨ªa en la sombra. Esta escena no justifica las reivindicaciones chavistas, pero permite comprenderlas.
En una Latinoam¨¦rica afecta a las divisiones terminales, Barrera ha emprendido una aventura de la pluralidad con los recursos de los que s¨®lo dispone la novela. La agon¨ªa del caudillo es relatada en variados discursos ¨ªntimos. Unos festejan con dicha punitiva, otros padecen una orfandad anticipada, otros m¨¢s luchan por equilibrar el alivio y la compasi¨®n. Todos aguardan. Los s¨ªntomas del l¨ªder son los de su ¨¢nimo.
Ch¨¢vez entiende la enfermedad en clave pol¨ªtica: ¡°Acababa de mandar tambi¨¦n otro mensaje, estaba dejando claro que la ¨²nica voz autorizada para hablar de su cuerpo era la suya. Que ¨¦l era el ¨²nico due?o de su enfermedad. Qu¨¦ ¨¦l gobernaba, tambi¨¦n, sobre el saber cl¨ªnico, sobre la ciencia, sobre lo que pod¨ªa conocerse y decirse a prop¨®sito de su salud. En el fondo, estaba dejando claro que, incluso desde un quir¨®fano, seguir¨ªa haciendo pol¨ªtica¡±. Sin embargo, ya G¨®gol descubri¨® que no hay nada m¨¢s risible que el cuerpo humano, ese dep¨®sito de misterios que tiene una idea genial y luego un retortij¨®n.
Ch¨¢vez no gobierna su organismo. Lo peor para su causa es que hay testimonio de ello. Sus ¨²ltimas horas son registradas en un tel¨¦fono celular. Ese testimonio desmitificador va a dar a unos ni?os, que entender¨¢n esa historia desde el porvenir.
¡°Los dioses no tienen cuerpo¡±, escribe Barrera. Demasiado tarde, el caudillo descubre su condici¨®n mortal. Patria o muerte es el mapa de un pa¨ªs, o de un continente, donde se vive para evadir a los otros y se comprueba que s¨®lo se existe a trav¨¦s de ellos.
La impresionante lecci¨®n pol¨ªtica de un gran novelista.
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