Qui¨¦n es qui¨¦n (El Ub¨¦rrimo, C¨®rdoba)
Uribe no es un pr¨®cer del siglo XIX, es el populista m¨¢s popular de la nueva Historia de Colombia
Mario Vargas Llosa sabe bien qui¨¦n es ?lvaro Uribe V¨¦lez: no fue por incauto ni por bonach¨®n que invit¨® al expresidente colombiano a la celebraci¨®n de sus ochenta a?os. Y all¨¢ ¨¦l, y all¨¢ ellos: hoy no voy a caer en la trampa de estigmatizarlos, ni en la tentaci¨®n de reducirlos a sus moralejas o a sus contradicciones, y la verdad es que tampoco se me ha pasado por la cabeza ¨Cpara arruinarme la felicidad de leerlo, digo¨C que Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez se asoleara en calzoncillos con el expresidente cubano Fidel Castro Ruz. Pero para aquellos lectores inocentes que se hayan quedado atr¨¢s pensando que Uribe V¨¦lez es un heroico l¨ªder en el exilio, luego de leer sus respuestas temerarias a las preguntas que le hicieron en este mismo diario el pasado martes 29 de marzo, no sobra recordar unas cuentas obviedades.
Uribe V¨¦lez denunci¨® la debacle colombiana en El Pa¨ªs a punta de las verdades a medias de siempre. Y ante la posibilidad de que se firme con las desquiciadas Farc el acuerdo de paz, que tanto busc¨® su gobierno, no s¨®lo fue capaz de lanzar acusaciones como que la guerrilla est¨¢ armando ¡°la justicia a la que se va a someter¡±, que el gobierno autoriz¨® a los guerrilleros a sembrar coca en el nororiente y que su sucesor en la presidencia soborna a los periodistas con contratos, sino que adem¨¢s, como arrojando un maleficio, predijo que ¡°la impunidad consagrada en el acuerdo es la partera de nuevas violencias¡±. No es, pues, un pr¨®cer del siglo XIX ¨CBol¨ªvar perseguido por sus ideas libertarias¨C forzado a reagrupar las fuerzas patri¨®ticas en cierta isla napole¨®nica: es el populista m¨¢s popular de la nueva Historia de Colombia.
Que nadie all¨¢ en Espa?a se preocupe por ¨¦l, mejor dicho, que ¨¦l aqu¨ª no es la excepci¨®n, sino la regla; no es un despose¨ªdo arrinconado en busca de justicia social, sino un terrateniente todopoderoso, el se?or de la hacienda El Ub¨¦rrimo, en el est¨®mago del departamento de C¨®rdoba, que estos ¨²ltimos 35 a?os ha estado tomando decisiones ¡°contrarrevolucionarias¡± por Colombia; no es un intelectual desterrado por defender del comunismo a la democracia, sino un idolatrado expresidente convertido en un vehemente senador de la Rep¨²blica que goza del extra?o privilegio de decir lo que le viene en gana por m¨¢s calumnioso e injurioso que sea; no es un indefenso acechado por los tribunales de una dictadura, sino un pol¨ªtico omnipotente e invulnerable que ha logrado que las condenas a sus m¨¢s cercanos colaboradores suenen a caza de brujas.
S¨ª, es el gran defensor de las libertades en Venezuela: igualito a Vargas Llosa. Pero tambi¨¦n es el peor enemigo que hayan tenido los expuestos periodistas colombianos.
El mismo martes 29, en la madrugada colombiana, Uribe V¨¦lez os¨® llamar al columnista Yohir Akerman ¨Chijo de un asesor de paz de su gobierno¨C ¡°deste?ido militante del ELN que busca notoriedad con la honra de los m¨ªos y la personal¡±. Por qu¨¦ lanz¨® esa sentencia: porque Akerman record¨® en su columna que en 1991 una agencia militar norteamericana, la DIA, sum¨® a Uribe ¨Centonces tambi¨¦n un senador¨C a una lista de ¡°personajes relacionados con el narcotr¨¢fico¡± que a¨²n es un enigma. Pero Uribe tambi¨¦n tuite¨® ese veredicto porque lo suyo ha sido llamar ¡°c¨®mplice del terrorismo¡±, como colgando una l¨¢pida, a cualquier periodista que pregunte demasiado. Es, en cuestiones de libertad de expresi¨®n, el opuesto a Vargas Llosa. Y sin embargo cuenta con el respaldo irrestricto de una buena parte de los colombianos.
Que nadie all¨¢ en Espa?a se preocupe por ¨¦l: ¨¦l es el poder. El s¨¢bado 2 de abril mont¨® bajo la lluvia una exitosa marcha contra la paz, como cualquier Trump, porque la institucionalidad es su obst¨¢culo, y el gobierno es, en fin, su oposici¨®n.
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