El Chapo se resiste a su extradici¨®n con una catarata de recursos
El l¨ªder del c¨¢rtel de Sinaloa ha presentado 21 impugnaciones en un a?o. M¨¦xico considera una cuesti¨®n prioritaria su env¨ªo a Estados Unidos
Joaqu¨ªn Guzm¨¢n Loera no ha temido jam¨¢s a los sicarios ni a las c¨¢rceles mexicanas. Su verdadero miedo, como tantos otros narcos, es otro: acabar sus d¨ªas en una prisi¨®n de Estados Unidos. Un universo herm¨¦tico donde ni el plomo ni la plata lograr¨¢n ablandar a los guardianes. Para evitar su extradici¨®n, el l¨ªder del c¨¢rtel de Sinaloa ya ha presentado en menos de un a?o siete recursos de amparo. Esta catarata de impugnaciones, combinada con otras 14 destinadas a mejorar su situaci¨®n penitenciaria, muestran, seg¨²n medios fiscales, que la pretendida intenci¨®n de El Chapo de negociar su salida y abandonar M¨¦xico, aireada por sus abogados, no es m¨¢s que una cortina de humo. ¡°Bastar¨ªa con que dijese que acepta la extradici¨®n para que al d¨ªa siguiente lo envi¨¢semos a Estados Unidos¡±, se?ala una fuente de la Procuradur¨ªa General de la Rep¨²blica.
Sobre Guzm¨¢n Loera pesan ahora dos peticiones formales de Estados Unidos. All¨ª tiene al menos siete causas abiertas; la de mayor envergadura radica en un juzgado de Nueva York. Es un macrosumario por narcotr¨¢fico en cuya investigaci¨®n particip¨® la ahora fiscal general de Estados Unidos, Loretta Lynch, y que presumiblemente, si se consuma la extradici¨®n, subsuma al resto. ¡°Existe la posibilidad, reconocida por tratado, de que sean los estadounidenses quienes decidan d¨®nde tiene que ir el preso¡±, indica una fuente fiscal.
Pero sin la aquiescencia de El Chapo, su entrega a las autoridades estadounidenses puede convertirse en un proceso plagado de meandros. As¨ª ocurri¨®, por ejemplo, con el sanguinario Edgar Vald¨¦s Villareal, La Barbie. Aunque su env¨ªo fue autorizado por la justicia mexicana en 2011, no culmin¨® hasta octubre de 2015.
Dif¨ªcilmente lograr¨¢n Guzm¨¢n Loera y sus 13 abogados una dilaci¨®n similar. La determinaci¨®n del presidente Enrique Pe?a Nieto es clara y su extradici¨®n se ha vuelto un asunto prioritario. Pero hasta los m¨¢s optimistas calculan que al menos tardar¨¢ un a?o en completarse. Un tiempo que corre en contra del narcotraficante. Y tambi¨¦n del Ejecutivo.
Las dos fugas de El Chapo penden como una espada de Damocles sobre el presidente. Tras la humillaci¨®n que supuso su huida en julio pasado por un t¨²nel de 1.500 metros, otra evasi¨®n de la c¨¢rcel de m¨¢xima seguridad de El Altiplano supondr¨ªa un golpe demoledor al mandatario. Para evitarlo se han adoptado medidas de seguridad extremas. A su alrededor se ha levantado una fortaleza insomne. Una c¨¢rcel dentro de la c¨¢rcel, con cambios de ubicaci¨®n continuos, controles t¨¦rmicos, un equipo especial de 35 agentes y hasta perros que prueban su comida.
Ning¨²n experto cree que bajo estas condiciones pueda recuperar la libertad en estos momentos. Pero tambi¨¦n alertan de que es una cuesti¨®n de tiempo. Si algo caracteriza a El Chapo es su capacidad de corrupci¨®n e intimidaci¨®n. Un poder que le ha permitido salir a su antojo de los dos presidios en los que ha estado encerrado en los ¨²ltimos 20 a?os. En el primero, el Penal de Puente Grande, dej¨® a sus espaldas a 62 funcionarios corrompidos. Y en el ¨²ltimo, aunque la investigaci¨®n sigue abierta, fuentes de la Procuradur¨ªa dan por hecho que cont¨® con la connivencia de uno o dos altos cargos penitenciarios, aparte del apoyo de parte del personal de seguridad.
Junto al reto carcelario, la extradici¨®n ha adquirido tambi¨¦n un peso pol¨ªtico. Durante los dos primeros a?os de mandato, Pe?a Nieto redujo el ritmo de los env¨ªos de presos e incluso hizo gala de su vena patri¨®tica al anteponer en su caso estelar, el de Guzm¨¢n Loera, el cumplimiento de su pena en M¨¦xico a la seguridad de tenerlo encerrado al norte del r¨ªo Bravo. ¡°El Chapo se tiene que quedar aqu¨ª a agotar su condena y despu¨¦s lo extradito. Unos 300 o 400 a?os despu¨¦s¡±, lleg¨® a jactarse el entonces procurador general.
La fuga fulmin¨® esta estrategia y convirti¨® la repudiada extradici¨®n en un valor en alza. Una vez capturado, en enero pasado, el giro se consum¨®. Y lo que en un principio pudo parecer un reconocimiento del fracaso institucional de M¨¦xico y de su capacidad para custodiar a un preso, se torn¨® una demostraci¨®n de fuerza. Ante el narcotr¨¢fico, ante una ciudadan¨ªa desenga?ada y ante las sospechas de connivencia. Ese es el desaf¨ªo. El Chapo lo sabe. Y har¨¢ todo lo posible por impedirlo. La cuenta atr¨¢s ha empezado.
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