En Hong Kong, la falta de red social y pensiones obliga a miles de ancianos a trabajar
La falta de un sistema de subsidios efectivo obliga a muchos ancianos a trabajar hasta el fin de sus d¨ªas
De madrugada, Liu Zhan se arranca a cantar cuando un grupo de voluntarios se acerca a darle un paquete con comida. Agradecida, suelta una sonora carcajada al terminar y, tras llevarse un aplauso, consigue que todos terminen entonando al un¨ªsono otro tema tradicional en canton¨¦s. Con un optimismo desgarrador, esta vendedora ilegal de 78 a?os espera que den las 4 de la ma?ana para extender toda la mercanc¨ªa recogida con anterioridad ¡ªprincipalmente ropa de segunda mano¡ª y venderla de cinco a seis, momento en el que la polic¨ªa no aparecer¨¢ por la zona. Con suerte, podr¨¢ hacerse con unos 20 d¨®lares de Hong Kong (algo m¨¢s de 2 euros) despu¨¦s de trabajar toda la noche.
En la ciudad con el mayor n¨²mero de Rolls-Royce per c¨¢pita del mundo y con los alquileres m¨¢s caros de Asia, la falta de una red de seguridad social y un sistema de pensiones efectivo ha dejado a miles de ancianos, como la se?ora Liu, en una situaci¨®n en la que solo les queda una opci¨®n: trabajar hasta el final de sus d¨ªas. ¡°Yo ya tengo 78 a?os, nadie me quiere contratar, as¨ª que tengo que ganarme la vida como pueda. Si no hago esto, ?qu¨¦ futuro me espera?¡±, sentencia la anciana.
En el barrio hongkon¨¦s de Sham Shui Po, cuando cae la noche los mercadillos se visten de otro color. Mientras se apagan las luces de muchos puestos y los vendedores cierran sus quioscos, otros tantos aparecen con sus carros repletos de objetos de lo m¨¢s variopinto para tratar de conseguir unas monedas con las que hacer frente a necesidades b¨¢sicas.
Vendedores ilegales por la noche y recolectores de cart¨®n de d¨ªa, alrededor de 90.000 personas como Liu combinan diversos trabajos para poder llegar a fin de mes. Con el dinero que sacan y las min¨²sculas ayudas que reciben del Gobierno, resisten en una urbe en la que el contraste entre ricos y pobres impregna cada rinc¨®n. Mujeres ancianas, cuyas castigadas espaldas dibujan un ¨¢ngulo de 90 grados, empujan con sus mermadas fuerzas carritos repletos de material reciclable por las calles del coraz¨®n financiero de la ciudad mientras se hacen hueco entre ejecutivos y rascacielos.
¡°En Hong Kong el 85% de los mayores no tienen ning¨²n tipo de pensi¨®n¡±, apunta Ng Wai-tung, trabajador de la ONG Sociedad para la Organizaci¨®n de la Comunidad (SOCO). Desde el a?o 2000 la ciudad cuenta con un sistema de contribuci¨®n obligatorio pero de gesti¨®n privada ¡ªconocido como MPF¡ª, por lo que los mayores de 70 a?os no gozan de ning¨²n plan de este tipo. ¡°No creo que el MPF sea ¨²til¡±, apunta Ng.
De la misma opini¨®n es el profesor de Universidad Nelson Chow Wing-sun, quien considera este programa ¡°rid¨ªculo por los pobres ingresos que genera¡±. La costumbre de que sean los hijos quienes se ocupen de sus progenitores al envejecer est¨¢ muy arraigada en la sociedad china. Sin embargo, cada vez son m¨¢s los que azuzados por el fren¨¦tico ritmo de vida que impone esta ciudad, dejan de lado a unos padres que, orgullosos y obstinados, buscan su manera de subsistir.
¡°El dinero del Gobierno no es suficiente, pero no pido m¨¢s. Eso s¨ª, si un d¨ªa no puedo trabajar y mantenerme quiero que las autoridades me ayuden¡±, explica la se?ora Chan, de 79 a?os, desde su puesto ilegal donde vende y vive en el coraz¨®n de Sham Shui Po. Sobre una vieja silla de pl¨¢stico en la que se queda traspuesta, esta mujer de pelo lacio y gris y una pronunciada curva en su espalda explica que sus tres hijas le ofrecieron su casa para dormir pero no le compensaba. ¡°Soy muy mayor y ahora no tiene sentido mudarme. Llegar hasta su casa me cuesta dos horas y adem¨¢s tengo que empujar el carrito. Hoy vivo aqu¨ª y ma?ana puede que muera¡±.
¡°Si solo quieres recibir eres un vago. Es un estigma social muy negativo¡±, comenta Ng. Por eso, a las 5:30 de la ma?ana la se?ora Chan acude a la puerta de algunos de los McDonalds y 7/11 que abarrotan la ciudad para recoger cart¨®n y papel. Como si de un trabajo regulado se tratara, los martes, jueves y s¨¢bados vende el material recopilado, no sin antes haberlo humedecido para que aumente de peso. El resto del tiempo lo pasa recogiendo objetos que ya de noche vende a otros que tampoco gozan de una situaci¨®n desahogada.
Entrar a un edificio con guardias de seguridad que rondan los setenta ¡ªaunque con rostros que les hacen parecer nonagenarios¡ª y se apoyan adormilados en el mostrador forma parte del d¨ªa a d¨ªa de una ciudad que prioriza los megaproyectos e invierte una cantidad m¨ªnima en crear un sistema que proteja a su poblaci¨®n en el futuro. En 2050 se prev¨¦ que el 42% de los habitantes de esta metr¨®poli tenga m¨¢s de 65 a?os, convirti¨¦ndose as¨ª en la ciudad de Asia con la poblaci¨®n m¨¢s envejecida, un reto al que el Gobierno de la ciudad no termina de hacer frente.
Adem¨¢s, seg¨²n una encuesta online de Fidelity Worldwide Investment de 2013, en Hong Kong uno de cada cinco trabajadores de entre 30 y 40 a?os tampoco cuenta con un plan de jubilaci¨®n. Esta situaci¨®n, unida a la falta de acci¨®n del Gobierno, tiene visos de dejar a las futuras generaciones en la misma posici¨®n que la de Fok Mei-sung, una mujer de 66 a?os llegada de la China continental que ha ejercido durante a?os como limpiadora para una contrata del Gobierno y que recog¨ªa cart¨®n y vend¨ªa en el mercado ilegal. Ahora, tras 15 a?os de trabajo a unos 3 euros la hora, el MPF total que le ha quedado es menor de 30.000 d¨®lares de Hong Kong (unos 3.400 euros).
Desde el a?o pasado, la se?ora Fok ya no puede trabajar a consecuencia de una dolencia en la rodilla tras a?os de esfuerzo llevando pesos de un lado a otro. Ahora, con la ayuda de 2.285 d¨®lares al mes (unos 260 euros) que le da el Gobierno por ser mayor de 65 a?os, no le llega para cubrir todos los gastos. Por si fuera poco, los hijos con los que vive tampoco ganan lo suficiente. Sin embargo, ella es feliz. ¡°Me siento bien porque mis hijos y mis nueras me apoyan y puedo cuidar de mi nieta. Lo que s¨ª me preocupa es mi salud y c¨®mo evolucionar¨¢¡±, comenta consciente de que si alg¨²n d¨ªa ella falta su familia no podr¨¢ afrontar el alquiler de los diez metros cuadrados en los que viven todos juntos.
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